Los cánticos eran entusiastas… Los rostros mostraban felicidad… La iglesia estaba llena… Se escuchaban alabanzas… Se oían amenes… Las melodías eran contagiosas… Los textos bíblicos proyectados en la pantalla eran muy familiares, aunque se leían en árabe…
En efecto, parecía una buena actividad religiosa en Buenos Aires, Santiago, La Habana, Ciudad de Panamá, Nueva York, Ciudad de Méjico, Los Ángeles, Miami, Laredo o San Juan… Y en medio de esa extraordinaria algarabía y felicidad, característica del Oriente Medio, dos parejas de líderes de América Latina estaban en esta celebración, orando, adorando y predicando el Evangelio.
El significativo evento se llevó a efecto en Jordania, en una iglesia que reúne y sirve a cristianos perseguidos de Iraq y Siria, que han llegado a Amán para esperar y recibir el apoyo de las Naciones Unidas y la comunidad internacional. Desean únicamente retomar sus vidas, lejos de un ambiente de guerra, persecución, muertes y desesperanzas. Son creyentes con historias de vida llenas de horror y terror.
Una joven iraquí nos contaba que le hacía falta su mamá, y no sabía dónde estaba; una pareja siria fue testigo de la decapitación de unos amigos; y otras personas relataban los dolores indecibles relacionados con este nuevo éxodo, que no ve en el futuro inmediato señales de terminar, ni revela signos de esperanza y seguridad. En medio de un ambiente de angustia y desolación, esos creyentes afirmaban su fe, unidos en una sola esperanza. Y la oración que estaba en el ambiente, era una muy sentida y clara: Dios escucha nuestras plegarias, Cristo mira nuestra condición, Espíritu Santo responde a nuestra necesidad.
Y en ese ambiente complejo de dolor y celebración, angustia y esperanza, lágrimas y regocijos, se encontraban dos parejas que intentaban entender, desde Puerto Rico, las contradicciones que se ponían de manifiesto a simple vista. En ese programa de apoyo y servicio de adoración, estaban los médicos, Drs. Gilberto y Zulma Vélez, y los educadores, Drs. Samuel y Nohemí Pagan. Llegaban, desde la Isla del Encanto, y desde Laredo y Orlando, hasta Jordania y al corazón de la crisis del Oriente Medio, para colaborar en proyectos de solidaridad y reconciliación, y en experiencias de paz que se fundamentan en la justicia.
El Dr. Vélez, que, además de médico, es pastor de la Iglesia Cristiana Misericordia en Laredo, Tejas, le dijo al grupo de congregantes: «El Espíritu Santo llega a este lugar y a sus vidas para darles las fuerzas necesarias para superar las lágrimas, los golpes y las inseguridades relacionadas con esta experiencia amarga de exilio y desolación». Y añadía: «Nosotros estamos acá para apoyarles y decirles que no están solos en este peregrinar adverso de la vida».
Y la Dra. Nohemí Pagán, respecto a estas actividades de adoración y solidaridad, indicó: «Hemos llegado desde Puerto Rico a Amán, para decirle a nuestros hermanos y hermanas de Iraq y Siria, que les acompañamos en este peregrinar de dolores y esperanzas, y también para reiterar que el evangelio del Reino, es uno de justicia, transformación, paz y vida abundante».
Se cuentan en miles y miles los refugiados de Siria e Iraq que están en Jordania. Llegan a esas tierras de paz, esperando ser reubicados en otras naciones, como Australia, aunque muchos quisieran ir a Europa o los EUA. El dolor de ver a sus seres queridos morir, y la angustia de dejar sus hogares es incomprensible. Pero la experiencia de pasar las horas, los días, las semanas y los meses sin saber lo que sucederá, sobrepasa los límites de la imaginación y supera los análisis racionales. El elemento en común en todas estas familias, es un pasado de dolor, un presente en crisis, y un futuro impredecible. ¡Y esa mezcla de emociones es explosiva!
En ese ambiente de crisis intensa, las iglesias y los creyentes tienen un papel protagonista, pues anuncian la paz y la reconciliación, y crean programas educativos, que contribuyen positivamente a la salud familiar, mental y espiritual de los refugiados.
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