Posted On 28/05/2013 By In Cultura With 1503 Views

Educación para la ciudadanía

Introducción

Desde 1997, el Consejo de Europa lleva promoviendo y recomendando a los países de la Unión la inclusión de la Educación para la Ciudadanía Democrática y los Derechos Humanos en sus políticas educativas. La Educación para la Ciudadanía Democrática se ha incorporado en todos los sistemas educativos europeos y los contenidos de derechos humanos están presentes en los currículos de más de 20 países europeos como Alemania, Dinamarca, Holanda, Portugal o Francia.

Existe pues, un consenso internacional para atribuir a la educación la finalidad de preparar ciudadanos y ciudadanas para la sociedad compleja que nos toca vivir.

España no sólo ha firmado e impulsado dichos acuerdos, sino que en 2004 el mismo Partido Popular también suscribió el Programa Mundial para la Educación en Derechos Humanos.

Sin embargo, en nuestro país, este aparente consenso teórico sobre los fines de la educación no parece haber encontrado el mismo grado de acuerdo a la hora de llevarlo a la práctica y concretar la forma de hacerlo operativo en el currículo. Los últimos ocho años transcurridos desde la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) muestran la discusión habida sobre la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, polémica que no ha cesado a pesar  de las sentencias favorables que el Tribunal Supremo ha dictado sobre la adecuación y legalidad de la materia.

Educación para la ciudadanía en España

Nuestras escuelas han venido siendo durante años instituciones con claras reglas del juego: hay que obedecer al superior, empezando por el profesor; deben acatarse las normas y reglamentos sin ningún tipo de cuestionamiento; hay que acomodarse a lo establecido…  Pero poco, muy poco, se fomentaba en los estudiantes un talante democrático, caracterizado por la capacidad de pensar por sí mismos, de manera, crítica, solidaria y creativa, participando activamente en su educación.

Con la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) en 1985 y con la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) de 1990, se intentó un serio cambio hacia una concepción más democrática de la educación con el objetivo de formar ciudadanos. No solo se hablaba de una asignatura, sino también de una nueva forma de organización. Estos aires democráticos fueron disipándose lentamente y dieron paso a modelos más jerarquizados de organización escolar. Se mantenía la asignatura, educación cívica, pero perdía fuerza la educación democrática.

No es hasta el año 2007  cuando  el Partido Socialista, con la  Ley Orgánica de Educación (LOE) incorpora al currículo  la asignatura de “Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos”

La incorporación por primera vez de esta área como materia independiente en el currículo sitúa la preocupación por la ciudadanía en un lugar muy destacado del conjunto de las actividades educativas. Las Naciones Unidas y el Consejo de Europa insisten en la necesidad  de fomentar la ciudadanía responsable en una sociedad democrática con el fin de lograr la cohesión social y una identidad europea común.

Desde su aparición, como propuesta para ser sometida a discusión pública, hasta su aprobación e implantación progresiva como materia obligatoria y evaluable, la polémica se ha  convertido en su compañera inseparable. Hemos sido  testigos de una auténtica campaña de “acoso y derribo” por parte de los sectores sociales más conservadores contra la asignatura introducida por el Gobierno Socialista: “Educación para la Ciudadanía y  Derechos Humanos”.

En mayo de 2013, el Consejo de Ministros del gobierno conservador del PP, auspiciado por la Iglesia Católica, aprobó la Ley de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). En esta nueva ley, la asignatura de “Educación para la Ciudadanía” será sustituida por otra llamada “Educación Cívica y Constitucional” que, según su ministro de Educación: “…estará libre de controversias y no será susceptible de adoctrinamiento ideológico

¿Qué es “Eduación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos?

Según el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), se trata  de una materia cuyo contenido fundamental tiene como objetivo crear ciudadanos conscientes de sus derechos y acostumbrados a ejercerlos.

