Posted On 15/08/2011 By In Teología With 8469 Views

“Carta abierta a los hermanos presbiterianos con respecto a la ordenación de la mujer en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México”

Muy queridos y apreciados hermanos, les saludo en el nombre de Jesucristo, esperando que sus bendiciones estén siendo derramadas en sus vidas. Hace unos días se me hizo el favor de enviar una copia de la postura del “R.” Sínodo de Chiapas sobre la ordenación de la mujer. Al respecto, quisiera comentar algunas cosas:

La Iglesia Nacional Presbiteriana mantiene un sistema de gobierno jerárquico en donde el Consistorio obedece y acata la ordenanza de los órganos superiores. En este sistema, llamado democrático-representativo, en muchas ocasiones se pasan por alto el sentimiento y la fe de los cristianos presbiterianos. Digo esto, en base a la postura sobre la ordenación de las mujeres la cual proviene de las “altas esferas”. En otras palabras, tenemos, dentro del protestantismo mexicano, una forma de Magisterio como el que tiene la Iglesia Católica, la cual, según el catecismo de la misma, dice: «El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura (sic), ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo» (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma. (Parte 1ª, Secc. 1ª, cap. 2, art. 2, III). La imposición doctrinal no se da solamente en la Iglesia Presbiteriana de México, sino en muchas iglesias cristianas y no cristianas en todo el mundo. Basta ver cómo han existido pseudo-apóstoles y pseudo-profetas que solamente buscan un ingreso económico y, para lograrlo, han vendido diversos ‘milagros’. En nuestra Iglesia Presbiteriana, se puede decir que la resolución a un problema que concierne a la Iglesia nacional se resolverá, sino es que ha sido resuelto ya, por los conocedores de la Palabra; es decir, aquellos que han llegado al grado de Ancianos o pastores; por lo cual, la resolución será lo que creen los líderes de la iglesia y no la Iglesia misma. Para contradecirme, quizás debamos preguntarle a “pedrito”, quien no conoce el Seminario Teológico; o a “María”, que no ha asistido a una reunión presbiterial; tal vez, “carlitos”, el que no sabe leer –aunque tiene una memoria prodigiosa y se sabe muchos textos bíblicos- puede que él nos saque de la duda. Les preguntemos a ellos qué opinan del tema y analicemos sus respuestas, al menos que pensemos que no forman parte de la Iglesia de Cristo y que son capaces de construir la fe de la comunidad cristiana. Me pregunto, ¿la idea de tener representantes es para que ellos decidan por mi y por otros, o es para que ellos digan y defiendan lo yo y los otros pensamos? Entendiendo que el sistema presbiteriano es piramidal, ascendente-descendente, ¿no debiera el Consistorio, primero, informar a la feligresía el tema y dejar que los hermanos decidan a través del voto para luego llevar esa decisión ante el Presbiterio, en donde se voten las decisiones de las otras iglesias y así determinar el deseo de las mismas, y, posteriormente, llevarlo ante el Sínodo y de la misma forma hasta llegar a la Asamblea General? Quizás esto suene al sistema congregacionalista, pero la ordenación de la mujer no es una cuestión administrativa o judicial, sino algo que influye en la fe de todos y todas. Por esto mismo, muchas veces no se ha logrado la unidad en cuanto a la fe en la Iglesia Presbiteriana, pues nadie siente propio las confesiones de fe. Es cierto, que existen cosas que la Biblia dice y que resultan incomprensibles para los hermanos que no han tenido una formación teológica, pero para eso están los maestros y pastores de la Iglesia, para enseñar e instruir, pero no para tomar decisiones en cuanto a lo que se debe creer.

