Inauguramos una nueva sección en Lupa Protestante: «Al Alba con el Resucitado«. Son breves meditaciones diarias escritas por Ignacio Simal, fundador de Lupa Protestante y pastor De la Iglesia Evangélica Española.
“Lo hemos escuchado con nuestros oídos, oh Dios; nuestros padres [y madres] nos han contado lo que tú hiciste en sus días del pasado […] ¡ponte en acción, danos tu ayuda y que tu amor nos redima!” (Salmo 44:2, 27 BTI)
Nuestros mayores nos han contado las proezas de Dios a través de la historia. Y nos las siguen narrando a través de las Escrituras. Desde Génesis hasta Apocalipsis las podemos leer, y mientras lo hacemos las recreamos en nuestra mente. De tal forma es así, que las podemos “ver”, y casi diría que también las “vivimos”. Y ante eso nos preguntamos, ¿por qué ahora no es lo mismo…?
Veo tanta preocupación entre mis hermanos y hermanas… especialmente en aquellos que sufren en primera línea circunstancias desfavorables, que a veces la impotencia y la debilidad hacen presa de mi alma. Y toman tantas formas las circunstancias desagradables que no las podría enumerar todas. Pero sí os puedo decir que me gustaría ser como Pedro y Juan (Hch. 3:1-10), los apóstoles del Señor, y poder decir a cada uno de mis hermanos y hermanas, “mírame”, y a continuación decirles “en el nombre de Jesús de Nazaret levántate y anda”. Pero no, ni puedo, ni –por qué no decirlo–, ni me atrevo. Supongo, y creo que supongo bien, que tú que me lees también participas de mi sentir.
¿Qué me queda? ¿Qué nos queda? Nos queda la oración y la cercanía de los unos a los otros. Y sí, oramos, “Señor, ¡ponte en acción, danos tu ayuda y que tu amor nos redima!”. Y así, perseveramos en oración. Oramos desde una apertura radical a la posibilidad real de experimentar el resplandor del poder de la resurrección en medio de nuestra historia personal y colectiva. Y creedme si os digo que experimentar el poder de la resurrección pasa por dejar de centrar obsesivamente nuestra vista en lo que nos oprime y preocupa, y contemplar nuestro itinerario existencial hasta el momento presente, y veremos, –sí, veremos–, como el amor Dios nos ha traído hasta aquí, siempre poniéndose en acción, ayudándonos y redimiéndonos de múltiples situaciones. ¿Las recuerdas? ¿las recordamos? De ser así recuperaremos el resuello y la esperanza, capacitándonos para sobrellevar el dolor sin acudir a la desesperanza.
Y ahora deciros que sí, que hoy sucede lo mismo que ocurrió en los tiempos que nos narraron nuestros mayores; lo que sucede es que miramos la vida, nuestra vida, a través del lente equivocado, utilizamos un macroobjetivo, y no un gran angular. En mi opinión ahí está la cuestión, no en otra parte. Por ello os sugiero, y me sugiero, en esta mañana de sábado, en medio del “año de la Pandemia”, que hagamos memoria de lo que ha sido nuestra vida, y atisbar los actos redentores de Dios a lo largo de nuestra existencia.
¡Aleluya, amén!
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