Posted On 05/05/2023 By In Opinión, portada With 2429 Views

El triángulo amoroso de Karl Barth | Alfonso Ropero

Aunque los más próximos a Karl Barth estaban al tanto de la relación afectiva de este con su ayudante Charlotte von Kirschbaum, la mayoría de los teólogos e historiadores interesados en la obra de Barth apenas si se ocuparon de esta cuestión por la sencilla razón de que nadie podía confirmar si su relación era algo más que profesional. Con la publicación de la correspondencia privada de Barth con Kirschbaum, la cuestión se hizo pública, confirmando el carácter de idilio amoroso entre ambos (entendido como adulterio por muchos), lo que ha dado origen a valoraciones de todo signo, desde aquellos que nunca leyeron a Barth y que ahora encuentran motivo para no hacerlo, a los que le leyeron y piensan dejar de hacerlo; pasando por los que se han esforzado en comprender e incluso justificar el comportamiento de Barth, hasta los que se han escandalizado por la misma y creen percibir en ella el resultado de su teología.

Para el lector de lengua inglesa, todo comenzó en 2016 con una conferencia  Christiane Tietz sobre «Karl Barth and Charlotte von Kirschbaum», expuesta en la Karl Barth Society of North America, cuyo texto se publicó en la revista Theology Today, edición de julio de 2017. Las reacciones no se hicieron esperar.

Mark Galli, Editor general de Christianity Today y autor de un libro sobre Karl Barth dirigido al público evangélico[1], cuya salida al mercado coincidió con el artículo de Christiane Tietz, se quedó de piedra, y se vio seriamente comprometido en su defensa del teólogo suizo. Después de leer el artículo de Christiane Tietz en Theology Today, Galli sufrió un profundo aturdimiento. «No era simplemente que Barth hubiera cometido adulterio o que un gran teólogo demostrara no ser tan bueno en su vida personal. […] Había leído mucha especulación, pero no tenía acceso a información sólida. […] Lo que me sorprendió ahora fue especialmente la lógica que Barth usó para justificar la relación. Barth interpreta teológicamente su propia situación como una tensión entre el “orden” y lo que “nos ha sobrevenido sin querer desde la misteriosa y culpable profundidad de lo humano”, entre “la santidad del mandato” y “que tú [Charlotte] y yo estamos juntos entre el derecho y el “evento natural” […] Es natural que los teólogos utilicen su método teológico para justificar su conducta ilícita. Todos usamos cualquier lógica disponible para justificar nuestros pecados. La autojustificación está tan entretejida en el tejido de nuestras almas que es un esfuerzo de toda la vida para desarraigarla. De hecho, podemos estar seguros de que nunca nos desharemos de él por completo»[2].

«Cuando leí el ensayo de Tietz tuve una reacción física —escribe Bobby Grow—. La cabeza me daba vueltas y se me revolvía el estómago. Durante muchos años he sido un firme defensor de la teología de Barth en Internet, y esta noticia me deja desilusionado (lo cual es quedarse corto)»[3]. El pastor y teólogo reformado William B. Evans, dice que la lectura del ensayo de Tietz sobre las cartas escritas por el puño y letra de Barth, Nelly y von Kirschbaum, «es casi insoportable de leer por su infame contenido»[4]. Una reacción exagerada, ya prevista por la autora a la hora de exponer en público la correspondencia privada de los interesados. A la hora de redactar su ensayo, confiesa que tenía miedo.

«Miedo de entrar en dos perspectivas diferentes, pero ambas equivocadas: el voyerismo por un lado y el moralismo por el otro. Me pregunté… ¿cómo puedo ser capaz de mirarlas [las relaciones privadas de Karl Barth] no con una mirada voyeurista, en la que disfruto entrometiéndome en su intimidad… ¿Cómo sería posible que no las juzgara de manera moralista?»[5].