José Antonio Marina, filósofo, escritor y pedagogo, afirma que no se está «inventando” nada. Se trata del gran proyecto de la humanidad, uno de cuyos puntos importantes es la Declaración de los Derechos Humanos y este es el marco de la asignatura.

“La Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” enlaza con líneas de trabajo sobre la formación en valores como la educación vial, la educación para la paz, para la solidaridad, para el desarrollo, para la interculturalidad, para el consumo responsable, para la defensa del medioambiente, para la igualdad de género, etc.

El aprendizaje de esta área va más allá de la adquisición de conocimientos, para centrarse en las prácticas escolares que estimulan el pensamiento crítico y la participación, y facilitan la asimilación de los valores en los que se fundamenta la sociedad democrática, con objeto de formar ciudadanos responsables, participativos y solidarios. En este sentido, los planteamientos metodológicos deben ser abordados con sumo cuidado, ya que se parte de lo personal y del entorno más próximo, se aborda la convivencia social que establece la Constitución y los derechos y responsabilidades colectivas. En definitiva, el recorrido propuesto va de lo individual a lo social.

Permite un análisis más expreso de la libertad y la responsabilidad como características de la persona, que hacen posible la convivencia a partir del respeto de las diferencias, ya sean étnicas, culturales, religiosas, de género, etc, haciendo especial hincapié en el rechazo a la violencia y la aceptación del principio  del respeto a la dignidad de toda persona como elemento básico para posibilitar la convivencia.

Esta asignatura propicia el conocimiento y análisis de  las causas que provocan la violación de los Derechos Humanos, la pobreza, la desigualdad, así como la relación entre los conflictos armados  y el subdesarrollo, valorando las acciones encaminadas a la consecución de la paz, la seguridad y la participación activa como medio para lograr un mundo más justo.

“Educación para la ciudadanía” en nuestros colegios

El hecho de que un determinado Gobierno considere oportuno suprimir una materia como “Educación para la Ciudadanía” no supone que sea innecesaria. Hoy, más que nunca, sigue vigente su existencia en un mundo globalizado y complejo. Educar en la tolerancia y el respeto a la diversidad en una sociedad plural y multicultural, desarrollar un espíritu crítico ante la injusticia, pensar y opinar en  libertad, es imprescindible y urgente para aprender a convivir en paz.

Para nosotros, protestantes españoles y, particularmente para nuestros Colegios Evangélicos “Juan de Valdés” y “El Porvenir”, los contenidos de esta asignatura no son nuevos. Lo que según la LOE ha  quedado en una simple materia, para nosotros ha formado parte de nuestra forma de ser.  No olvidemos que  nuestros Colegios surgieron ante la necesidad de dar “Respuesta”. Una “Respuesta” firme y coherente con el compromiso de fe que, como cristianos-protestantes, debíamos dar en una sociedad tan “maltratada” por las consecuencias políticas, económicas y religiosas a través de nuestra historia. Curiosamente, nuestros profesores, asumiendo el objetivo: “Educar para la vida” como máxima básica, han transmitido los valores cristianos: tolerancia, respeto a la persona, libertad de pensamiento, etc, dentro de las aulas, sumidos en  marcos de intolerancia e incomprensión.

La sociedad ha cambiado y corremos el riesgo de diluirnos entre la masa de colegios caracterizados por la búsqueda de la excelencia, la calidad, el Márketin, la eficacia, la competitividad,…, de abandonarnos o acomodarnos a modelos de organización piramidales, meritocráticos y dirigistas, sin poner las tildes en los valores que siempre nos diferenciaron y nos alejaron de las metodologías caducas y discriminatorias de la Iglesia Católica.

“Educación para la Ciudadanía” desaparece del ámbito educativo, sin embargo, la sociedad española, sigue necesitando que nuestro “talante”,  nuestra forma de entender a la persona,  nuestra concepción del ser humano en todas sus dimensiones, según los principios bíblicos reivindicados por la Reforma Protestante, impregne la  labor educativa en ambos colegios.

 

Dámaris Ruíz de Miguel
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