Por años he visitado Cuba en relación con las iglesias protestantes históricas y pentecostales clásicas, con delegaciones de iglesias norteamericanas y latinoamericanas, estudiantes de teología y ejecutivos denominacionales protestantes. Mis tareas como secretario regional del Caribe Hispano en el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), presidente de la Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana (CELADEC), rector del Seminario Bíblico Latinoamericano y la dirección del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) con sede en Costa Rica, me ofrecieron una visión amplia y enriquecieron el conocimiento intelectual y la vivencia de fe del pueblo cubano
En los últimos años mi actividad principal ha sido dictar cursos en el Seminario Evangélico de Teología en Matanzas, del cual soy profesor visitante. Hay dos programas allí que ocupan mi tiempo y atención, los talleres para líderes pentecostales y la maestría en teología. En la más reciente visita (noviembre 4 al 16 de 2013) ofrecí un taller sobre el don del discernimiento a los líderes pentecostales de varias iglesias nacionales. Y dicté un curso sobre movimientos carismáticos, neopentecostales y neoapostólicos a los y las estudiantes de los programas de maestría en teología y ciencias de la religión (ISECRE) en las instalaciones de la Catedral Episcopal (Anglicana) de La Habana. Ambas experiencias me han confirmado la importancia de la formación teológica y lo pertinente de ofrecer espacios de reflexión bíblico-teológica en el contexto de la sociedad cubana actual. Me resulta revelador, y conmovedor, encontrarme en aula con estudiantes que profesan la fe musulmana, distintas expresiones protestantes, la santería, y algunos que honestamente confiesan ser no creyentes, pero muestran un vivo interés en lo religioso.
Este cúmulo de experiencias me confirma lo que he vivido por un largo tiempo (¡cerca de 40 años!) en Cuba: Cuba es un país con profundas raíces religiosas, expresadas en una diversidad y pluralidad de creencias y su incidencia cultural para conformar lo que se ha denominado “la cubanía”, esa identidad nacional que conforma la sociedad cubana.
Debo confesar que en múltiples ocasiones he recibido las más diversas y curiosas reacciones de personas creyentes en Latinoamérica, el Caribe, los Estados Unidos y Canadá sobre la vida religiosa en Cuba. Algunas de ellas preguntan, con gran asombro e incredulidad: ¿Existen iglesias en Cuba? ¿Hay libertad de culto en Cuba? ¿Crecen y se desarrollan las religiones en Cuba? La incredulidad aumenta cuando afirmo que hay crecimiento en esa variedad de experiencias religiosas en Cuba y que cada día es más evidente y visible en la vida cotidiana de la sociedad cubana la profesión de la fe religiosa. La realidad es que Cuba es un país profundamente religioso.
Al intentar responder a estas preguntas propongo que las iglesias y los sistemas religiosos no cristianos en Cuba viven su fe en la cotidianidad cubana e intentan ser fieles tanto a la fe que profesan como a su lugar en la Cuba socialista. La libertad de culto está mediada por el sistema de ordenamiento y control que existe en una sociedad socialista. Y el crecimiento está mediado por la propia dinámica, proyección y pertinencia del tipo de proselitismo y prácticas evangelizadoras de las diversas confesiones cristianas, incluyendo la Iglesia Católica. No hay la menor duda de que las iglesias existen y se propagan por todo el territorio cubano.
Las iglesias y las religiones no cristianas han sido y son una expresión histórica desde la época colonial, pasando por la llegada de esclavos africanos que trajeron sus creencias, y las evoluciones propias de los sistemas religiosos, incluyendo sincretismos e integraciones, que promueven y propician nuevas experiencias religiosas.
Hay varios libros que dan cuenta de la importancia que estos temas tienen en Cuba, y han tenido por mucho tiempo. Nos parece que el libro La herencia misionera en Cuba (San José: DEI, 1986), editado por el finado Dr. Rafael Cepeda, y fruto de una consulta de las iglesias protestantes realizada en Matanzas, Cuba, 26 de octubre al 3 de noviembre de 1984, marcó un hito definitivo sobre el tema y sus desafíos para las iglesias del país. Otro libro muy valioso, La religión en la historia de Cuba. Conformación y evolución del campo religioso. Cronología comentada, editado por el Departamento de Estudios Socio Religiosos y el CIPS, y co-publicado por el Centro de Estudios del Consejo de Iglesias de Cuba y el CLAI (2001), que refleja la importancia del tema y su vigencia en la sociedad cubana. El que esto escribe editó y publicó una serie de entrevistas en el libro Cuba, testimonios y vivencias de un proceso revolucionario, con prólogo del finado Dr. Carlos Rafael Rodríguez y como homenaje al Dr. José Felipe Carneado (San José: DEI, 1989). A estas publicaciones se suman cientos de artículos sobre religión en Cuba y temas relacionados, en revistas cubanas e internacionales.
Recientemente se ha publicado un estudio revelador y pertinente sobre el campo religioso en Cuba: Los nuevos movimientos religiosos en Cuba. El estudio fue coordinado por un equipo de investigadores e investigadoras bajo la dirección de la Dra. Ofelia Pérez. Tuve la grata experiencia de conversar ampliamente con este colectivo cuando procesaban e interpretaban la investigación, que ha sido publicada en conjunto por el Centro Félix Varela, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas en Publicaciones Acuario, La Habana, 2013.
Este estudio viene a problematizar (en el mejor sentido) nuestras percepciones sobre los movimientos religiosos en Cuba. Trata de configurarnos las variadas expresiones religiosas y cómo se manifiestan a través de todo el territorio cubana. Aún para los que conocemos algo del mapa religioso cubano las informaciones sorprenden con un abanico impresionante de formaciones religiosas, particularmente protestantes, que no hubiéramos imaginado sin la diligencia de esta investigación. Impresiona, además, la presencia de iglesias y movimientos que proceden directamente de Latinoamérica y el Caribe como es el caso más emblemático de la Iglesia Universal del Reino de Dios (denominada Pare de Sufrir en casi todas las ciudades donde está presente).
La lectura y ponderación del estudio plantean varias interrogantes a las “iglesias establecidas” como son las llamadas “iglesias históricas” y las “iglesias pentecostales clásicas”. Se trata no sólo por el quiebre de la “hegemonía” protestante que han tenido, sino en los desafíos a la vida y misión de estas expresiones evangélicas en Cuba. El propio Consejo de Iglesias de Cuba es desafiado a pensarse como una expresión más amplia al ser ente convocante de las primordialmente iglesias protestantes, aunque ya por algún tiempo ha mantenido diálogos iniciales con la comunidad judía, la sociedad islámica e iglesias ortodoxas presentes en Cuba. El tema ecuménico seguirá siendo un eje principal de las discusiones. La diversidad y la pluralidad de las experiencias religiosas en Cuba sigue siendo otro desafío inescapable.
Los nuevos movimientos religiosos en la isla es un estudio que marca ruta en el abordaje de un tema que es complejo y polémico. Esperamos que en el futuro el CIPS nos mantenga actualizados por medio de sus investigaciones y nos provoque a ponderar, examinar y discernir lo que ello implicará para la evangelización y la convivencia religiosa. La tolerancia será tema también obligado.
Esperamos, además, que las iglesias en Cuba sigan desafiadas sobre su papel y lugar en la sociedad cubana, en medio de una demografía religiosa tan cambiante y compleja. Redescubrir su misión es siempre una tarea ineludible. Creemos que aportes como éstos alertan, advierten y deben proveer a la reflexión seria y detenida de una problemática que no ha de disiparse sino que se acrecentará.