Sabido es que los acontecimientos originados por el Renacimiento y la Reforma abrieron las puertas hacia una nueva era en el conocimiento de las Escrituras. Se produjo a partir de allí un énfasis inusitado en cuanto al asunto de la gramática de los textos, sus características históricas y el contexto en el que éstos habrían nacido y tomado forma. De este modo, los así llamados “métodos histórico-críticos”, serían la corona de la exégesis desde entonces y hasta mediados del siglo XX. En los últimos años, sin embargo, hemos sido testigos de grandes cambios en los paradigmas hermenéuticos. La posmodernidad ha recuperado los tesoros perdidos por la estructura ideológica de la modernidad. Empero, si queremos ser completamente justos, debemos reconocer que ha sido aquella misma modernidad la que ha enriquecido de manera excepcional el campo referencial-escritural, proporcionándole a esta los métodos mencionados anteriormente, mismos métodos, huelga advertir, que ni siquiera el paso del tiempo ha logrado completamente desvirtuar, y aquello, en la medida en la que dimensión histórico y gramatical de los textos, bien se puede ampliar, complementar, purificar, pero nunca eliminar, si es que no queremos convertir a esos mismos textos en mera excusa para la colonización ideológica y cultural.
En la obra a la cual aquí hacemos referencia, “El camino de la cruz. Análisis crítico-redaccional del evangelio de Marcos”, el Dr. José Luis Avendaño nos ofrece un acercamiento al evangelio de Marcos, intentando precaverse del riesgo señalado anteriormente, y tomando, por lo demás, como guía conductora para toda su investigación, tal como el mismo título ya lo sugiere, la cruz de Jesús como itinerario que entrecruza todo el evangelio. Bajo esta perspectiva rectora, Avendaño presentará el viaje escritural emprendido por Marcos como un ir y venir de Galilea y hacia Galilea, no sin antes atravesar por la ciudad santa del judaísmo, Jerusalén, esto es, “Galilea-Jerusalén-Galilea”. Precisamente, este será el escenario sobre el cual se llevará a cabo la dinámica entre Jesús y los discípulos, teniendo siempre en mente, como lo advierte el autor, un hilo conductor que entrecruza todo el evangelio, y que resulta determinado por las temáticas de: “Jesús-llamado-evangelio-seguimiento-cruz”. Así, y de este modo, Avendaño seguirá el curso de los análisis sobre el evangelio de Marcos desde la inicial crítica de las formas (Formgeschichte), hasta arribar a una crítica de la redacción (Redaktionsgeschichte) que, no obstante, no sólo se muestra sensible al así llamado detrás del texto (los métodos histórico-críticos), sino, a su vez, al delante del texto, dado, principalmente por el método socio-retórico inaugurado y desarrollado por el investigador neotestamentario de Heidelberg, Gerd Theissen.
Finalmente, el libro concluirá con tres excursos, que nos proporcionará una visión mucho más panorámica del evangelio de Marcos: 1) El género literario “evangelio” y su inserción en el mundo entorno. 2) El carácter histórico de la resurrección de Jesús y, por último, 3) Galilea. El encuentro con el Crucificado-Resucitado. En todo este andamiaje bíblico-exegético, el autor nos ofrecerá, a su vez, un dialogo permanente con la reflexión dogmática-sistemática, particularmente en torno al tópico de la resurrección, y en la que despuntarán la referencia a los nombres de Wolfhart Pannenberg y Jürgen Moltmann y sus respectivas aproximaciones al resurgimiento del Crucificado de entre los muertos, sin perder en todo ello su conexión con el segundo evangelio.
El teólogo, el exegeta, el estudiante de teología, el pastor o laico interesado en el estudio de los evangelios, encontrarán en el libro de Avendaño una fuente de información enriquecedora en cuanto al análisis crítico-redaccional del evangelio de Marcos, particularmente desde el enfoque socio-retórico, al mismo tiempo que una sensible profundización respecto de los contenidos del seguimiento cristiano, bajo el signo conductor de la cruz. Pero, incluso, el apologeta interesado en la temática de la resurrección de Jesús, hallará en este libro del profesor Avendaño una luz teológica y hermenéutica desafiante, sobre aquello que constituye la esperanza de nuestra fe y redención.
Decía, Paul Ricoeur: “Nunca, en efecto, el intérprete se acercará a lo que dice el texto sino vive en el aura del sentido interrogado”. Ciertamente, en su cruz y resurrección, Jesucristo, enciende la antorcha y abre la brecha para que, el que tenga fe en él, tome su cruz y le siga. Así las cosas, el camino de la cruz no resulta como se enfatiza en el trabajo de Avendaño, en un camino destinado solo para Cristo, sino, antes bien, un camino de seguimiento para todo aquel que atiende al llamado de la Palabra de Jesús, el Cristo. Entonces, el “vivir en el aura del sentido interrogado” según la declaración de Ricoeur, no es otra cosa para el creyente que el vivir en el camino ininterrumpido del seguimiento. El camino de la cruz, entonces, es ese camino “que Dios preparó de antemano para que anduviéramos en él”.
Le asiste, por tanto, plena razón a Adolphe Gesché al afirmar que “pensar a Jesús es confesarlo como Cristo”. ¿Cómo podríamos, entonces, entender a este Jesús, el Cristo, sino es por medio de una teología de la cruz? Aún más, ¿en dónde podríamos escuchar, conocer, confiar y adorar a este Mesías-Cristo, sino es en y a través del camino de la cruz? Empero, el camino de la cruz no es solo un camino de confesión, sino asimismo de rendición y de pleno sometimiento a la palabra de Jesús. Somos llamados por el Dios encarnado a encarnar nosotros mismos en nuestras vidas su llamamiento, somos retados por el Cristo de la cruz a transitar nosotros mismos también por el camino de la cruz, no llevando su cruz, ni cualquier otra, sino la nuestra propia.
No pocos son los que discurren ampliamente hoy acerca de la teología de la cruz, tópico obligado de un lenguaje de buena crianza teológica y de muestra clara de una sana ortodoxia, cuando no, de refinada erudición, pero, en realidad, debemos reconocer que muy pocos son los que realmente están dispuestos a recorrer el camino de la cruz, dicho en términos del segundo evangelio, “desde Galilea hasta Jerusalén”. En esta breve reseña que hemos realizado de la obra Avendaño, podemos concluir que todo el camino exegético y teológico desplegado por el autor de principio a fin, despierta en el lector el imperativo a volver a tomar su cruz, y seguir en el camino del seguimiento al llamado del Crucificado-Resucitado. Como un teólogo sensible a los giros culturales e ideológicos de su época, el Dr. Avendaño actualiza para el ser humano de hoy el llamado al seguimiento por el camino de la cruz, tal como le fue comunicado a los primeros lectores del evangelio de Marcos, de cara a sus propios desafíos y tensiones culturales. Jürgen Moltmann apuntaba hacia “el camino de Jesucristo”, Avendaño nos dirige “al camino de la cruz”, Moltmann nos recordaba que no hay “teología sin esperanza”, Avendaño nos recuerda, aquí en este libro, que no puede haber verdadera “teología sin cruz”.