Posted On 13/05/2021 By In Diálogo Interreligioso, Opinión, portada With 1144 Views

Los aportes de Louis Massignon y su concepto de Hospitalidad, contrario al fanatismo, que afectaría el diálogo Oriente-Occidente | José P. Chacón

Louis Massignon (Nogent-sur-Marne, 25 de julio de 1883, Paris 31 de octubre de 1962), fue un importante intelectual francés del siglo pasado que poseía una vocación innata por los desheredados y los marginados del mundo. En él podemos sumergirnos por igual en una combinación sensible y erudita de ciencia, fe, compasión y diálogo interreligioso.

Filólogo y orientalista, posiblemente el más notorio islamólogo del siglo XX,  J. Madaule le llamó “El más cristiano de los musulmanes y el más musulmán de los cristianos”. En ese sentido podemos añadir que Louis Massignon es un fiel hijo de la fe de Abraham  pues, en realidad, su espiritualidad es abrahámica (desde su filiación cristiana y hacia un respeto profundo del judaísmo y el islam).

En estos párrafos quisiera acercarme a sus conceptos de Intercesión y Hospitalidad Sagrada, como claves para un diálogo permanente entre culturas, religiones y espiritualidades. Sobre todo, a la luz de la deriva política, social y religiosa que acusa nuestra actualidad. Una actualidad fragmentada, dividida, amenazante para las minorías étnicas y religiosas. Realidad exacerbada por la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 que provoca la enfermedad poli sindrómica de la COVID-19.

 

1.1-Hospitalidad sagrada

Un concepto que se inspiró en la idea centrípeta de la fe abrahámica de la hospitalidad hacia el extranjero. Una idea anquilosada, muy probablemente, en aquellos misteriosos huéspedes, visitantes, que Abrahám acogió en Mamré. Massignon ahonda y reflexiona en el mandamiento islámico de la hospitalidad, que exige, según su exégesis, aceptar a cualquier persona e incluso servirla sin querer cambiarla o desear que sea diferente.

El poeta israelí Yehuda Amijai (que sabe de fanatismos en su tierra) puede ayudarnos en este diálogo con el gran islamólogo francés, cuando dice: “Donde tenemos razón no pueden crecer flores”.  Acoger, entonces, no solo significa literalmente “recibir en casa” sino “hacer sentir en casa” al otro, al diferente. Y esto exige reflexionar políticamente, sobre todo en un contexto de rechazo de las minorías, esas mareas migrantes que perecen en los mares del Mediterráneo, en las fronteras centroaméricanas o en el río Bravo.

Lo contrario a la hospitalidad es, pues, el fanatismo.  Y es por eso que el pensamiento de Massignon se vuelve más relevante aún cuando observamos el estado actual de las cosas, el resurgimiento de los nacionalismos, sectarismos, la xenofobia y toda forma de rechazo, violencia y persecución.

El fanatismo es extremadamente pegajoso, afirma el también israelí Amos Oz, es más contagioso que cualquier virus:

“Se puede contraer fanatismo fácilmente, incluso al intentar vencerlo o combatirlo. Leyendo periódicos o viendo televisión, es posible comprobar todos los días lo fácilmente que la gente se convierte en fanática antifanática. Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser. El fanático es una criatura de lo más generosa. El fanático es un gran altruista. A menudo, está más interesado en los demás que en sí mismo. Quiere salvar tu alma, redimirte. Libertarte del pecado, del error, de fumar. Liberarte de tu fe o de tu carencia de fe” (Amos Oz, Contra el fanatismo).

La Hospitalidad Sagrada también hunde sus raíces en la vida de Jesucristo, «quien pidió hospitalidad y murió en una cruz», aceptando así incluso la violencia de sus verdugos (Gude 1996, p. XII). Este concepto también forma la base de su firme creencia en la convivencia pacífica entre diferentes etnias, lo que le hizo alzar la voz contra el desplazamiento de los pobladores palestinos, obligados a salir de su tierra tras la creación del Estado de Israel.  Massignon creía en la posibilidad de una tierra en la que convivieran judíos y palestinos.

La Hospitalidad Sagrada es para Massignon una experiencia personal.  En 1908 fue apresado por los turcos en el Tigris. Estaba enfermo de paludismo y fue llevado cautivo a Bagdad acusado de ser un espía y sentenciado a muerte.  En esa situación extrema, Massignon concibe la idea de suicidarse. Entonces fue rescatado por los “hospedadores” árabes de la familia Alussy que consiguieron un salvoconducto para que Massignon pudiera regresar a Francia.  Esta experiencia lo marcó profundamente, llevándolo a la experiencia misma de la mediación hospitalaria, que salva vidas.

 

1.2-La importancia de la intercesión mutua

La oración mutua, entre diferentes religiones, en conjunto o cada quien desde sus lugares de culto es una necesidad urgente para Massignon. El experimentó ese poder místico e interreligioso durante su conversión al cristianismo y dedicó su vida a “sustituir” a los musulmanes en oración y en acción. No para que se convirtieran al cristianismo, eso hubiera sido contradictorio con su concepto de la Hospitalidad, sino como signo de diálogo y de Compasión.

Bajo ese concepto Massignon preside la “Asociaciónd de Amigos de Gandhi” desde 1954 hasta su muerte. También, en 1934, había fundado en El Cairo la Badalirya (Substitución) con cristianos árabes, con el propósito de cooperar con los musulmanes en el conocimiento de las figuras de Jesús y María desde el mismo Corán. Todo esto terminará siendo una especie de eje gravitacional alrededor del cual giran sus ideales de una especie de “religión universal del amor, la justicia y la no violencia”.  Organizaba oraciones y ayunos conjuntos entre cristianos, judíos y musulmanes en múltiples lugares del mundo. Especialmente en La Selentte (Francia), que es un lugar de aparición de la Virgen y que, a la larga, Massignon convertirá en un centro de peregrinaje para la oración en favor de la justicia en el mundo, lo mismo que los centros interreligiosos de Stiffel (Bretaña) y Mereculi (Nueva Delhi), donde Gandhi fue asesinado.

Una sociedad más hospitalaria y misericordiosa, un diálogo sin término entre religiones y espiritualidades, una intercesión mutua y compasiva, en reuniones conjuntas o no, para la paz y la no violencia, la articulación de relaciones interculturales e interreligiosas en pro de la justicia que clamen por los desheredados de la Tierra. En Massignon podemos encontrar un guía, un maestro.

 

 

José Pablo Chacón

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