Entonces, ¿por qué lo hizo? En primer lugar, no fue la decisión personal de una escritora sensacionalista que busca remover los asuntos turbios de una pareja famosa, como aquellos que «están ansiosos por mirar el dormitorio de Karl Barth a través de una mirilla, para encontrar alguna razón para rechazar los monumentales logros teológicos de Karl Barth»[6]; sino que la ocasión le llego de un modo imprevisto, no sensacionalista, y procedente del mismo entorno de Barth: los hijos de este, ya ancianos, decidieron dar a conocer la correspondencia privada de su padre con la intención de «poner fin a los rumores maliciosos». Christiane Tietz explica que los hijos de Karl Barth publicaron estas cartas privadas, porque «pensamos que había llegado el momento de sacar a la luz los aspectos brillantes y sombríos de ese amor tan especial y único en el que nuestro padre estaba unido a nuestra “tía Lollo” [Charlotte]»[7].

Por si acaso, conviene aclarar que Christiane Tietz no es periodista de la prensa rosa, sino una profesora de teología en la Universidad de Basilea, con estudios de matemáticas y teología protestante en Frankfurt/Main y Tubinga. Fue asistente de Eberhard Jüngel y su tesis doctoral versó sobre Dietrich Bonhoeffer[8].

Por otra parte, lo que escandalizó al panorama evangélico-protestante estadounidense en 2017, era una cuestión más o menos conocida y comentada en los medios académicos europeos. El biógrafo y estudiante de Barth, así como su último asistente, Eberhard Busch, afirmaba abierta y públicamente ya en los años 70 del siglo pasado, que Barth y Charlotte eran amantes:

«No hay duda que la intimidad que su relación con él causó particularmente fuertes demandas y exigencias en la paciencia de su esposa Nelly… Barth mismo no vaciló en asumir la responsabilidad y culpa por la situación que se había producido. Sin embargo, él pensó que aquello no podría ser cambiado. La situación tenía que ser aceptado y tolerado por los tres. El resultado fue que ellos llevaron una carga que les causó un sufrimiento horriblemente profundo. Las tensiones se levantaron, las cuales les agitaron, estremecieron y afectaron hasta el corazón»[9].

Antes de entrar en la valoración de los acontecimientos aquí mencionados, convendría ponernos en situación y tener una imagen de los personajes y las circunstancias que dieron lugar a ese problemático «trío amoroso», calificado de infidelidad matrimonial (sea sexual o no)[10], adulterio[11]; o «bigamia funcional»[12].

El ensayo de Tietz trabaja a partir de algunas cartas enviadas entre Barth y Kirschbaum; son cartas que los propios hijos ancianos de Barth, se sintieron obligados a compartir con el público. Lo que revelan es que Kirschbaum y Barth se amaban; más que eso, eran amantes; y más todavía, Barth la llevó a vivir a su propia casa con su mujer y sus cinco hijos. Barth no estaba dispuesto a renunciar a Kirschbaum, y debería haberlo hecho en consideración a las dificultades provocadas por situación tan irregular, aparte de valoraciones de carácter moral, estando al borde del divorcio en varias ocasiones que, por alguna razón, Nelly, su esposa, no llegó a producirse, pese al sufrimiento y la amargura que semejante situación provocó en ella. El ensayo de Tietz ofrece muchos detalles perturbadores y de difícil explicación.

Una vida en conflicto

Desde el comienzo de su carrera, Karl Barth estuvo permanenteme en conflicto con el espíritu de su época. La Primera Guerra Mundial le enseñó a cuestionar la teología de sus maestros alemanes y sus raíces en el racionalismo y el historicismo al observar cómo todos los teólogos, poetas e intelectuales alemanes se embriagaron con la experiencia de la comunidad y la defensa del espíritu alemán. Barth se opuso a todos los intentos de ubicar lo divino en la cultura o el sentimiento individual. En 1934 escribió un ensayo (Nein! Antwort an Emil Brunner), en el que denunciaba a los antisemitas «cristianos alemanes», que intentaban pervertir el cristianismo histórico por medio de adaptar la teología a la nueva ideología nazi. Mientras el lema de estos era «Cristo y Hitler», Karl Barth interviene decisivamente oponiendo el señorío absoluto de Cristo en su doctrina de la relación Iglesia-Estado. Desde la ascensión de Hitler al poder, Barth mantuvo una verdadera lucha por la iglesia. Contra los esfuerzos del régimen nazi de establecer una iglesia “cristiana alemana”, Karl Barth funda junto con otros la llamada Iglesia Confesante como reacción vigorosa e indignante contra el régimen nazi. En 1934 tiene lugar el Sínodo de Barmen, cuya Declaración, preparada por Karl Barth, expresa la convicción de que el único modo de ofrecer resistencia a la secularización y paganización de la Iglesia en la Alemania nazi es adherirse firmemente a la doctrina cristiana. En medio de aquellas terribles circunstancias hay que tener una gran fe para escribir en 1938, en pleno auge del nazismo:

«No existe frase alguna más peligrosa y revolucionaria que esta: Dios es Uno, nadie se le asemeja… la verdad de la frase Dios es Uno, hará fracasar al Tercer Reich de Adolf Hitler»[13].

