Las múltiples y eruditas lecturas disciplinares hechas al evangelio de Marcos durante el pasado siglo y lo que va del presente, proyectan un escenario heterogéneo de mínimas convergencias. Intención, propósito, trama, urdimbre, teología, son algunos de los términos que han invadido con mayor fuerza el texto marcano para construir “coherencia discursiva” en un monólogo siempre orquestado por el intérprete. No es de extrañar que la hermenéutica de la sospecha haya calado tan profundamente en el espíritu de nuestro siglo.
Para combatir la esterilidad de los enfoques disciplinares y las ideologías que los sustentan, es necesario minar los presupuestos y someterlos a prueba. Así buscamos acercarnos al evangelio de Marcos a través de las categorías del Análisis Crítico del Discurso (ACD) propuestas por el lingüista Teun A. van Dijk, quien ha definido un triángulo interdesciplinar alrededor de la terna: discurso, cognición y sociedad.
La aplicación de la teoría de Van Dijk al Evangelio de Marcos (EM) supone una reconceptualización de las tres categorías mencionadas. Nuestro discurso, el EM, fue concebido alrededor del año 70 e.c. y tuvo un período de formación de al menos 40 años. Las palabras de Jesús, las relecturas de estas por parte de las comunidades y el trabajo redaccional, dan una morfología singular al escrito canónico y suponen tres niveles de lectura y análisis crítico. Las representaciones mentales (cognición) de los judíos en tiempos de Jesús difieren ampliamente de las nuestras. Es necesario saber qué situaciones fortalecen o rebajan el honor del individuo, entender el mapa de pureza/contaminación que rige su vida, en fin, conocer cómo se percibe a sí mismo este sujeto. En cuanto al estudio de la sociedad algo queda claro, nada tiene que ver la sociedad moderna capitalista de “los derechos humanos” con la sociedad palestina del primer siglo. Por lo tanto, se adscribe la aplicación que hizo Fernando Belo (1975) de las categorías marxistas “Modo de Producción Asiático” (MPA) y “Modo de Producción Esclavista” (MPE) para el estudio de la sociedad palestina de los tiempos de Jesús.
Los Estudios Críticos del Discurso tienen como propósito fundamental detectar el abuso de poder en el relato analizado; pero también son útiles para reconocer el ejercicio del poder per se y el discurso subalterno. Realizar un ACD implica encontrar las estrategias que usan los relatores, redactores o constructores del discurso, para plasmar y reproducir sus ideologías. De esta manera conviene saber cuáles fueron las creencias ideológicas que predominaron en la vida de los individuos que componían la gran masa campesina palestina (superior al 90%) y la reducidísima élite que se beneficiaba del sistema del Templo y de la vida cortesana. Además, no podrá pasarse por alto la inminente necesidad de abordar las principales instituciones judías como ejecutoras del poder: el Templo y el Sanedrín.
Se ha seleccionado el primer versículo de Marcos para realizar un ACD, de manera que se muestren las líneas generales del abordaje mencionado.
Las primeras palabras que se encuentran en el EM son un tributo a la construcción del honor de Jesús. Se le concede un estatus de rey, se presentan sus credenciales divinas, y es introducido con referencias del Primer Testamento que fueron asociadas con él. A continuación se delinea la estrategia usada para construir y fortalecer discursivamente dicho honor.
Polisemia y Subalternidad
Marcos 1:1 Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios. (DHH 1998)
La polisemia se puede entender como la pluralidad de significados de lexemas y frases. El lector, mediante un proceso de discriminación, puede captar el significado adecuado al situar la palabra o el signo lingüístico en contexto. Sin embargo, no siempre es posible conocer el significado exacto que se quiso transmitir, y se crea una ambigüedad que provoca diversas interpretaciones. Esto, lejos de provocar angustia al intérprete, debería situarlo en un punto de mayor riqueza hermenéutica. Obsérvese lo que ocurre con estos tres términos: “buena noticia” (euangelion), “Mesías” (Christos) e “Hijo de Dios” (huiou theou).
