Posted On 09/12/2013 By In Biblia, Opinión With 2639 Views

Acción de Dios

Lo primero que deseo es decir que este tema  de opinión  no es solo fruto de mi propia reflexión, sino también inducido por estudios y comentarios de otras personas, que son profundas conocedoras de la Escritura  y que me han ayudado a crecer y a meditar en ella.

Hay una narración que encontramos en el primer capítulo de los evangelios de Mateo y de Lucas que ha sido motivo de discusión desde hace tiempo, y que tiene que ver con la concepción de Jesús en la persona de María.  Dicha narración no se expresa de la misma forma en  los dos evangelios pero sí se refiere al mismo hecho. La diferencia de opiniones tiene que ver con que algunos aceptan las palabras que ambos evangelistas utilizan al respecto  y otros discrepan afirmando  que no es posible que hubiera engendramiento si no es en la forma de la especie humana, es decir con intervención de varón, en cuyo caso habría sido José el causante del embarazo de María.

En uno y otro evangelio, las actitudes de José y María son muy interesantes. No se sabe la edad que tenía ese varón, ni si había mantenido relaciones sexuales con alguna mujer antes de desposarse con María; en cualquier caso Mateo explica claramente que él sabe lo suficiente del tema como para darse cuenta de que con la mujer desposada con él está pasando algo muy fuerte: en el momento de los hechos -no se indica cuanto tiempo duraba el compromiso- por parte de María hay un tremendo engaño (pues está embarazada), y no queriendo él perjudicarla quiere romper la relación de forma discreta. José pertenece a un pueblo muy religioso, pero tiene “los pies en el suelo” y su reacción así lo muestra porque a María no la “conoce”. O sea, que para que se haya producido el embarazo, tiene que haber intervenido un tercero,  que no es él. Pero no quiere dañarla, lo que indica un aspecto importante de su carácter.

Lucas nombra más a María: ella está en espera, comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, pero recibe un anuncio que es,  como poco,  para dejarla atónita.  Nada menos está ante un personaje celestial, un ángel, escuchando  que va a concebir de forma inmediata,  y tendrá un hijo. Ella también tiene “los pies en el suelo” y responde ¿Cómo sera esto,  pues no “conozco” varón? Sensata  respuesta. También sabia cómo se produce el  engendramiento. No se sabe la edad de María, pero se deduce que era una joven mujer, y los dos evangelistas hacen notar que no había mantenido relaciones sexuales: era virgen.

Es ahora cuando empiezan mis preguntas. En el mismo evangelio de Lucas nos encontramos con el anuncio de un nacimiento prodigioso: el sacerdote Zacarías, que ha entrado en el Santuario,  recibe la noticia de que será padre de un niño, señalado por Dios para preparar el camino del Señor. Zacarías también es consciente de su realidad y la de su esposa; él es viejo y su mujer de edad avanzada; sus cuerpos ya no están en condiciones de engendrar un hijo. En el relato hay un versículo (1,7) que dice que Elisabeth era estéril; hoy en día se podría considerar que el no tener hijo podía ser debido a ella o a  Zacarías. Pero creemos que, en el tiempo previsto, nació Juan, el precursor del Señor .

No es el caso de Abram y Sarai, ya que Agar había concebido y dado a luz a Ismael, por lo que parece claro que el problema lo tenía Sarai, pero cuando Dios les anunció que tendrían un hijo, igualmente los dos eran de edad muy avanzada. En este caso también, creemos que Dios actuó igualmente sobre sus cuerpos y revitalizó sus órganos  de tal manera que fueron capaces de engendrar un hijo. No cuestionamos el nacimiento de Isaac.

En el Nuevo Testamento nos encontramos con unas narraciones impresionantes, que tienen que ver con la vida y con la muerte. Una de ellas es la resurrección de la hija de un principal de la sinagoga, Jairo, que se acerca a Jesús para suplicarle que cure a su hija, que está agonizando. Mientras hacen el camino hacia la casa, anuncian a Jairo que su hija ha muerto. Sabemos que Jesús le dice que no tema, que crea solamente. Le acompaña a la casa, manda salir a todos y entra en la cámara solamente en presencia de los padres, tres discípulos y la niña que yace. Jesús hace volver a la vida a la adolescente ante la incredulidad y la alegría infinita de aquella familia y el asombro de todos.

No dudamos de ese hecho prodigioso realizado por el Señor de la vida. Nos encontramos con otros casos, como la resurrección del hijo de una mujer viuda en Naín, donde la muerte ya era incuestionable, puesto que llevaban su cuerpo en cortejo fúnebre. Jesús llama al muchacho a la vida y, ante la estupefacción y alegría inmensa de los presentes, lo devuelve a su madre. No hay controversia de esa vuelta a la vida. Otro caso es la resurrección de Lázaro, amigo personal de Jesús, como sus hermanas María y Marta. Ésta narración está solamente en el evangelio de Juan. Cuando Jesús recibe la noticia  del grave estado de salud de su amigo curiosamente no sale rápidamente hacia Bethania. Cuando llega, hace ya cuatro días que Lázaro había fallecido; tanto era así que su cuerpo ya tenía el primer hedor de la muerte. La narración es realmente impresionante y emociona por las actitudes, palabras, sentimientos y, finalmente, con la llamada de Jesús y con Lázaro levantándose y saliendo de la tumba. Tan tremendo es el hecho que el evangelista escribe, que los principales sacerdotes y los fariseos decidieron en aquel día que Jesús debía morir. Estamos seguros de que el Señor tuvo el poder de volver a la vida a su amigo y discípulo. Entonces, ¿qué problema hay con la concepción de María a través de la acción del Espíritu? Aquí  sí parece que existan dudas respecto a que el engendramiento de Jesús sea una acción directa de Dios. Porque se trata del Espíritu es Dios, y se supone que de eso ninguno de nosotros duda.

Ya hace años que el ser humano esta manipulando la vida, lo que no sabemos es hasta dónde lo ha hecho o lo hará, porque ignoro si hay límites para ello. Esto me lleva a pensar que considerar que si no hubo intervención de varón, la concepción de Jesús no fue posible es poner límites a la acción, no ya de los hombres, sino de Dios mismo. Y eso me parece muy grave, porque  estaríamos cuestionando también que Él es el  Principio de la Vida, y más cosas, claro está.

Si creemos que lo que abarca nuestra mente es el límite de su poder, tendríamos que reflexionar muy seriamente en qué punto se encuentra nuestra relación con Él. Otra cosa es  aceptar nuestras limitaciones a la hora de comprender el poder de Dios y decir: esto no lo entiendo ahora, pero creo que algún día sí lo haré.

Y creo que eso es lo que vemos en el relato bíblico. Primero María, y después José, aceptaron la acción de Dios. La respuesta de ella: “He aquí la sierva  del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” hace posible la intervención de su cuerpo en la concepción de Jesús,  y en el óvulo vitalizado por la acción del Espíritu se produjo el proceso de gestación, hasta que se cumplió el tiempo. Del mismo modo, José también escuchó en sueños al enviado de Dios:  “Y despertando, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”

Marta Omaña
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