Aunque era ciudadano suizo, Karl Barth no pudo ser inmune a la persecución; su rechazo a una alianza incondicional con el Führer le costó en 1935 la cátedra de teología en Bonn. Sin embargo, rápidamente le fue ofrecida la cátedra de teología en su ciudad natal, Basilea. Desde entonces hasta el final de la guerra, Karl Barth continuó luchando por la causa de la Iglesia Confesante, la causa de los judíos y la de los oprimidos en general.

«Fue honrado como profeta y un espíritu genial, fue temido como crítico y dio forma a la teología de todo un siglo como ningún otro pensador»[14].

Por su parte, Charlotte von Kirschbaum era profundamente religiosa y lectora voraz con un gran interés por la teología, ya había devorado el Römerbrief de 1919 de Barth, por recomendación de su pastor, poco después de que apareciera, y luego siguió con avidez el trabajo de Barth a través de la revista Zwischen den Zeiten. En un momento en que solo una pequeña fracción de la población en general, prácticamente todos los hombres, obtenían una educación universitaria, ella había ella se decidió por la carrera de Krankenschwester o enfermería, en memoria de su padre, a quien había perdido en la Primera Guerra Mundial. Fue George Merz, su pastor, quien primero reconoció sus dotes intelectuales. Después de guiarla a través de la confirmación en la Iglesia luterana, Merz la incluyó en el círculo intelectual que había reunido a su alrededor en Munich, que incluía al escritor Thomas Mann. También fue Merz, por entonces editor de Zwischen den Zeiten y padrino de uno de los hijos de Barth, quien en 1924 la llevó con él a una conferencia de Karl Barth. Charlotte tenía entonces 24 años, estaba casi en la indigencia financiera y padecía de mala salud. El pastor Merz la presentó a Barth y este invitó a ambos a visitar su retiro de verano. Merz y von Kirschbaum fueron ese verano y regresaron al siguiente. Charlotte causó una muy buena impresión en Barth. La atrajo el círculo de amigos teólogos que pasaban los veranos en el chalet. El pastor Eduard Thurneysen, el amigo más cercano de Barth, y Gerty Pestalozzi, propietaria con su esposo de Bergli —el lugar de veraneo—, se interesaron en continuar su educación. Ruedi Pestalozzi, esposo de Gerty y rico hombre de negocios, pagó para que ella recibiera capacitación secretarial, después de lo cual se convirtió en asistente social en Siemans, una gran empresa de electrónica en Nuremberg.En octubre de 1925, Barth se trasladó a Münster. Su esposa y su familia se quedaron atrás hasta que se pudo encontrar una residencia adecuada. Meses después, en febrero de 1926, von Kirschbaum visitó a Barth durante un mes en Münster, poco antes de que su familia se reuniera con él. Barth tenía 39 años, llevaba 13 años de casado y era padre de cinco hijos pequeños. El matrimonio, que no fue particularmente feliz, según él mismo manifestó, sintiéndose resignado a la soledad. Después de que sus padres le impidieran en 1910 casarse con Rösy Münger, a quien amaba profundamente y nunca olvidó —y que murió en 1925—, se había sometido en 1911 a un compromiso y luego en 1913 a un matrimonio, con Nelly Hoffman — talentosa violinista—, que en esencia estaba arreglado por su madre. Aunque no sabemos exactamente qué sucedió entre Barth y Charlotte von Kirschbaum en ese encuentro de 1926, sí sabemos que a partir de ese momento se enamoraron, declarándose amor mutuo. Barth inmediatamente le entregó manuscrito tras manuscrito para que le aconsejara y corrigiera, y que ella se comprometió en adelante a hacer todo lo posible para avanzar su obra teológica[15].Karl Barth explicó que amaba a su esposa Nelly y a sus hijos, pero también amaba a Charlotte y su trabajo con ella, y no podía vivir sin ninguna de las dos. Su amor por ellas no era un amor igual, pero eran dos amores sin los que no podía vivir. Barth, pues, se encontraba en una situación de conflicto emocional muy intenso, del que era muy difícil salir al carecer de una perspectiva desapasionada, como ocurre en todo proceso de enamoramiento, que, en su caso, se extendió durante décadas.

