Posted On 19/11/2021 By In Ecumenismo, portada, Teología With 1282 Views

El ecumenismo en América Latina y el Caribe | Harold Segura

El ecumenismo en América Latina y el Caribe.

I SEMINARIO ECUMÉNICO

Convocado por el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe, CEBITEPAL, el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM y World Vision para América Latina y el Caribe

8 de noviembre de 2021

Harold Segura[1]

 

Para el presente mapa del ecumenismo en América Latina y el Caribe me permitiré, con la venia de ustedes, hacer uso de una de mis aficiones personales: la fotografía. Lo digo de manera figurada, porque lo que les voy a presentar a continuación no son más que eso, fotografías personales del acontecer ecuménico en nuestra Región. Las instantáneas provienen de mi peregrinaje ministerial por los 18 países en los que World Vision tiene contactos directos con iglesias y organizaciones eclesiales. En nuestro trabajo, aunamos esfuerzos con la Iglesia Católica, con las comunidades de fe evangélicas, redes interreligiosas y otras organizaciones de fe para trabajar, en espíritu de unidad, por la protección de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y contribuir a eliminar la violencia. Servimos con carácter cristiano a favor de una niñez protegida con ternura, que sea, a su vez, promotora de una sociedad más justa y segura.

Entonces, traigo este registro de lo que observo u observamos en el terreno y de los cambios que acontecen en la cuestión ecuménica. Vale agregar que el tema amerita una investigación más concienzuda, de corte académico, que de cuenta de cuál es el panorama del ecumenismo en sus más variadas formas. Quizá este I Seminario Ecuménico, que en buena hora nos convoca, sirva también para sembrarnos esa inquietud y animarnos a acordar esfuerzos en un proyecto que nos permita tener una visión más veraz de lo que aquí expondré en mis modestas fotografías.

Este álbum lo dividiré en tres secciones: el del ecumenismo institucional, es decir, el desarrollado por diferentes organismos que han trabajo a favor de la Unidad de los cristianos y a los que mucho les debemos, como el Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI, el Foro Cristiano Mundial (sección de América Latina y el Caribe) y, cómo no, los Departamentos de Promoción de la Unidad y el Diálogo de las diferentes Conferencias Episcopales en cada país, entre otros esfuerzos propiamente eclesiales.

En la segunda parte mostraré las fotografías sobre el ecumenismo que, aunque no depende en forma directa de las instituciones u organismos anteriores, se organiza con cierta espontaneidad alrededor de proyectos sociales, causas justas y trabajo de cooperación a favor de las personas más vulnerables. Los ámbitos de trabajo son variados, aunque casi siempre orientados hacia causas sociales. Es un ecumenismo por la vida, de gestos concretos, que caminan al margen de la institucionalidad y que, en algunas ocasiones, ni siquiera se reconocen como sector ecuménico. Pero lo son en la medida que se integran a través de sus convicciones de fe (espiritualidad) y lo hacen en medio de la diversidad confesional. Estas fotos son las más nítidas y vistosas del álbum, aunque no siempre aparezcan en los registros institucionales.

En la tercera sección, las fotos mostrarán el acercamiento ecuménico de intencionalidad política, que busca incidir ante la ciudadanía o ante las instancias gubernamentales a favor de una causa moral o en oposición a propuestas nacionales que, en opinión de estos grupos, atentan contra lo que se ha llamado “la moral cristiana y las buenas costumbres”.

Estos tres álbumes me sirven para examinar, con sentido pastoral, lo que ocurre en América Latina y el Caribe y me ayudarán a mostrar que el ecumenismo no se reduce a los ecuménicos, o que la unidad cristiana llega más allá de donde llega el ecumenismo formal. En otras palabras, para exponer que la unidad, el diálogo y la cooperación traspasa las fronteras de las jerarquías ecuménicas. En términos del Concilio Vaticano II, para reconocer la acción del Espíritu Santo en el movimiento por la unidad de los cristianos.[2] Y bien sabemos que allí donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Cor.3,17).

