Posted On 12/10/2020 By In Espiritualidad, portada, Teología With 1063 Views

Itinerancia: encuentro con un Dios-Otro | Juan Pablo Espinosa Arce

  1. “LA BÚSQUEDA”: Gibrán Jalil Gibrán

 Dice el poeta libanés Gibrán Jalil Gibrán:

“Hace mil años dos filósofos se encontraron en la cuesta del Líbano y uno le dijo al otro:

-¿Hacia dónde te diriges?

-Busco la fuente de la juventud -respondió el otro- que se halla entre estas colinas. He. encontrado escritos donde cuenta sobre la fuente floreciendo en dirección al sol. Y tú ¿qué buscas?

-Busco el misterio de la muerte -contestó el primero.

Entonces cada uno pensó que el otro estaba falto de grandes conocimientos y comenzaron a discutir y a acusarse de ceguera espiritual.

Mientras los filósofos discutían al viento, pasó por allí un extranjero considerado tonto en su propia ciudad. Cuando oyó a los hombres en ardiente disputa se detuvo por un momento y escuchó sus argumentos.

Luego acercándose les dijo:

-Mis buenos amigos, realmente ambos pertenecen a la misma escuela filosófica y hablan sobre lo mismo, sólo que usan palabras diferentes. Uno de ustedes busca la fuente de la juventud, y el otro el misterio de la muerte. Son una misma cosa y como una habitan ambas en ustedes -y se apartó diciendo:

-Hasta siempre, sabios.

Y alejándose se reía con complaciente risa.

Los dos filósofos se miraron en silencio por un momento y luego también ellos rieron. Y uno de los dos dijo:

-Y bien, ¿por qué no caminamos y buscamos juntos?”

 

  1. LA IMPORTANCIA DEL CAMINO: EL MODELO DE LAS MORADAS DEL CASTILLO INTERIOR DE SANTA TERESA DE ÁVILA

 El camino es lo que moviliza la vida humana, definida esencialmente como “itinerante”. La fe misma se comprende como camino hacia el encuentro con el Dios-Otro. Uno de los modelos en los que se expresa este camino de búsqueda y encuentro es el propuesto por Teresa de Ávila en su Castillo Interior, en el cual el alma va subiendo siete moradas o “pisos” o “escalones” para llegar al encuentro con Dios. Los pasos de Teresa son: a) Descúbrete; b) Aventúrate; c) Persevera; d) Abandónate; e) Transfórmate; f) Confía; g) Vive (Morada cristificada). El camino va desde descubrirse a uno mismo (antropología) y caminar hacia la VIDA (la zoé), la vida de Dios en abundancia.

De alguna manera es el itinerario del discípulo; el itinerario del alma humana hacia Dios; camino de autoconocimiento, de conocimiento de los otros, de conocimiento del que es el punto culminante del trayecto y, también, punto en el que se comprende el existencial sobrenatural rahneriano o el a priori dialógico balthasariano en el cual se comprende cómo el que motiva el camino desde siempre es Dios mismo.

Surge el reconocimiento de Dios en un tiempo y en un espacio determinado, de manera de comprender marcando la importancia del estar enraizado. El protagonista del itinerario es el Espíritu Santo (el Maestro Interior de San Agustín) que va modelando al ser humano haciéndolo apto para el discernimiento. Teresa propone un itinerario para crecer y madurar en la fe. Ante él surge la pregunta: ¿cuál es el proyecto de Dios para mi vida? Esta es una pregunta antropológica. Cuando vamos caminando, el itinerario nos muestra cómo desde el Dios-Centro-Descentrado (un Dios que está al centro del castillo, de la vida, del corazón es a la vez “descentrado”, sale de sí mismo y nos sale al encuentro), vamos ligándonos con otros, con el mundo, con la historia, con la muerte, con nosotros mismos.

Es profundamente llamativo esto del Dios-Centro-Móvil (o Descentrado), tan querido por la literatura profética, sobre todo la surgida en la época de crisis, por ejemplo, en el exilio judío a Babilonia. Ezequiel estando deportado en Babilonia tiene una visión del carro de Dios que va a estar con los exiliados. Dios se fue con el pueblo, Dios también fue exiliado.

El itinerario tiene como centro a un Dios extrovertido, al Dios que se mueve, al Dios en salida, al Dios de la Encarnación. Los itinerarios al encuentro con Dios son, con ello, encarnados, históricamente situados, comprometidos. Por ello son un proceso integral.

