Los cristianos y cristianas seguimos predicando la cruz del Mesías Jesús. Una predicación y una palabra que es auténtica “locura” en medio de un mundo tan complejo como en el que nos movemos. La predicación del Crucificado no responde a las convenciones de moda según la sociedad globalizada en la que vivimos.
Unos pedirán “sabiduría” convencional que justifique una cierta manera de entender el mundo y la vida social de los hombres y mujeres que lo pueblan. Una sabiduría que justifique el actual estado de nuestro mundo. Una sabiduría que mezcle pragmatismo con, en el mejor de los casos, una cierta dosis de utopía. Pero, creedme, cuando ambas cosas se combinan, el sabor predominante del cóctel es el del pragmatismo que sólo le preocupa realizar lo posible aquí y ahora.
Otros solicitarán “señales” donde la esfera sobrenatural incida y se imponga sobre nuestro presente histórico. “Señales” que confirmen que Dios esta ahí a la manera de la narración de la apertura del mar Rojo. Personas ávidas, cual Herodes redivivos, de ver algún tipo de señal portentosa. Pero las “señales” únicamente son accesibles a los ojos del que sigue a Jesús, y no al curioso o esperanzado en un dios milagrero.
Una predicación sin “señales” y sin “sabiduría” es una auténtica locura. Es una utopía inalcanzable e inútil. Esa será la consideración de muchos de los que escuchan la “palabra de la Cruz”. Pero para nosotros, los que seguimos a Jesús, es auténtico poder de Dios. Un poder que comienza a transformar la historia desde las semillas sociales de las comunidades cristianas.
El Espíritu inicia la transformación de la historia mediante aquellos grupos de personas que se toman en serio, en toda su carga utópica, el mensaje del Resucitado. Es en medio de esas comunidades donde se puede experimentar el poder de Dios transformando vidas, relaciones y creando microcosmos sociales donde se puede vislumbrar el futuro del “reinado” de Dios.
Esas comunidades se convierten en una encarnación de la sabiduría no convencional que nos propone Jesús de Nazaret, y en signo de que otro mundo es posible aquí y ahora. Sabiduría y señal rechazada por un mundo, ya sea laico o religioso, que ha optado incondicionalmente por el neoliberalismo político y económico o por el pragmatismo posibilista de ciertas corrientes “progresistas”. Ideologías que ensanchan el mundo de la miseria para conseguir el estrechamiento del espacio de la riqueza y las buenas costumbres. Así, como están las cosas, no se conseguirá el alumbramiento del mundo nuevo que las mayorías pobres ansían.
Pero nosotros, las personas que nos confesamos cristianas, nos quedamos con la “locura de la predicación” y seguiremos luchando y exigiendo ese otro mundo que nos anunció el profeta de Nazaret. Y ello a pesar de que ello nos empuje a estar en el mundo de los crucificados de la historia. Ya que entendemos que solamente padeciendo con ellos seremos glorificados con ellos. Sólo así participaremos en el mundo posible que está llamando a nuestras puertas y que el Dios de Jesús trae consigo.
Sigamos pues en el camino sin volver la vista atrás. Sigamos aquella sabiduría que ninguno de los poderosos de este mundo conoce. Y por ello siguen regando la tierra con la sangre de los crucificados.
Ignacio Simal
Viernes santo, 2008
(Hoy, 21 de marzo, se inicia la primavera en el hemisferio norte. Mientras tanto el otoño, con toda su belleza, inicia su camino en el hemisferio sur *. La vida sigue su curso en dirección a la esperanza. )
*Gracias a N.B. por recordármelo.
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