La palabra euangelion tenía una estrecha relación con el culto imperial romano. El nacimiento del emperador Augusto fue saludado como una buena nueva, así lo atestigua una estela del 9 a.e.c. (Aguirre & Rodríguez 1992: 18-19). Josefo comenta que cuando Vespasiano ascendió al trono todas las ciudades celebraron las buenas nuevas (euangelia) y ofrecieron sacrificios en honor al emperador (Sánchez 2005). Y precisamente en este escenario histórico que rodea el ascenso de Vespasiano, Marcos anuncia el principio de la buena noticia (euangelion) de Jesús. Parecería una manera arriesgada de concederle a Jesús el mismo estatus que a los emperadores romanos. Sin embargo, esto sería una certeza si no fuera por el hecho de que esta palabra ya había adquirido otro significado en el contexto de las comunidades cristianas, a saber, la predicación del Cristo resucitado. ¿Qué significado quiso Marcos que quedara establecido sobre esta palabra?
En el mismo verso se usa el término griego Christos, tomado del hebreo Mesías, para referirse a Jesús. Con esta palabra se designa a un enviado de Dios que liberará a su pueblo de la opresión (¿romana?). Este significado es el que predomina en el EM (8,29; 12,35; 13,21; 14,61; 15,32). No obstante, este no era el único significado que tenía el término Christos, ya que fue resemantizado en la praxis comunitaria y llegó a usarse como un nombre propio (9,41; Cartas Paulinas). Los esenios también tenían una manera propia de percibir la esperanza mesiánica, así como otros grupos judíos. El hecho es que nuevamente aparece esa condición polisémica que dificulta el acto de señalar “el” significado que muchos quieren encontrar y que el discurso no parece tener la intención de devolver. Lo que sí es cierto es que en cualquiera de los casos, cada significado contribuye a la construcción del honor de Jesús.
Por último, se encuentra la frase “Hijo de Dios”, que si bien los resultados de la crítica textual arrojan una duda sostenible sobre su originalidad, dicha locución aparece otras seis veces de manera legítima en el EM (1,11; 3,11; 5,7; 9,7; 14,61; 15,39). Es tanta la importancia que tiene esta designación en su evangelio, que Marcos ha conservado una tradición que adjudica a un centurión romano haber declarado que Jesús era realmente el Hijo de Dios (15,39). Incluso, Marcos recoge una historia en la que el espíritu impuro llamado “Legión”, en referencia a las fuerzas de ocupación romanas, declara que Jesús es el Hijo de Dios. No se puede pasar por alto que en el contexto del culto imperial romano, el César es alabado como “Hijo de Dios” (divi filius). Y ya es la tercera vez que aparece una posible confrontación discursiva de Jesús con “lo romano” en apenas siete palabras (contadas en griego). Pero de nuevo, hay otras maneras de entender el término. En el pensamiento judío la designación de “Hijo de Dios” viene de la mano de aquél que será considerado “Rey de los Judíos”, y por tanto está conectada con la esperanza mesiánica. Además, ser “hijo de” tiene implicaciones de estatus asociado por nacimiento, de manera que no hay mayor honor que ser considerado “Hijo de Dios”.
Es indiscutible que en este versículo se presenta un discurso anti-romano que no quiere ser visto como tal. Aquí es donde aparece la polisemia como alternativa a la voz del subalterno. La ambigüedad que ella produce en el discurso se constituye a la vez en una eficiente herramienta para articular una contraideología que agriete el poder hegemónico romano. La conexión discursiva que se establece entre Jesús y los términos “Evangelio”, “Cristo” e “Hijo de Dios”, provocan una confrontación que puede ser evitada en un plano de significación social pero que es totalmente subversiva a nivel de las representaciones mentales. Marcos logró inocular su ideología: el Jesús que los creyentes del imperio deben tener en mente es anunciado como evangelio, es Cristo (liberador) e Hijo de Dios.
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Bibliografía
Aguirre Monasterio, R. & Rodríguez Carmona, A.. (1992). Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles. (pp. 13-190). Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino.
Belo, F. (1975). Lectura materialista del Evangelio de Marcos. Relato-Práctica-Ideología. (J. Azcona & F. Sayés, Trads.) Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino.
Sánchez Cetina, E. (2005). Descubre la Biblia (Vol. 1). Sociedades Bíblicas Unidas.
Viñals Delgado, Yosnier Lázaro. (2014). Acercamiento al Evangelio de Marcos desde las categorías del Análisis Crítico del Discurso de Teun Adrianus Van Dijk. [Material inédito].