 

Ecumenismo eclesial o institucional

Hablamos aquí de la institucionalidad ecuménica. En ella aparecen los Departamentos de Promoción de la Unidad y el Diálogo de las Conferencias Episcopales de la Iglesia Católica. Estos esfuerzos son, quizá, la mejor representación del llamado ecumenismo eclesial o institucional, siendo que descansan en cabeza del obispo, como pastor del rebaño y “quien tiene la responsabilidad de reunir a todos en la unidad”, como bien lo señala el Vademécum ecuménico, publicado en el 2020 por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.[3]

En el sector evangélico, sobresale en este ecumenismo eclesial o institucional el Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI, con una historia que se remonta a 1978 cuando se reunió su primera Asamblea en Oaxtepec, México. Su última Asamblea General fue en el 2013, reunida en La Habana, Cuba, bajo el lema: Afirmando un ecumenismo de gestos concretos.[4]

Se suma también a esta forma de ecumenismo, el Foro Cristiano Mundial, FCM[5] iniciativa que, para el caso de América Latina y el Caribe, tomó forma en Santiago de Chile, en el año 2007 cuando se convocó una Consulta Regional bajo el lema Nuestro peregrinaje con Jesucristo. Una segunda reunión tuvo lugar en San José, Costa Rica, en noviembre de 2010. En estas reuniones, tanto el CELAM como el CLAI brindaron un entusiasta respaldo y formaron parte de los comités organizadores.

Además de los anteriores esfuerzos, se añaden otros que, aunque no dependen directamente de las Conferencias Episcopales católicas, ni del CLAI, ni del FCM, tienen una estructura nacional o local y, en algunos casos, una historia de varios años en la promoción de la Unidad. Se llaman de diferentes maneras, fraternidades, como en Ecuador; núcleos, como uno de las varias iniciativas ecuménicas que existen en Chile; o comités, como en Panamá, o consejos, red, como en Cuba; o concejos, como en Guatemala; o foros ecuménicos, como en Cali, Colombia; o centros, como en República Dominicana. En fin, son organizaciones diversas, en su mayoría de alcance nacional, casi siempre integradas por representantes de la Iglesia Católica, del protestantismo histórico, de las iglesias evangélicas, incluidas en muchas ocasiones, las pentecostales, entre otras más.

Siendo tan variadas sus conformaciones y estructuras internas, como sus fines, no es posible aunarlos bajo un mismo carisma o interés ministerial. La sola realidad de Brasil desbordaría cualquier intento. Algunos de ellos, orientan su acción ecuménica hacia el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil para impulsar procesos democráticos y la justicia social, en otros casos, ofrecen programas de formación sociopastoral y de investigación como, por ejemplo, el Departamento Ecuménico de Investigaciones, DEI, fundado en 1977, ubicado en Costa Rica y con una larga y respetable historia vinculada a insignes representantes de la Teología de la Liberación.

En estas primeras tomas he querido retratar a este grupo que, aunque diverso, se caracteriza por tener institucionalidad organizativa y una trayectoria histórica. En la mayoría de casos, con vínculos fraternos con el Consejo Mundial de Iglesias, CMI o con otros organismos eclesiales internacionales como la Federación Luterana Mundial, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, entre decenas más.

Son historias diferentes, aunque, en mi opinión, con una cualidad común, la de promover el ecumenismo desde una instancia o estructura institucional (propuesta pastoral, jerarquía, recursos financieros y reconocimiento legal).

Este ecumenismo, llamado por algunos expertos, ecumenismo eclesial, no es el que más frutos cosecha. Seamos sinceros; en algunos casos está en franca crisis. A veces, una crisis ocasionada por los modelos de financiación internacional. Al cambiar estos modelos de los organismos ecuménicos del llamado Norte global, se produjo un efecto casi inmediato en los organismos ecuménicos del Sur. Este factor económico pocas veces se contempla en estos análisis. Casi siempre entran en consideración los factores teológicos, eclesiológicos y hasta políticos, como si el panorama financiero del ecumenismo no contara… ¡y cuenta!