«Tal como soy, nunca pude y todavía no puedo negar la realidad de mi matrimonio o la realidad de mi amor. Es cierto que estoy casado, que soy padre y abuelo. También es cierto que amo. Y es cierto, que estos dos hechos no concuerdan. Es por eso que después de algunas dudas al principio decidimos no resolver el problema con una separación en uno u otro lado»[16].

 

Tietz escribe que en agosto de 1927, Charlotte se unió a la familia Barth para pasar unas vacaciones en la cordillera de Harz. Durante un pase, Karl tomó las manos de ambas. Eduard Thurneysen (1888–1974), pastor y amigo de Barth tomó esta escena como un símbolo del problema del «triángulo» formado por los Barth y Charlotte. Para Nelly era una «posibilidad imposible», a pesar de este tomarse de las manos, ella no podía aceptar que Barth sostuviera la mano de Charlotte de forma diferente a la suya. Se sentía traicionada[17], aunque Barth protestara que amaba a ambas mujeres.

¿Hasta dónde llegaba el amor de Barth por Charlotte?, ¿se contentaba con ese tomarse de la mano, o llegaba a más? Nada se sabe documentalmente, en la correspondencia publicada no hay ni menor referencia a relaciones íntimas o sexuales. Nada prueba que Karl Barth estaba teniendo algo más de una aventura emocional en sí misma. Hay que recordar que los hijos de Barth publicaron estas cartas, después de leerlas, para detener tales rumores. Con todo, Barth era consciente de lo complicado de su relación; la frase utilizada por Nelly: «posibilidad imposible», es la misma frase de Barth para definir el pecado[18], lo que demuestra que eran conscientes de que ese «triángulo» no era correcto, sobre todo para Nelly que los sufría con gran dolor. Barth confiesa que la historia de su matrimonio fue hasta el momento una historia feliz, a pesar de todas las dificultades «Sabíamos que no hay matrimonios “sin problemas”. Pero no estábamos preparados para tal incidente»[19].

En 1933, después de que Charlotte viviera en la casa de la familia Barth durante unos cuatro años, esta problemática relación se había intensificado hasta convertirse en una convivencia imposible. Nelly Hoffman estaba sufriendo inmensamente por la situación, de modo que sugirió el divorcio a su esposo; Karl Barth no quiso el divorcio en ese momento, por lo que Nelly rescindió la solicitud. En Church Dogmatics III/4, §54.1, Barth define el matrimonio como una «pareja de por vida» (y recuérdese que Charlotte von Kirschbaum contribuyó sustancialmente a Church Dogmatics, incluido este párrafo). Más tarde, luego de una mejor consideración, Karl Barth sugiere el divorcio, pero eso también fue rescindido. Karl y Nelly acordaron que si se divorciaban, sería de mutuo acuerdo, por lo que el divorcio nunca se produjo. Entonces, la situación permaneció sin resolver durante más de treinta y cinco años, todo el tiempo que Charlotte vivió juntamente con ellos. Finalmente, Charlotte tuvo que ser hospitalizada debido a una enfermedad mental, de tipo Alzheimer, en 1962. Karl y Nelly la visitaron en el hospital con regularidad.