Después de esta introducción necesaria, me propongo retomar las razones por las que no se aceptó la ordenación de la mujer en ninguno de los tres oficios en el Sínodo al cual se adscribe el Presbiterio al que pertenezco:

  • “Por el Principio creacional. (Hombre/mujer) 1ª Timoteo 2:13-14.”. Así está redactada la primera razón dada por nuestro Sínodo. No analizaré el hecho de que la palabra ‘principio’ comience con una ‘P’ mayúscula, al igual que Hombre, puesto que podría caer en suposiciones erróneas; ojalá que mi primer vistazo esté equivocado. Debo decir que para ser respuesta a una propuesta tan importante, el argumento es muy corto. Respecto al texto, habría que preguntarnos si el apóstol Pablo sabía o entendía que la carta que le escribía a su amigo y discípulo Timoteo iba a pertenecer al canon protestante. O, si cuando menos, tenía en mente la influencia del texto en la Iglesia universal o en las nuevas iglesias que se estaban formando en diversos lugares. El texto ha sido interpretado de diversas formas, puesto que los términos que se utilizan se prestan para diversas interpretaciones. Pongo entre comillas interpretaciones, porque al final de cuenta, eso son: interpretaciones. Juan Calvino hizo un “comentario” de 1ª Timoteo que nos da luz en lo que Dios desea para su pueblo. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que aún el mismo Calvino escribió desde su propio contexto, seríamos demasiado inocentes para creer que él no se encontraba expuesto al devenir histórico. En la Edad Media, la mujer aún se encontraba sometida al varón, como lo ha estado por muchos siglos. Los que saben, insisten en decir que no es por falta de capacidad sino por el pecado de Eva. Calvino ve en Eva la condición de todas las mujeres y en Adán a los hombres. Sería interesante averiguar las razones del escritor del Génesis, sobretodo porque el hombre es, tanto mudo como pasivo en el capítulo 3 del citado libro. El examen teológico se lo hacen a Eva y no a Adán, quien se supone sería el sacerdote del primer hogar. Tampoco es mi intensión hacer un amplio comentario sobre Génesis 3, sólo deseo señalar que tanto Pablo como Calvino realizaron análisis de los textos desde su propio contexto. Para no desviarnos demasiado del primer punto, resumamos el argumento: Si Dios ha dicho que la mujer no hable en la congregación y no enseñe a los varones, violar este mandamiento es pecado. Entonces: Si se puede probar que existe una sola mujer que habla o profetisa, o enseña a varones por voluntad de Dios, la proposición es falsa. En México, como en otras partes del mundo, hemos tenido mujeres que se han dedicado a la enseñanza: en Chiapas, ¿es acaso que los tzeltales ya se olvidaron de Mariana Slocum y Forencia Gerdel?, ¿no les suena el nombre de Elsa Tamez e Irene Foulkes como teólogas de gran envergadura?
  • El segundo punto dice textualmente: “Por no ser un asunto Escritural. Nosotros creemos en el principio reformado, llamado “Principio regulativo de la iglesia” que dice: “que solo se puede aceptar con la autorización de las Escrituras lo que ellas mismas digan””. Insisto, he transcrito las razones del R. Sínodo no queriendo quitarle ni un solo punto. ¿No leyó bien el secretario de qué se trataba el asunto? ¿No estamos hablando de la ordenación? Si es así, entonces ésta razón está en contradicción con el séptimo punto dado por el R. Sínodo. ¿O lo que quiere decir es que el asunto de la ordenación de la mujer no es un asunto Escritural mientras que la ordenación del hombre sí lo es? Además, hay muchas cosas que la Escritura no dice explícitamente y no por ello han dejado de ser de bendición a la Iglesia. ¿Ejemplos? Hay una infinidad, desde la forma de realizar el culto, hasta la traducción de la Escritura al idioma de los indígenas. Además, si bien la Escritura no da un sí a la ordenación de las mujeres, tampoco dice que no.
  • “Partiendo del respaldo histórico, en ninguna etapa de la histórica de la Iglesia encontramos evidencias de la ordenación de la mujer, a los oficio de la iglesia”. Me permito preguntarles: ¿A la historia de qué Iglesia, se refieren a la Iglesia Universal de Cristo? ¿Tal vez a las Iglesias reformadas del mundo? ¿O quizás sólo se esté haciendo referencia a la Iglesia Nacional Presbiteriana de México? Los hermanos pentecostales no cuentan con números de pastoras, pues ellos no tienen nuestros conflictos sobre este asunto, han reconocido el oficio pastoral de las mujeres desde hace décadas. Casos ejemplarles son los de Rosa Blanca González Miranda, ordenada por la PCUSA en 2007; Eva Domínguez Sosa, ordenada por la IEE en 2010[1]; Rebeca Montemayor, ordenada por los bautistas en 2010.[2] No son todas, pero sí las más recientes en la historia de la Iglesia. Es lógico que no encontremos pastoras en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México porque no se ha ordenado a ninguna mujer, pero de eso se trata el presente asunto, de cambiar la historia. El llamado “respaldo histórico” no es más que lo que ha sucedido siempre, pero eso se puede cambiar. Añado sólo lo siguiente: en la Iglesia Sinaí de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fueron ordenadas diaconizas, ¿acaso el Sinodo ignora lo que pasa en su jurisdicción?, ¿acaso han olvidado a Mariana Slocum y todo el trabajo de las hermanas misioneras? ¿Acaso, para la medida nacional, han olvidado a Melinda Rankin como pionera del protestantismo en México? Ellas, realizaron un trabajo pastoral aún sin ser pastoras ordenadas. Este punto sólo prueba que desconocen su historia.