  1. ¿Dónde estoy?: ¿Dónde estás?
  2. Invitado a conocer y recorrer mi castillo interior: vengan y vean.
  3. Habituarme a entrar dentro: carguen con mi yugo ligero.
  4. Familiarizarme con el modo de ser y obrar de Dios en mí y en el mundo: hágase tú voluntad; he aquí la esclava del Señor.
  5. Decidir de nuevo: dejen atrás al hombre viejo y revístanse del hombre nuevo; mira: aquí hago nuevas todas las cosas.
  6. Fe como herida de amor: Tú me has seducido Señor; yo ya no vivo, es Cristo quien vive en mí.
  7. Vivir con Él y como Él: Vayan y hagan discípulos; hombres de Galilea: ¿por qué se quedan mirando al cielo? 

 

  1. ITINERARIO COMO CAMINO DE GRACIA

 El itinerario, con esto, es un camino de gracia que va de un conocimiento personal (autoconocimiento) a un conocimiento de Dios en todos y de reconocer a todos en Dios. Con ello hay que aprender a hacer “experiencia de Dios y ser exploradores del misterio” (Xavier Pikaza) en nuestros contextos particulares. En sus palabras: “la experiencia de Dios se encuentra vinculada a la tarea primordial de nuestra propia vida. No estamos definidos, ni tenemos un camino ya trazado: debemos trazarlo, probando, tanteando y aprendiendo a través de los fracasos”. Eso es vivir la subida al Castillo Interior.

 

  1. EL CASTILLO INTERIOR EN MEDIO DE LA CIUDAD VIVIDA

 Podemos entender el itinerario en medio de nuestros itinerarios urbanos. Podemos hacer la experiencia de Dios reconociendo los distintos lugares de espiritualidad. Podemos también reconocer lo que las teólogas argentinas Virginia Azcuy y Carolina Bacher, la “ciudad vivida”. Ellas invitan a renovar, a re-imaginar la renovación en medio del contexto urbano y detectar cómo la espiritualidad constituye una práctica cotidiana. El itinerario se recorre “urbanamente situados” siguiente los siguientes elementos intuidos por Azcuy y Bacher:

  1. Mirada contemplativa: Mirar el cómo de la actuación de Dios, el reconocimiento del carácter pascual de la historia, reconocer la Resurrección. Dios vive en la ciudad, acompañar la fe de las comunidades.
  2. Conversión pastoral: Y no una pastoral de la conservación. Propiciar iniciativas flexibles, dinámicas atractivas, valorar la diversidad de ministerios.
  3. Salida misionera a las periferias existenciales: valorar la trascendencia cotidiana, pastoral del misterio sobre todo lo eucarístico.
  4. Mística comunitaria: Todo el pueblo de Dios está llamado a la santidad; propiciar un liderazgo compartido, un sano ejercicio de la autoridad, vivir la mística del Pueblo de Dios.
  5. Evangelización con espíritu: promover el acompañamiento espiritual y la formación teológica, pastoral, humana; dimensión social de la espiritualidad.
     
  1. EXCURSO: “LA CLARIDAD EN LA EXPERIENCIA RELIGIOSA” DE ROMANO GUARDINI.

 “Oh Dios, Tú sostienes a todo ser sobre el abismo de la nada y lo inundas con el torrente de tu poderío, para que exista, se mueva y viva. Y has concedido a todas las cosas una chispa de tu claridad, pues sólo de Ti, Padre de la luz, reciben su verdad y su valor.

Todo está traspasado por el poder de tu aliento y rebosante de tu misterio. Todo hace señales al espíritu del hombre hacia más arriba, hacia algo más alto y deja presentir a su corazón un poderío que no viene de lo suyo propio.

De ahí brotan, por todas partes, entre los pueblos y los individuos, las imágenes y los pensamientos de lo divino. A menudo contienen un hondo sentido, que tocar el corazón y otorga salvación, pero también confusión y maldad, que llevan al error.

Por eso te ruego que abras mi corazón al misterio que se atestigua en todo; pero también que lo guardes de la seducción que puede provenir de tal misterio. Haz segura mi conciencia, para que en todo momento llame bueno a lo bueno y malo a lo malo. Alumbra mi espíritu, para que logre distinguir lo que lleva hacia Ti, el verdadero Santo, y lo que desvía de Ti hacia el error y el engaño. Amén”.

Juan Pablo Espinosa Arce

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