 Como afirma George Hunsinger, Von Kirschbaum fue una mujer fuerte, noble y poco convencional que tomó sus propias decisiones y voluntariamente asumió sus grandes costos. Los costos del arreglo con Barth fueron muchos, entre ellos un rechazo total por parte de la mayor parte de su propia familia y mil humillaciones constantes por parte de la iglesia, la sociedad y el clan Barth en general, sin excluir a la madre de Barth, quien finalmente moderó su dura desaprobación, después de haber reprendido a su hijo con estas palabras: «¿Para qué es buena la más brillante teología, si ello ha de hacer naufragar el hogar de uno mismo?»Muchas salidas reales se abrieron en el camino de Charlotte, como una propuesta de matrimonio del filósofo Heinrich Scholz (1884-1956), a cuyas clases de filosofía asistía, pero nunca tomó ninguna de ellas. Lo que una vez escribió en particular a un amigo parecería ser válido para toda su vida: «Para mí está muy claro que Karl tuvo que actuar de esta manera, y eso me consuela, sean cuales sean las consecuencias». Desde su primer encuentro con su teología en su juventud hasta el final de su vida, se sintió atrapada por un sentido de la grandeza de la contribución de Barth, una emoción que una vez describió simplemente con las palabras: «¡Esto es todo!»

  «El papel de la esposa Nelly, no fue nada fácil. Sin duda hay muchas cosas que nunca sabremos, pero sí sabemos que a su manera nunca dejó de creer en su marido y en su obra. Sabemos que los dos experimentaron una reconciliación después de que Charlotte se fue de la casa, que ella y Karl la visitaron en el hospital los domingos, que ella continuó con esas visitas después de la muerte de Karl en 1968, y que cuando Charlotte murió en 1975, Nelly honró los deseos de Karl al enterrar a Charlotte en la tumba de la familia Barth. La propia Nelly murió en 1976. Los visitantes del cementerio de Basilea Hörnli hoy pueden ver los nombres de los tres juntos grabados uno por uno en la misma piedra»[20].

Cuando Franziska y Markus Barth, hijos de Karl y Nelly, deciden publicar las cartas privadas de su familia, buscaban terminara con los rumores maliciosos y hacer visible cómo eran realmente las relaciones, porque «pensamos que había llegado el momento de sacar a la luz los aspectos brillantes y sombríos de ese amor tan especial y único en el que nuestro padre estaba unido a nuestra “tía Lollo”»[21]. Obsérvese que llaman a Charlotte «tía Lollo» y mencionan los aspectos brillantes y sombríos, lo que indica que la vida familiar de Barth no puede describirse como «crueldad». Los niños también se convirtieron en herederos legales de Charlotte von Kirschbaum, lo que demuestra que la situación no era solo sombría, sino que también tenía brillo. Los niños desearon que el padre, Karl Barth, y la «tía Lollo» fueran reivindicados frente los rumores que todavía dañaban a la familia Barth hasta el día de hoy.

«Así que mi reacción a este ensayo, y a la otra correspondencia privada entre Karl Barth, Nelly Barth y Charlotte von Kirschbaum, es leerlos con la intención de terminar con los rumores, terminar con la especulación y mirar este difícil conjunto de relaciones a través de los ojos de gracia y comprensión, como los hijos de Barth deseaban que fueran leídos. Esto es de suma importancia, porque los hijos de Barth entienden esta situación de primera mano y no compartieron estas cartas privadas para incitar la condena de los blogueros moralistas o voyeristas de hoy»[22].

Es posible que el papel de von Kirschbaum en la redacción de la Kirchliche Dogmatik

sea más amplio y profundo de lo que nos es posible calibrar en estos momentos. Sabemos que Barth al menos dictó gran parte de la Dogmática a von Kirschbaum, y las cartas y el ensayo de Tietz parecen sugerir la posibilidad adicional de que von Kirschbaum haya escrito algunas partes ella misma, probablemente las secciones de excursus, para algunos ¡las mejores partes!

Trabajando a tiempo completo como secretaria y asistente de Barth, era ella quien preparaba sus conferencias. Charlotte llegó a estudiar hebreo, griego y latín, y a asistir a varias clases de filosofía de Heinrich Scholz, con vistas a cumplir mejor su trabajo de ayudante de redacción de Barth. El gran teólogo reconoce que él no hubiera logrado lo que logró sin la ayuda entregada y leal de Charlotte.

Los hijos dan a entender, que Nelly Barth soportó la incómoda situación por amor a la ayuda que Charlotte representaba para su marido:

«Sabía, en efecto, cuán indispensable era la asistencia teológica y la participación incesante de Lollo von Kirschbaum para llevar a cabo esta gran obra. Que nunca llegó en términos humanos a una ruptura en nuestra vida familiar fue magnánimo de nuestra madre y le estamos agradecidos desde el fondo de nuestros corazones»[23].

