En realidad, nunca dejé de venir.
Mientras me esperabas llegar entre nubes,
yo estaba viniendo en mujeres y en hombres
que caminaban rumbos de justicia,
que construían espacios de esperanza,
que abrazaban los sueños de las personas humildes,
que buscaban un horizonte de plenitud.
Mientras te refugiabas en tus oraciones
y en tus prácticas de piedad,
nunca dejé de estar cerca…,
viniendo una y otra vez a tu puerta
en aquellos y aquellas que te pedían pan,
un vaso de agua, una mirada compasiva,
una mano solidaria, un gesto de cariño.
Mientras esperabas ángeles
y manifestaciones en el cielo,
yo estaba acá, en tu suelo,
en campos de refugiados,
en hogares para ancianos,
entre los niños y niñas en las calles,
entre los desahuciados de un sistema
que destruye, explota, margina
y del que tan cómodamente te sientes parte.
Mientras esperas que llegue alguna vez “ese día”,
cada jornada sigo viniendo de mil maneras distintas,
esperando encontrarte allí donde la vida late
y se manifiesta, apelando a tu sensibilidad humana.
Qué bueno sería verte despierto, despierta,
sabiendo que el día y la hora pueden ser hoy, ahora,
y que el lugar puede ser éste, aquí.
“Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos:
¡Manténganse despiertos!»”
Autor: Gerardo Oberman
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