Jesús, cuestionaste la religiosidad y la espiritualidad ejercidas sin amor, y te crucificaron.
Ayúdanos a vivir y anunciar una fe donde prime el amor hacia las personas.
Jesús, cuestionaste la hiperlegalización de la fe, y te crucificaron.
Ayúdanos a superar miradas legalistas de tu Palabra.
Jesús, cuestionaste las categorías de pureza e impureza que arruinaban vidas, y te crucificaron.
Ayúdanos a desterrar de nuestros pensamientos y estructuras categorías humanas que estigmatizan personas.
Jesús, cuestionaste los juicios moralizantes que deshumanizaban personas, y te crucificaron.
Ayúdanos a abstenernos de juzgar a las personas, para que podamos acercarnos desde la empatía y la misericordia.
Jesús, cuestionaste las trincheras de la letra que olvidaban el Espíritu que la sustentaba, y te crucificaron.
Ayúdanos a buscar y a discernir tu Espíritu en las Escrituras.
Jesús, cuestionaste a las personas ricas que no podían deshacerse de lo suyo solidariamente, y te crucificaron.
Ayúdanos a identificarnos con las personas empobrecidas, a buscar y criticar las causas de su pobreza, respondiendo a su vez con mesas extendidas.
Jesús, cuestionaste el status quo de los poderes económicos, políticos y religiosos, y te crucificaron.
Ayúdanos a desarrollar miradas críticas sobre quienes ejercen poder, y a que podamos proponer un orden distinto de las cosas.
Y si en todo esto fallamos, quedando lejos de la cruz y de tu llamado,
Acuérdate de nosotros y nosotras cuando vengas en tu Reino, Amén.
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