18 de enero, 2021
«No manejes, ni gustes, ni aun toques» (Col. 2:21), enseñan. Son personas que cuando miran a su alrededor solo ven impureza y pecado. Así de contaminada tienen su mente y conciencia (Tito 1:15). A los que les siguen los tienen atados con «soga corta» bajo su control, vigilados y castigados cuando se salen de su norma.
Son individuos que no construyen iglesia, sino espacios sectarios, pues se han olvidado de la prédica y praxis de Jesús de Nazaret (del que dicen ser seguidores). «Destruyen familias enteras» (Tito 1:11) en su deseo enfermizo de control y pureza. Por encima de ellos, nadie: «son insumisos, charlatanes y embaucadores» (Tito 1:10). Proyectan su mente impura en sus sermones y enseñanzas cuyo monotema es ¡el pecado!
De los tales hay que mantenerse alejado cuando no huir de su presencia. Presencia que lo contamina todo. Agobian, cansan y al final te dejan una herida en las entrañas que tarda mucho en cicatrizar.
De ahí que constantemente debemos tener en mente la enseñanza de Jesús cuando dijo: “¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera” (Mt. 11:28-30 BTI). Estas palabras de nuestro Maestro y Salvador son el criterio de discernimiento para desenmascarar espacios e individuos que no se conforman con el Evangelio que hemos creído y confesamos.
Soli Deo Gloria
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