Ignacio Simal, España
“Sólo el veinte por ciento de los seres humanos capta la ironía, lo cual significa que el ochenta por ciento del mundo se lo toma todo al pie de la letra. No puedo imaginarme nada peor que eso” (Ethan Jarlewsky)
Los ladrones de identidades, a la manera de los alienígenas que aparecen en la obra cinematográfica de Don Siegel (La invasión de los ladrones de cuerpos), están entre nosotros. Habrá que andar con cuidado ya que puede que nadie es quien parece o dice ser. Y por la comunidad protestante catalana hay algunos sueltos.
Fijaos si es así que pensaba que estaba pastoreando una iglesia con una dilatada historia. Creía que se había fundado en 1933. Que su fundador fue Pedro Inglada. Que si bien sus orígenes fueron presbiterianos, se adhirió en 1945 a la Iglesia Metodista hasta que ésta última, en 1955, se unió a la Iglesia Evangélica Española. También pensaba que mi comunidad sufrió una división, protagonizada por su anterior pastor, en el año 2006.
Imaginaba también, y así lo celebramos, que el año pasado cumplíamos 75 años de testimonio evangélico en Hospitalet de Llobregat. Y, para colmo, pensaba que yo era su pastor. Pero no, estaba totalmente equivocado. Mi iglesia no es lo que dice ser. Lamentablemente he estado engañado durante 3 años.
Menos mal que Guillem Correa, secretario general del Consell Evangèlic de Catalunya, y presidente del ejecutivo de la Iglesia Evangélica Metodista Unida, anterior pastor -según creía- de mi iglesia, me ha sacado de mi error. Me ha sacado del error al leer lo que ha escrito en el sitio web de la Iglesia Evangélica Metodista Unida.
Resulta que pastoreo una iglesia fantasma… mi comunidad no es lo que parece. En el mes de febrero de 2006, la que creía mi iglesia, se trasladó a Barcelona (Consell de Cent, 140), su pastor sigue siendo -como debe ser- desde 1983, Guillem Correa y celebró, la auténtica “Bethel” -con “th”- sus 75 años de historia…
Menos mal, reitero, que el secretario general del Consell Evangélic de Catalunya ha logrado que entre en razón. La iglesia que pastoreo no es tal, es un clon surgido de una vaina a la manera de la obra maestra de Don Siegel.
Desde mi columna recibe mis disculpas, Guillem, por la pesadez en mi reclamación de la historia de Betel, su libro de registro, etcétera. Pensaba que todo te lo habías llevado de la iglesia “fantasma”, en Hospitalet, sin permiso. Hasta tal punto llegó mi ceguera que incluso solicitamos la mediación del Secretariado del Consell Evangélic para conseguir que nos devolvieras nuestra historia y, con ella, nuestra identidad. Creía que nos la habías escamoteado cual “David Copperfield”. Hasta llegué a pensar, como he señalado anteriormente, que habías participado en la división de una iglesia cuasicentenaria. Debo confesar que estaba confundido a causa de los ladrones de identidades. Hasta este momento pensaba que eras uno de ellos.
Aunque ahora que caigo, a lo mejor, estoy otra vez confundido y confuso. ¡Sí! Lo estoy. Todo es al revés de como lo he contado.
¡Qué mala es la confusión! ¡Qué perversos son los alienígenas!
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