  • “Con todo el peso de nuestra herencia reformada afirmamos, no encontrar evidencias contundentes a la ordenación de la mujer”. ¿Qué evidencias se pretende hallar en Chiapas? ¿Pretende acaso un mandamiento que diga: Ordenaréis a las mujeres al pastorado? Como ya he mencionado, hay mucha tradición que se ha inferido de algunas interpretaciones: ¿En dónde hallamos explícitamente que debemos reunirnos en domingo? “Nuestra herencia reformada” -lo que esto signifique para nuestros líderes- ha negado la oportunidad a muchas mujeres de ser llamadas pastoras, lo que en realidad no ha impedido que existan pastoras en nuestra Iglesia. Ellas han pasado por la clandestinidad. No votan en las reuniones presbiteriales; es más, en algunos presbiterios ya ni asisten. Pero están presentes en las iglesias y congregaciones. Las llaman misioneras, término que ha sido utilizado para designar a aquellas hermanas que asistieron a institutos teológicos reconocidos por el presbiterianismo, y que trabajan con una organización que se llama Sociedades Femeniles. Todos los presbiterianos conocemos cuando menos a una misionera, ellas ejercen de igual manera el trabajo de los pastores: visitan a los enfermos, oran por ellos; organizan actividades con mujeres, niños y hasta hombres; van a las cárceles a visitar a los reos; capacitan a los nuevos creyentes; y otras, dirigen los himnos en las iglesias. ¿No es ese un trabajo pastoral? Un acompañamiento pastoral se realiza cuando el pastor vela por el dolido, o el de corazón alegre, y no solamente en la impartición de los sacramentos. La resolución del Sínodo dice que no hay “evidencias contundentes”; diré, que sí existe una evidencia viva a la ordenación de la mujer: ellas. Ellas son la evidencia que nuestros líderes buscan. Su trabajo, honestidad, devoción y amor por los necesitados, es lo que evidencia su labor pastoral.
  • “Por ser tan solo un asunto circunstancial y situacional. Ya que estos son aspectos determinantes de las teologías de la Liberación”. ¿Cuándo dejamos de ser los perseguidos y nos convertimos en perseguidores? ¿Es que ahora nos toca jugar el papel de aquellos que nos perseguian por predicar la Palabra de Dios? ¿A qué se refieren cuando dicen que es: “tan solo un asunto circunstancial y situacional”? ¿Entienden realmente qué es la Teología de la Liberación? El argumento suena así: No ordenamos a las mujeres porque eso sería caer en las garras de “las Teologías de la Liberación”. En una video-entrevista sobre Teología de la Liberación, Dayton Roberts le preguntó a René Padilla: «Si un discípulo tuyo se matriculara en algún seminario donde enseñan la teología de la liberación, ¿qué consejo le darías?».  Don René contestó con mucha seguridad: «Lo mismo de San Pablo: Examinadlo todo, retened lo bueno» (I Tes.5.23; cf. I Cor 3.21-23, 9.19-22, II Tm.1.7). Si nos sentimos firmes en nuestra teología reformada, realmente no tenemos por qué temerle a la T.L., ni obsesionarnos con ella, como tampoco «enamorarnos» ciegamente de ella. Creo, que los evangélicos (aparte honrosas excepciones como René Padilla y Orlando Costas) no han sabido responder seriamente a esta corriente teológica latinoamericana.  Dos reacciones erradas han predominado casi exclusivamente entre nosotros: el «sí ciego» de algunos pocos que se han apasionado por la T.L. y que poco lo han confrontado con la tradición evangélica; y, por otro lado, el «no sordo» de muchos que ven en la T.L. una amenaza diabólica y la denuncian sin haberla escuchado ni entendido.  Éstos se dedican a atacar como «herejías» supuestos errores que en realidad no enseñan los teólogos de la liberación, y no han sabido entender y apreciar evangélicamente los valores, como también los defectos, de esta importante apuesta de fe.  Sería mucho más evangélico, exegético y paulino, examinar la T.L. con honestidad para retener lo bueno, y abstenernos de todo lo que, entendido con claridad, no parece ser bueno”[3].