Admitida la participación de Charlotte von Kirschbaum en la Kirchliche Dogmatik, que no sería tal como la conocemos de no haber sido por ella, hay que añadir a continuación, como hace Carolyn Mackie, que este hecho no se puede usar como justificación de la relación impropia de Barth con von Kirschbaum, pues entones, «la declaración subyacente es que el daño sufrido por las mujeres en su vida valió la pena en aras del “bien teológico” de la Dogmática, o de la contribución de Barth a la teología en general. […] La producción de una brillante pieza de teología nunca es justificación suficiente para dañar a otros»[24].

Así, pues, no podemos dejar de lamentar la desafortunada relación amorosa de Barth con Charlotte sostenida a lo largo de casi toda su vida, que se tradujo en mucho sufrimiento y tristeza de su esposa, y del mismo Barth. De algún modo, Barth se dejó atrapar por sus sentimientos y no acertó a calibrar la naturaleza psicológica de su amor, amor que él vivió como una realidad aplastante de la que no podía prescindir. Él, y solo él, fue el culpable del dolor y el daño causado a su matrimonio. Seguro que hay cosas que se nos escapan, pero es difícil justificar y entender esa situación mantenida a lo largo de los años, cuyos frutos amargos evidencian que había algo mal en ella. ¿Se negaba Barth a ser encadenado a convencionalismos sociales? Es posible, era un espíritu independiente, pero su misma teología sobre el matrimonio, como algunos han hecho notar, condena su comportamiento. ¿Es posible que su relación se mantuviera en una relación afectiva, platónica, sin contacto sexual, de modo que él no viera en ella ninguna ruptura de sus promesas matrimoniales de fidelidad? Sea como fuere, pagó un alto precio por ella.

¿Puede Karl Barth seguir siendo una referencia teológica viable para el cristiano? La respuesta requeriría meternos ahora en una larga investigación histórica sobre la vida y el carácter de los teólogos más admirados por toda la cristiandad, con resultados no siempre agradables[25]. Lo que podemos afirmar es que la teología debe ser evaluada por sus propios méritos, es decir, por su conformidad con las Escrituras. No es la vida del teólogo la que sirve como árbitro de si su teología es correcta o no, sino la Sagrada Escritura.

Esto no quita que justifiquemos los actos de Barth, u otros teólogos, sobre todo cuando son grandes figuras, con las que se tiende a ser condescendientes. Siempre estamos dispuestos a perdonar a nuestros héroes, a relativizar sus fechorías frente al bien que han realizado. Cuando lo hacemos, como bien señala Ian Olson,

«olvidamos que nosotros también somos personas heridas, ignoradas o perjudicadas por otros y necesitadas de reivindicación por haber sido agraviadas. Sin vindicación, nuestras almas enferman aún más. La esperanza se marchita, y aquellos a quienes estamos ligados sufren a su vez cuando nos retiramos de las redes de relaciones en las que vivimos. […] Por mucho que Karl hubiera encontrado palabras elocuentes para justificarse, se trataba de un problema creado por él mismo. Lo que él llamaba un vínculo de amor al que se sentía obligado podría considerarse con la misma facilidad una resistencia a la finitud humana, el intercambio de la realidad por una fantasía»[26].

Nelly necesita tanta o más comprensión y simpatía que su esposo Karl, a quien quería como suyo, restaurado, reconciliado con ella y feliz con ella. Son muchos los que en la actualidad sufren y padecen por cuestiones de amor fuera del matrimonio, pastores y fieles a la vez, sin que haya una respuesta fácil para ellos. Se necesita urgentemente una pastoral que tenga en cuenta la enseñanza bíblica, pero también que tenga en cuenta la sensibilidad de las personas y el poder de atracción que genera el sentimiento de amor, que hay que encarar con las herramientas que nos aporta la filosofía y la ciencia, que en los últimos años ha avanzado mucho en el desciframiento de su naturaleza neuronal y ha sido objeto de estudio de científicos muy reputados. La gracia en este asunto puede cubrir multitud de pecados y evitar muchas rupturas y situaciones dolorosas, cuya solución no está en la reprensión sino en la comprensión. Un asunto difícil, sin duda.

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[1] Mark Galli, Karl Barth: An Introductory Biography for Evangelicals. Eerdmans, Grand Rapids 2017.