Al resquebrajarse la acción de algunos sectores de este ecumenismo institucional, sus actividades han quedado girando alrededor de eventos simbólicos y protocolarios, siempre necesarios como signos de Unidad, como la celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, pero sin un impacto efectivo y expansivo en la vida pastoral de las comunidades de fe (que muchas de ellas, reconozcámoslo, siguen siendo antiecuménicas). En mi opinión, este es un ecumenismo que tiene más pasado que presente y, quizá, muy poco futuro. Quisiera estar equivocado en mi pronóstico.

Una de las instituciones ecuménicas que mejor representa esta situación crítica es el Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI, del cual World Vision ha sido socio fraterno (compromiso que se mantiene firme y esperanzado). Hace algunos años cerró su sede en Quito, Ecuador; desvinculó el personal operativo que trabajaba para la institución, dejó de publicar su revista Signos de Vida (de la que tuve el honor de ser miembro del equipo editorial), también cesaron sus extraordinarias publicaciones de alto contenido teológico y social y entró en una pausa que se ha hecho muy larga. ¡Cuánta falta ha hecho el CLAI en el acontecer eclesial y social, sobre todo en los actuales momentos de tantos debates teológicos y de profunda crisis social a raíz de la pandemia!

 

Ecumenismo espontáneo alrededor de la vida

Esta es la foto más esperanzadora, la de los encuentros abiertos, muchas veces desligados de la oficialidad eclesial, que se organizan para la promoción de la vida, el trabajo con las personas migrantes, las detenidas en cárceles, las que padecen enfermedades en las clínicas y hospitales y, en general, que abrazan como causa la buena nueva de la dignidad humana. En el tiempo de pandemia, este ecumenismo ha crecido. En Perú, una iglesia pentecostal en un barrio urbano marginal convocó a la comunidad formada por personas católicas, evangélicas y de otras confesiones para una “olla común” que proporcionaba alimentación diaria para los vecinos del sector.[6] En otros lugares, fueron las parroquias católicas las que movilizaron a los vecinos y a las instituciones educativas para ofrecer asistencia médica a los enfermos. Eran proyectos animados por la fe, con un entusiasta acompañamiento bíblico, en el que se unían católicos, pentecostales y otras comunidades eclesiales, para juntar manos servidoras a favor de las personas más afectadas por la COVID-19.

En estos ejemplos, como en cientos más, los esfuerzos son de espíritu ecuménico, pero no de cuño institucional. Algunos proyectos tienen ya varios años de trabajo, como uno que conozco de cerca en Costa Rica. Tienen celebraciones litúrgicas en común cada semana, se reconocen desde su particularidad confesional, ninguno de sus miembros la niega, pero no por ella han dejado de ser comunidad de servicio a la niñez más vulnerable de un sector de Sabanilla de Curridabat, en San José. ¿Saben que son ecuménicos? No lo sé. Algunos, los más avezados en temas teológicos, si, pero la mayoría no ha escuchado el término y si lo han escuchado, no les asusta. ¡Son ecuménicos, sin saberlo! Se contentan con seguir a Jesús, acercándose de manera fraterna a los demás y juntando sus manos para el servicio. La lista sería extensa y mucho más si tuviéramos en cuenta los cientos de sitios ecuménicos en redes sociales como Instagram, Twitter, Facebook y, recientemente, TikTok, donde existen grupos, generalmente de jóvenes, que dialogan sobre temas teológicos y desarrollan proyectos educativos y sociales con enfoque ecuménico (en el caso de los más jóvenes, no quieren identificarse como ecuménicos, porque el ecumenismo les tiene sin cuidado). La cuestión ecuménica pasa su mejor momento en las redes sociales, aunque con poco interés por parte de los ecuménicos institucionales, por cierto, poco dados al uso de dichas redes.       Al parecer, entonces, la dinámica de la unidad no siempre es igual a la mecánica del ecumenismo. Pienso que a esto se refería el cardenal Walter Kasper, quien fue presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, cuando invitaba a pensar en nuevas y creativas formas de acercamiento cristiano. Decía el prelado alemán que era urgente superar las formalidades institucionales, casi siempre estrechas, y abrirse a la realidad pneumatológica, caracterizada por la libertad (2 Corintios 3:17). Estas fueron sus palabras en la apertura de un importante foro ecuménico:

…la unidad de los discípulos de Cristo no se puede “hacer” mediante diálogos teológicos, aunque son muy importantes e irrenunciables, ni mediante una cierta denominada diplomacia eclesiástica o mediante acciones pragmáticas, aunque tengan su utilidad. En última instancia, la unidad de la Iglesia es, si bien visible, una realidad pneumatológica y por lo tanto un don del Espíritu de Dios. Según el apóstol Pablo hay una diversidad de carismas dentro la Iglesia, pero uno solo es el Espíritu (1 Corintios 12,4), que es como el alma de la Iglesia. Es significativo que las palabras de Jesús «que todos sean una sola cosa» no son un mandato, sino una plegaria; y el ecumenismo en último término no es otra cosa que unirse a esta plegaria de nuestro Señor y hacerla nuestra.[7]

Y, aunque al final de su discurso, afirmaba la centralidad de la Iglesia institucional y la advertencia en contra de los ecumenismos al «propio gusto y manera» separados de la comunión de la Iglesia, insistía en la urgencia de una espiritualidad ecuménica que movilizara la conciencia de la misma Iglesia y la hiciera más dispuesta y abierta a la gracia insondable del Espíritu. Porque, decía él, “el Espíritu es quien la hace entrar en una verdad cada vez más grande y cada vez más profunda”.[8] Se trata, pues, de partir de las realidades fundadas por la gracia del Espíritu, allí donde ellas se encuentran (la realidad pneumatológica), dentro o fuera de la institución formal, allí donde el viento sigue soplando por donde quiere, aunque no sepamos de dónde viene ni adónde va (Juan 3:8).

Y en América Latina y el Caribe soplan, y no desde ahora, muchos de esos vientos de renovación de la Unidad, que se despliegan al margen de la institucionalidad ecuménica histórica, incluso, algunas, al margen de las mismas iglesias. La nueva realidad, antes citada, de los jóvenes que viven el ecumenismo de la vida, la amistad y la solidaridad, ameritaría una fotografía panorámica a todo color. Esta es, quizá una de las nuevas realidades del ecumenismo que bien valdría una investigación a fondo: el ecumenismo digital, que no depende de la presencialidad física, pero que anima experiencias reales de vida y se propaga por medio de redes. Son expresiones que brotan alrededor de un interés particular de la fe en Jesucristo y no a través de un acuerdo teológico o de un proyecto ecuménico institucional definido. Son encuentros interconfesionales en los que sus participantes desconocen que existe algo que se llama el movimiento ecuménico y, en ocasiones, hasta tienen prevenciones con el mismo término. Estos encuentros por lo general, se interesan más en facilitar una experiencia de fe compartida, antes que en resolver un problema teológico concerniente a la Unidad. La experiencia de encuentro, servicio y aprendizaje es, en estos casos, lo más importante. Para estas personas, la unidad prevalece allí donde el ecumenismo aún no ha llegado.

 

Causas comunes y Unidad estratégica

En tercer y último lugar, en este álbum de fotografías está el nuevo y sorprendente ecumenismo de Unidad estratégica y cálculo político. En lo personal, me sorprende desde cuando lo vi aparecer hace ya casi 20 años, en medio de pertinaces debates políticos. Lo observé de cerca siendo yo director de World Vision en Bolivia durante el primer período del presidente Evo Morales. Entonces, católicos y evangélicos marcharon juntos contra el Movimiento por el Socialismo, MAS. Unos pocos años después, observé lo mismo en Venezuela, después es Brasil y en tantos países más. Aquello que el ecumenismo institucional no había logrado con tantos esfuerzos y en tantos años de trabajo, lo lograron los partidos políticos y las opciones de oposición política, generalmente de derecha. Este es un “ecumenismo”, así, entre comillas, más estratégico que confesional que, de todas maneras, se debe reseñar por la enorme influencia que ha tenido en varios procesos electorales de la Región.