  • “Por ser la ordenación un punto de arranque del gobierno eclesiástico. El roll de la mujer no es de gobierno, sino de complementación. (No que no tenga la capacidad, sino que su roll es otro.) Ef. 5:21,22,23”. Independientemente del error de dedo (pues prefiero suponer que eso es) quisiera compartir algo. Hace algunos años, un pastor dijo que las mujeres no podían ejercer el pastorado porque ellas no pueden mandar. Dijo: imaginen que yo tenga que rendirle cuentas a una mujer, o a las ancianas en el consistorio. Lo que este argumento dice es que la mujer tiene la capacidad de gobernar, pero que su papel es el de ser complementación, pero el texto que utilizan no les da el apoyo que necesitan. Hemos de tener en cuenta que el uso de la expresión “cabeza”, en este pasaje, se hace de una forma metafórica, lo cual nos habla del peligro de formar una doctrina en base a una metáfora. En Efesios 5:21-ss, el concepto de cabeza (kefale) no se usa en un sentido jerárquico cuando se está hablando de las relaciones entre el hombre y mujer. Esto está atestiguado, además, por el uso que se da a esta palabra en el concepto griego, que no se usa en un sentido jerárquico como en la actualidad se usa en nuestra cultura. El significado es el de origen, fuente de vida. Efesios 2:20, confirma la idea de que en griego la palabra kefale se usaba en el sentido de “origen”, y no en el de “autoridad”. Si Pablo hubiera estado pensando en el hombre como “cabeza de familia”, habría usado la palabra (oikodespotes). Precisamente esa es la forma verbal que usa cuando recomienda a las viudas jóvenes que se casen, críen hijos y “gobiernen su casa” (oikodespotes), 1ª Timoteo 5:14. Con lo cual vemos que para Pablo, el gobierno de la casa, no es exclusivamente de los hombres. El verbo (oikodespotes ) significa se cabeza o guía de una familia.
  • “Por ser la ordenación un asunto Escritural y Teológico, según nuestros credos y confesiones, manifestamos estar en contra de cualquier postura e ideología que quiera acoplarse según la cultura y momentos circunstanciales”. Ya con anterioridad mencioné la contradicción con la segunda razón, no volveré a repetir lo mismo. Como podemos leer, lo que se rechaza aquí es el rechazo a cualquier postura e ideología que quiera acoplarse según la cultura y momentos circunstanciales. Esto no es de extrañarse, en Chiapas existen iglesias que rechazan el uso de la guitarra prefiriendo al piano; según algunos de los hermanos más conservadores, la guitarra no es un instrumento que le agrade a Dios, porque a Él le gusta la música “sacra”. Ese es el eje mediante el cual se mueve el pensamiento de muchos presbiterianos contemporáneos. Para muchos creyentes la cultura es algo malo y adaptarse a ella es ir en contra de lo que Dios quiere. Ella (la cultura) nace de nuestra creación, lo que no podemos evitar, pues nuestro contacto con otros seres humanos provoca su nacimiento. La cultura es nuestra, y ella nos envuelve. Las mismas interpretaciones cambian de acuerdo a la cultura. Un ch’ol interpreta la vida de manera distinta a un tzeltal, tzotzil, o mestizo. Hans de Wit, quien ha estado trabajando con la lectura popular de la biblia en alguna ocasión presentó las diferentes interpretaciones que se han hecho sobre Juan 4 alrededor del mundo. Y cada interpretación era justa al modus vivendi de cada intérprete. Unos veían a la mujer samaritana negra, otros la veían rubia; para algunos era una mujer virgen, mientras que para otros era una ramera; la visión masculina era una, mientras que la femenina adquiría un sentido diferente. Lutero, Calvino, y los demás, vieron en la Palabra libertad para su tiempo, nosotros vemos libertad en esa misma Palabra en nuestro propio tiempo. Valdría la pena leer a Paul Ricoeur y su hermenéutica. Tal vez sea esto lo que debemos agradecer a la Teología de la Liberación: el acercamiento bíblico. Pero dejando a un lado esto, me parece que el asunto sobre la ordenación de la mujer no es un problema Escritural y Teológico sino más bien un asunto de poder, gobierno y jerarquía. Y, si no es un asunto de cultura, me gustaría saber qué piensan los hermanos indígenas en Chiapas donde su fe la han sabido encarnar en sus raíces culturales, ya que nunca la echaron por la borda.