[2] Mark Galli, What to Make of Karl Barth’s Steadfast Adultery. Do the recent revelations discredit his theology? https://www.christianitytoday.com/ct/2017/october-web-only/what-to-make-of-karl-barths-steadfast-adultery.html

[3] Bobby Grow, Karl Barth and Charlotte von Kirschbaum: My Response, https://growrag.wordpress.com/2017/09/30/karl-barth-and-charlotte-von-kirschbaum-my-response/

[4] William B. Evans, Por qué no me interesa mucho Karl Barth, https://semperreformandaperu.org/2018/06/05/por-que-no-me-interesa-mucho-karl-barth-por-william-b-evans/

[5] Christiane Tietz, “Karl Barth and Charlotte von Kirschbaum”, Theology Today,  74/2, 25 Julio 2017.

[6] Wyatt Houtz, A Bright and Bleak Constellation: Karl Barth, Nelly Barth and Charlotte von Kirschbaum, https://postbarthian.com/2017/10/09/bright-bleak-constellation-karl-barth-nelly-barth-charlotte-von-kirschbaum/

[7] Teitz, “Karl Barth and Charlotte von Kirschbaum”, p 88.

[8] Tietz, Theologian of Resistance: The Life and Thought of Dietrich Bonhoeffer. Fortress Press, Minneapolis 2016.

[9] Eberhard Busch, Karl Barth: His Life from Letters and Autobiographical Texts. Fortress, Minneapolis 1976, pp. 185-186. Reedición: Wipf & Stock Publishers, 2005.

[10] Bobby Grow, My Final Post, Ever, on Karl Barth and Charlotte von Kirschbaum, https://growrag.wordpress.com/2017/10/01/my-final-post-ever-on-karl-barth-and-charlotte-von-kirschbaum/

[11] Jordan Cooper, Karl Barth is Overrated, www.patheos.com/blogs/justandsinner/karl-barth-overrated/; C. Fred Alford, Karl Barth: Did his adultery affect his theology? https://godblog.org/karl-barth-adultery-and-theology/

[12] Why I Still Don’t Much Care for Karl Barth, https://theecclesialcalvinist.wordpress.com/2017/10/02/why-i-still-dont-much-care-for-karl-barth/

[13] Karl Barth, Kirchliche Dogmatik, p. 54. Hamburgo 1965.

[14] Christiane Tietz, Karl Barth: A Life in Conflict. Oxford University Press, 2021.

[15] George Hunsinger, reseña de Suzanne Selinger, Charlotte von Kirschbaum and Karl Barth: A Study in Biography and the History of Theology. Pennsylvania State University Press, 1998.

[16] Teitz, “Karl Barth y Charlotte von Kirschbaum”, p. 109.

[17] Teitz, “Karl Barth y Charlotte von Kirschbaum”, p. 98.

[18] Barth, Church Dogmatics, IV/1 §60.

[19] Teitz, “Karl Barth y Charlotte von Kirschbaum”, p. 98.

[20] Hunsinger, reseña de Suzanne Selinger, Charlotte von Kirschbaum and Karl Barth: A Study in Biography and the History of Theology.

[21] Teitz, “Karl Barth y Charlotte von Kirschbaum”, p. 88.

[22] Wyatt Houtz, A Bright and Bleak Constellation: Karl Barth, Nelly Barth and Charlotte von Kirschbaum, https://postbarthian.com/2017/10/09/bright-bleak-constellation-karl-barth-nelly-barth-charlotte-von-kirschbaum/

[23] Teitz, “Karl Barth y Charlotte von Kirschbaum”, p. 197, nota 105.

[24] Carolyn Mackie, The Unfortunate Affair of Karl Barth, https://womenintheology.org/2022/01/10/the-unfortunate-affair-of-karl-barth/

[25] Véase Christopher Ash, Marriage: Sex in the Service of God (Inter-Varsity Press, Leicester 2003); Rob Yule, A Terrifying Grace: Sexuality, Romance and Marriage in Christian History (WestBow Press, 2017).

[26] Ian Olson, God’s grace for the wronged. Nelly Barth, Karl Barth, and a scandalous arrangement, https://mbird.com/social-science/relationships/gods-grace-for-the-wronged/

Alfonso Ropero Berzosa

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