Los cinco primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) se llaman en hebreo Torah, que significa “enseñanza”; y en griego, Pentateuco, que significa “cinco rollos”.
Se trata de una colección de historias que van desde la creación del mundo y de la humanidad hasta el último discurso de Moisés en las planicies de Moab, preparando a los israelitas para entrar a la tierra prometida.
Estas historias pueden verse en los siguientes bloques principales (Yamada, 2010: 108):
Génesis: creación de los ancestros
Génesis 1-11: historias acerca de la creación y la antigua humanidad
Génesis 12-50: historias acerca de los ancestros de Israel
Éxodo: liberación de Egipto y revelación en Sinaí
Éxodo 1,1-15,21: salida de los israelitas de Egipto
Éxodo 15,22-40,38: viaje por el desierto y revelación en Sinaí
Levítico: continúa la revelación en Sinaí
Leyes acerca de la adoración y la santidad cultual
Números: peregrinaje por el desierto
Números 1,1-25,18: la primera generación de israelitas en el desierto
Números 26,1-36,13: la segunda generación de israelitas en el desierto
Deuteronomio: re-proclamación del pacto de Dios con Israel
Deuteronomio 1,1-30,20: Moisés proclama de nuevo el pacto
Deuteronomio 31.1-34,12: Moisés se despide del pueblo y muere
En cuanto a los aspectos formales, la Torah es una colección de textos de diversos orígenes. Tiene diferentes historias, como la de Abraham y su familia, leyes como las de Moisés y narraciones míticas del comienzo del mundo. En este sentido, se puede hablar de que es un libro plural, que recoge tradiciones de Israel a lo largo de muchos años, con diferentes autores, énfasis e incluso teologías.
Textos legislativos: En el Pentateuco encontramos muchas leyes. Todas estas colecciones se llaman “Textos legislativos”. Estos textos están recogidos principalmente en tres códigos: el Código de la Alianza (Ex 20, 22-23,33), el Código Deuteronómico (Dt 12,1-26,16), y la Ley de Santidad (Lev 17-27). Son maneras de aplicar la ley de diferentes maneras y en diferentes contextos, dependiendo de la situación que estuviera viviendo el pueblo.
Textos narrativos: se trata de historias o relatos de experiencias que tuvieron algunas personas o grupos con Dios, y que se convirtieron en importantes tradiciones familiares. Estas historias se parecen unas a otras, y algunas veces se cuentan dos veces pero de maneras diferentes. Por ejemplo, aparece el triple relato de la mujer/hermana de alguno de los patriarcas que es tomada por esposa de algún poderoso, y entonces Dios interviene el para devolver la mujer al patriarca (Gn 12,10-20; 20,1-18; 26,1-11).
En cuanto mensaje sagrado, la Torah parte de la convicción fundamental de que Dios es un protagonista de la historia que actúa suscitando protagonistas humanos. Toda la Torah pone el fundamento para el resto de la Biblia: la revelación del amor de Dios al ser humano manifestada en la liberación de la esclavitud. El éxodo y la ley son temáticas muy importantes de toda la Torah, por pues en ella se cuenta la manera en que Dios libera a su pueblo para enseñarle una manera de vivir conforme a la justicia y el amor (Ex 3,8-17; 19,4).
El Pentateuco es una enseñanza, una Torah, porque:
-Enfatiza que Dios es Uno, y su mandamiento principal es el amor (Dt 6,4-5).
-Invita a la libertad (Ex 20,2). Los mandamientos buscan que los israelitas no sean oprimidos por los demás y mantengan la libertad que les fue dada (Ex 20,8; 17; Lev 5,7).
-Privilegia a todos por igual. Señala que Dios tiene un especial cuidado de los necesitados. Preceptos como el Día de reposo, el año de jubileo, y el mandato a cuidar del extranjero, la viuda y el huérfano demuestra que Dios se sigue interesando por los necesitados (Lev. 25,6,13-17; 23-28).
A diferencia de los cristianos pasados por occidente (la filosofía griega, la teología latina y la ilustración moderna), los rabinos judíos han leído la Torah en conexión con tradiciones distintas, y por ello ven en ella no un comienzo para ser dejado atrás, sino el origen hacia el cual hay que volver, la palabra inicial que funda y crea, y siempre está creando.
Por esto el orden hebreo de lectura e importancia de la Biblia será siempre: Torah, Profetas (Nebiim) y Escritos (Ketubim). (Torah Nebiim Ketubim constituyen las siglas de la conocida TaNaK, usada por los judíos para referirse a la totalidad del Antiguo Testamento).
El comienzo, el centro y el fin de todo es la Torah. Para los escritores hebreos, la revelación de Dios está en la Torah, es la base, lo más importante. Luego de la Torah, están los profetas, cuyos significados en lo que escriben están en llevar a la gente a la Torah.
Génesis 1, el inicio del TNK y de la Torah, habla de la creación, inicia con Dios creando la tierra para que el hombre la gobierne. El final de la Torah, Deuteronomio 32, se refiere a Moisés mirando hacia la tierra prometida, es decir, retorna a la palabra inicial: la tierra, la creación.
Josué, considerado el primer profeta (es el primer libro de los Nebiim), tiene el llamado a esforzarse y ser valiente para obedecer la Torah y llevar al pueblo a la tierra. Y esto enseña entonces lo que es un profeta: es el que lleva al pueblo a la Torah y la vida es vista como una lucha para volver siempre a la palabra inicial.
Malaquías, el último libro de los profetas en el canon hebreo, termina llamando a acordarse de la Torah: “Recuerden la Ley, los preceptos y mandatos que yo le encomendé en Monte Horeb a mi siervo Moisés para todo Israel” (Mal 3,22). Hay que avanzar al futuro, pero siempre teniendo como referente el origen.
Los Salmos, el primer libro de los escritos (Ketubim), inicia declarando que el Justo anda en la Torah. (Sal 1,2) y 2 Crónicas, el último de los escritos, termina diciendo: “Todos los de ese pueblo que viven entre nosotros pueden volver”, como una manera de retorno a la tierra, al origen, para encontrase con la Torah.
Cada libro comienza con la Torah, termina con mirar hacia lo que viene, y termina regresando a la Torah. Por esto dicen los rabinos que la Torah es una barca de remos en que avanza inevitablemente pero con la mirada puesta en el origen.
Mientras que la cultura occidental ha pretendido siempre avanzar en la historia como superando etapas, para la visión hebrea todo avance debe ir de la mano con la vuelta hacia el origen. La Torah siempre va a ser superior al templo. Moisés siempre va a ser superior a David. Cuando el pueblo se jacta del poder de Jerusalén, de las Instituciones y del Templo, Dios destruye todo para volver a comenzar, en la desnudez de la palabra creadora.
El mismo Jesús, como judío que era, puso el centro de sus interpretaciones en la Torah: “No piensen que he venido a abolir la ley o los profetas. No vine para abolir, sino para cumplir.Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una «i» ni una coma de la ley dejará de realizarse” (Mt 5,17-18).
Y también:
Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees? Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. Le respondió: Has respondido correctamente: obra así y vivirás (Lc 10,25-28).
De este modo, no encontramos a un texto “pasado” o “superado”, como suelen decir los amantes de las modas en la religión y el pensamiento. El origen es fundante. Da a luz la vida y clama silenciosamente por volver a él. Quien se encuentra en el exilio, despojado de toda prepotencia prometeica, sabe que en las raíces está fuente primordial de su existencia, el agua de donde siempre podrá beber para seguir avanzando en su peregrinaje.