  • “Porque las Sagradas Escrituras, tanto A. T. como N. T. recurrentemente presentan a los varones para los oficios de la iglesia. Ex.18:25; Hechos 6:5,6: 13:1,2; 1ª Tim. 3:1-13.” No tomaremos pasaje por pasaje, eso requeriría de mucho espacio. Pero sí es de notar que cuando menos en Ex. 18.25 se comete un anacronismo, pues la iglesia como institución no existía en tiempos de Moisés. En los otros dos textos, se debe tomar en cuenta que tampoco se descarta a las mujeres para los mismos oficios. Por último, ha de notarse que también en esos tiempos existía, culturalmente hablando, una fuerte tendencia al menosprecio de las mujeres. ¿No eran los judíos varones los que agradecían a Jehová no haber nacido como mujeres? ¿Cómo podrían ellas haber gobernado en un mundo de hombres? Sin embargo, las cosas han cambiado, la mujer hoy ha logrado estabilizar el status. Génesis 3, señala las consecuencias del pecado de la mujer, el v. 16 ¿Es una condenación, o la descripción de las consecuencias del pecado de la mujer? Para ella significó vivir en un mundo como un ser sometido. Sin embargo ¿No la libera de esto la sangre derramada en la cruz del Calvario por Cristo?
  • “Partiendo desde el Señor Jesús no se incluyeron mujeres en el grupo de los discípulos y ni el de los apóstoles. Marcos 3:13-19, Luc. 8:1-3.” ¿Qué eran ellas entonces? Alrededor de Jesús había un grupo de mujeres que siempre estuvieron cerca del Maestro. ¿Acaso no fueron ellas las únicas que se quedaron al pie de la cruz justo cuando todos los discípulos varones le abandonaron? María fue la primera en ser enviada por el mandato del Cristo resucitado. Sí hubo un grupo de discípulas que siguieron a Jesús, y aunque no pertenecieron al grupo de los 12 eso no les resta importancia ni les excluye de ser portadoras de la Palabra. A menos que el R. Sínodo confunda los ministerios, el apostolado y el pastorado son vistos como diferentes por el mismísimo apóstol Pablo en su epístola a los Efesios. Fueron contados los apóstoles, pero no fue así en el caso de los pastores.
  • “Estos principios, aunque radicales, no son un atropello a la dignidad, ni a la igualdad, ni a los derechos humanos. Simplemente principios reguladores de un ministerio Escritural”. No entiendo entonces qué son, sino atropellos a la dignidad y los derechos de la mujer. Cabe aclarar que estos derechos no están basados en el hecho de que la mujer es mujer, sino en la misma gracia de Dios, lo cual también es un principio regulador de cualquier ministerio eclesial.
  • “Todo Ministro de la Palabra y Sacramentos, RR. Consistorios, Iglesias y su campo, bajo la jurisdicción del R. Sínodo de Chiapas, que no se sujeten a este acuerdo serán severamente sancionados”. ¿Qué sanción darán por pensar diferente? ¿Ahora tampoco se puede expresar libremente nuestros pensamientos? ¿Dónde ha quedado la protesta contra el pensamiento absoluto, que dio génesis a nuestra iglesia? ¿Acaso el Sínodo ignora que somos una Iglesia protestante? Sin embargo, y muy a mi pesar, creo que el Sínodo, no tiene de qué preocuparse. No es el Sínodo quien prohíbe el pastorado, es la mujer misma, quien no termina por entender que Jesús no impide su ministerio. Yo no puedo luchar por ellas mientras ellas no luchen por sí mismas. No queda más que hacer uso de la enseñanza de la Palabra.
  • Gracias por el texto de Tito 3:9-11. Ahora corremos el peligro de convertirnos en perseguidos.
Lupa Protestante

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