Con una profunda tristeza leo la información que Protestante Digital publica sobre lo sucedido en el Foro que convocó FEREDE para reflexionar sobre la Identidad Evangélica y “española”, añado yo, para ser justos con los límites, condiciones y alcance de lo tratado en ese Foro.
¿Qué “Identidad Evangélica” es esa que no sirve en cuanto atraviesas los Pirineos?, me pregunto yo, con gran pesar y dolor por mis hermanos evangélicos españoles.
Es evidente que no sirve más que para poner de manifiesto la incapacidad de las iglesias evangélicas españolas para dialogar de manera profunda, sincera y fraternal sobre una cuestión compleja y polémica, sobre la que es imposible que aporte la más mínima luz un Foro de “convencidos”.
¡Qué falta de rigor científico y de espíritu evangélico ha presidido ese Foro!
Pero no es esta breve manifestación pública de mi asombro y dolor el lugar en el que entrar a debatir sobre cuestiones científicas y teológicas; mi objetivo es mucho más modesto; sólo pretendo hacer reflexionar a mis hermanos acerca de las condiciones y el alcance de lo que han llevado a cabo, pues me temo que, como sugiero en el título, apenas tiene valor “más allá de los Pirineos”.
El que no vive con la mente encerrada en esta “piel de toro” en la que convivimos, sabe que la “Identidad Evangélica Española” que se definió en ese Foro, es excluyente de una gran cantidad de “Iglesias Evangélicas Europeas”, y no tiene apenas valor fuera de nuestras fronteras, de ahí que al leer los documentos del Foro viniera a mi mente el modo en que el ex-presidente español Mariano Rajoy hacía gala del orgullo patrio: “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles».
Y como muchas veces es más iluminador un ejemplo que mil argumentos, invito a mis hermanos evangélicos españoles a conocer mínimamente el proceso, de años, que la Iglesia Bautista en Italia llevó a cabo hasta aprobar a pastores y pastoras homosexuales en sus iglesias. Una Iglesia Bautista que no estuvo sola en ese proceso de años, pues en el mismo participaban la Iglesia Valdense y la Iglesia Metodista.
Sí, hermanos evangélicos españoles, estas tres “históricas” Iglesias Evangélicas en Italia han estado durante muchos años estudiando este controvertido tema, y sufriendo incluso división y rechazo de algunos miembros e iglesias, pero no cerraron los ojos a la exclusión y el profundo sufrimiento de muchos miembros homosexuales de sus iglesias.
Fue esa sensibilidad humana y espiritual la que puso en marcha ese proceso de “buscar la verdad en el amor”, un proceso de discernimiento en el Espíritu, que les llevó a aceptar a las personas homosexuales en sus iglesias como miembros de pleno derecho, aceptando, por tanto, que pudieran ejercer el ministerio pastoral.
Puedo dar fe personal del gran beneficio espiritual que he obtenido de algunos pastores gais y pastoras lesbianas que he conocido en estos casi veinte años que llevo visitando regularmente Italia, al ser mi mujer miembro de una Iglesia Bautista italiana.
Pero no sólo en Italia, si atravesamos los Pirineos, entramos en Francia. Me pregunto qué dirán nuestros hermanos evangélicos en Francia cuando tengan noticias de esta “Identidad Evangélica Española”. Está claro que las iglesias evangélicas “históricas” en Francia, y en Alemania, y en Holanda, etc. no podrán decir sino que las iglesias evangélicas en España se han pronunciado de manera apresurada y superficial sobre un tema que exige mucho más discernimiento en el Espíritu para ser tratado con un mínimo de amor por la verdad.
Llegar a las conclusiones a las que han llegado las Iglesias Evangélicas en Europa, les ha llevado muchos años de estudio, de diálogo, de búsqueda de la verdad, etc. etc. etc., algo que aquí, algunos, han querido solventar en unos meses, y además en un proceso que como mínimo solo cabe calificar de hermético, superficial y excluyente.
Excluyente porque no se han creado las condiciones necesarias que permitiesen que la única Iglesia española que ha realizado un proceso largo, difícil y doloroso de discernimiento sobre este problema, pudiera participar y ser escuchada.
Pero no es este dolor el que motiva este escrito, el dolor que me mueve a escribir es el que me produce el ver a mis iglesias hermanas actuar de un modo tan apresurado, superficial y hermético a la hora de decidir acerca del sufrimiento de muchos miembros de nuestras iglesias, miembros que no van a encontrar en sus hermanos la más mínima comprensión de su situación.
No os engañéis, hermanos, no es aceptar a las personas homosexuales en vuestras iglesias decirles que claro, que pueden ser miembros de las mismas, siempre y cuando no sean lo que son, ni vivan plenamente lo que son; para ser miembros de vuestras iglesias deben negar una parte esencial de sí mismos, deben negar su sexualidad, ya que vivirla, incluso en el amor, es pecado: ¡qué barbaridad!
Sí hermanos, yo me “escandalizo” de vuestro “escándalo”, y como lo único que persigo con este escrito es invitaros a reflexionar acerca del modo en que se ha organizado este Foro, y por lo tanto, de las conclusiones a las que se ha llegado, (las mismas que llevaban los participantes cuando llegaron), no voy a seguir hablando de cómo las iglesias evangélicas españolas abordan cuestiones en las que debería prevalecer la unidad en la diversidad, como ocurre, sin ir más lejos, en Europa.
Hermanos, seamos un poco serios y rigurosos (¡mirad a Europa, hermanos, que está ahí al lado, detrás de los Pirineos!), es más, seamos más evangélicos, y demos tiempo al Espíritu, que estoy seguro que nos ayudará a discernir cómo debemos acoger y acompañar a tantos hermanos nuestros homosexuales que sufren en silencio en tantas iglesias evangélicas españolas.
¡Qué ironía! que la IEE (Iglesia Evangélica Española), de la cual soy miembro, haya definido una Identidad Evangélica Española (IEE) inclusiva y europea, después de años de estudio y discernimiento en el Espíritu; y la FEREDE, en ese Foro, haya definido, en unos meses, una Identidad Evangélica Española (IEE) excluyente y sin valor “más allá de los Pirineos”.
Hermanos evangélicos españoles, muchos me conocéis, y estoy convencido de que sabéis que hablo con el corazón en la mano: ¡Seamos más evangélicos!, ¡Busquemos la verdad en el amor!