Posted On 21/10/2022 By In Opinión, portada With 742 Views

Jaculatoria contra el sectarismo | Isabel Pavón

 

Publicado en 2015 en Protestante Digital

 

«Desconfío de esa gente que también conoce lo que Dios quiere que ellos hagan, porque he notado que coincide con los deseos personales que tienen»

 Susan B. Anthony, cristiana cuáquera, sufragista, defensora de los derechos de las mujeres (1820-1906)

 

Podría pasar, y de hecho pasa, que personas con afán de protagonismo, mentes fatuas, fracasados sin cabida en otros grupos, intolerantes que necesitan a personas dóciles que les alaben, les rían las gracias, agachen la cabeza en señal de sumisión y servilismo, se encumbren y formen comunidades seudocristianas que nada tienen que ver con el mensaje de Cristo.

Son falsos dirigentes convencidos de que tanto las personas como sus posesiones les pertenecen. Hacen uso del chantaje emocional. Intentan robarles la independencia, la libertad, la confianza, la fe. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

No piden opinión, no consultan con los miembros. No sirven, son servidos, de ahí que intenten convencer de su singular y primordial relación con el Espíritu Santo. Sólo ellos pueden comunicarse con él y viceversa. De él reciben (eso dicen) la iluminación de todos los proyectos habidos y por haber que realmente salen de su antojo. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Fanáticos de sí mismos no renuncian a sus propósitos. Sus verdades son inmodificables y eternas. Se creen poseedores de la verdad absoluta. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Se trata de alumbrados que construyen su propia teología de poder y fomentan la docilidad en nombre de Dios para amedrentar, destrozar a personas de buena voluntad que han llegado hasta sus manos por error. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Son cabecillas que, acompañados por la familia carnal la mayoría de las veces, actúan haciendo uso de la fuerza, roban la libertad y la dignidad. Se apropian del dinero ajeno, del tiempo ajeno, de la casa ajena, de los hijos ajenos, de la intimidad ajena y de todo lo que otros pudieran tener. Todo les corresponde. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Prohíben el sentido crítico a los disidentes porque temen el poder de su inteligencia. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Son como niños caprichosos que, para no sentirse infravalorados, los seguidores tienen que bailar al son de su música, comer sin rechistar los deplorables potajes que cocinan, llorar cuando ellos quieren y reír cuando les apetece, pues también se sienten dueños del estado de ánimo ajeno. En caso contrario sacan el látigo sin ningún remordimiento. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Quien no obedece a ciegas es purgado, confinado. Quien no es compatible es señalado,  castigado. A cada orden salida de sus bocas piden amenes y más amenes. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Mantienen al grupo bajo presión constante, coacción continuada y amenazas. Les roban la paz del Señor. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Aíslan a los que creen que les pertenecen. Forman comunidades independientes para no relacionarse y tener que dar cuentas. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Yo hago. Yo pongo. Yo quito. Yo digo. Yo decido. Yo mando. Condenan y  acusan: Vosotros no hacéis. Vosotros no podéis. Vosotros no queréis. Vosotros no estáis. Vosotros no tenéis. Vosotros necesitáis cambiar o el Señor os abominará. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Son apasionados dictadores que prohíben escapar de su potestad. Critican cualquier otra congregación para no perder súbditos. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Cuando a estos gobernantes eclesiales no les salen sus planes, culpan a los demás de sus fracasos. Esto nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

Si usted se reconoce como una víctima de lo que expongo, pida ayuda, salga de ahí y no vuelva, pues la actitud de su pastor demuestra que ha perdido la razón y el norte y nada tiene que ver con el evangelio, las buenas noticias de Cristo.

¡Huya! El Señor le protege.

 

 

 

Isabel Pavón
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