Allí donde muchas veces hubo enconados desencuentros antiecuménicos entre católicos y evangélicos, o entre pentecostales y bautistas, hoy, y como por arte de magia, marchan juntos, oran y rezan en la misma plaza, y hacen frente común para expresar sus reclamos políticos y apoyar causas morales. Marchan contra el aborto, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, a favor de la educación religiosa, en contra de las cartillas de educación sexual, a favor de que se mantenga la palabra Dios en las Constituciones nacionales y otras causas más. En fin, los temas ético-morales y políticos (ya no los doctrinales ni litúrgicos) son los dos ejes que movilizan estos nuevos acercamientos estratégicos interconfesionales que, en mi caso, me sorprenden y desconciertan. Como sea, vale registrarlos para posteriores análisis de la situación actual de las relaciones católico-evangélicas y para la cuestión ecuménica en general.

En esta misma parte del álbum caben también unas fotografías que de una u otra manera repercuten en el panorama ecuménico de América Latina y el Caribe, como por ejemplo la creciente participación de candidatos evangélicos en las contiendas electorales, algunos como aspirantes a ser presidentes de sus países. Por otra parte, la movilización de amplios sectores evangélicos para reclamar ante el Estado la igualdad de derechos de sus comunidades religiosas. Hasta aquí mis fotografías a paso de peregrino observador.

Termino con un texto de Gabriel García Márquez. Hablando del mundo del futuro, dice Gabo que el instrumento esencial de ese mundo será la imaginación. Y que, por eso, por lo de la imaginación, estamos entrando a “la era de América Latina”, porque somos el “primer productor mundial de imaginación creadora”.

Una imaginación que debe ser puesta a favor de “un continente todavía sin descubrir, en el cual la muerte ha de ser derrotada por la felicidad, y habrá más paz para siempre, más tiempo y mejor salud, más comida caliente, más rumba sabrosa, más de todo lo bueno para todos. En dos palabras: más amor”.

La invitación, es, pues, a entrar en ese nuevo mundo con imaginación. Receta feliz para nuestro ecumenismo latinoamericano y caribeño necesitado de nuevos sueños y cansado de las rutinas diplomáticas, las riñas de poder, las muchas quejas y las pocas esperanzas; agotado de repetir lo ya sabido y de no atreverse a imaginar lo que aún no ha sido. El camino de la unidad nos presenta una puerta abierta hacia el futuro y nos invita a entrar por ella con imaginación. Se trata de un ecumenismo que sueñe, aspire, conspire e imagine la unidad del mañana; para que esa unidad contribuya en la construcción de ese mundo que con maestría literaria nos describe García Márquez: con felicidad para todos, mejor salud, mucho amor y mucha fiesta. Y yo no quisiera que el ecumenismo latinoamericano se quedara por fuera de esa fiesta, que es, en palabras del Evangelio, la fiesta suprema del Reino de Dios.


[1] Harold Segura, Director del Departamento de Fe y Desarrollo de World Vision para América Latina y el Caribe. Pastor bautista, teólogo y profesor universitario. Colombiano, residente en Costa Rica. Correo electrónico: harold_segura@wvi.org

[2] Unitatis Redintegratio, 8

[3] Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, El Obispo y la Unidad de los cristianos: vademécum ecuménico, 2020, en: https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2020/12/04/doc.html

[4] Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI, Carta pastoral de La Habana, 2013, en: https://www.yumpu.com/es/document/read/36410372/la-habana-consejo-latinoamericano-de-iglesias-clai

[5] Cf. Foro Cristiano Mundial, en: https://globalchristianforum.org/es/que-hacemos/

[6] Iglesia Monte Sinaí en Villa María del Triunfo, Lima, de la Iglesia de Dios del Perú. Pastor, Dr. Darío López. Sobre este caso, se publicará una entrevista en el canal de YouTube titulado Pastoral por la Vida, próximo a aparecer y que estará bajo la Dirección de Harold Segura y el auspicio de World Vision.

[7] Discurso de inauguración de El Ecumenismo Espiritual y de la Caridad, celebrado en Barcelona, febrero 19-20, de 2007. El texto completo del discurso puede verse en: http://www.mscperu.org/teologia/1ecumenismo/ecumenismo_espiritual.htm

[8] Ibid.

Harold Segura C.

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