Posted On 19/05/2023 By In Opinión, portada With 642 Views

Simón Pedro, un siervo entre los siervos | Hugo Daniel Ramírez

 Simón Pedro, un siervo entre los siervos.
Un llamado a la misión con humildad cristiana.

La aventura de estudiar en particular la persona del apóstol Pedro es cautivante. Seguirlo no solo en los evangelios sino en todo el Nuevo Testamento, incluyendo los documentos más antiguos, las cartas pseudoepigráficas y el aporte de la arqueología.

A esto se suma el desarrollo de los distintos autores de los primeros cuatro siglos que comentan lo que ellos conocen, como Ignacio, Justino Mártir y Serapión en Oriente, o en Occidente, a Dionisio de Corinto, Clemente de Roma, etc… Esta tarea es ir entretejiendo todas las posibilidades que se van construyendo y descubriendo en el paso del tiempo. Todo esto da forma a una imagen sorprendente de dicho apóstol.

El teólogo Hans Küng en su clásica obra “El Cristianismo – Esencia e Historia” Ed. 1997.-se refiere al apóstol Pedro como “el primero entre iguales” -Primus inter pares- y define de esta forma su personalidad:

 “Un hombre de evidente entrega apasionada a Jesús, pero cambiante y con altibajos, al que ya los dos primeros evangelios en modo alguno idealizan. Él forma parte de las personas que yerran y trasgreden; nada tiene de héroe ni de genio”.

No hay duda alguna, de lo importante que es Simón Pedro en el Nuevo Testamento, el cual se afianzó en la memoria viva de la iglesia primitiva, como líder indiscutible. (“Tipología de Pedro”). Los primeros capítulos del libro de los Hechos dan testimonio de su liderazgo y la voz innegable de todos los discípulos. Tampoco se puede desconocer que fue el líder del concilio en Jerusalén donde comparte, podríamos decir, en forma colegiada su tarea con Santiago y Juan.

Es interesante tener una mirada breve y rápida, de las secuencias en el libro de los Hechos. Simón Pedro como líder, organiza la comunidad, predica ante la multitud, sana a un mendigo y junto con Juan es arrestado Hch. Cap. 1-4. Dicta sentencia sobre Ananías y Safira.- Hch. 5:1-11. Supervisa la evangelización entre los samaritanos y la misión a los gentiles.- Hch.8:14-17 – 10:1-18 Se confronta con Simón el mago Hch. 8: 20-25. Luego Pedro es encarcelado por Herodes Agripa, y tras huir en forma milagrosa, abandona Jerusalén. Dice Pedro; “Haced saber esto a Santiago (Jacobo) y a los hermanos” y Lucas agrega; “Y salió, y se fue a otro lugar”.- Hch.12: 17.- ¿A dónde se fue? ¿Qué hizo después?

A partir de este momento la figura más destacada en Jerusalén es Santiago, el hermano del Señor. Una vez más aparece Pedro, en una asamblea de los apóstoles argumentando sobre la misión a los gentiles y esta es la última vez que sabemos de él en el relato de Lucas. Hch. 15; 7-11.-

Por los documentos más antiguos existentes, (no canónicos) seguimos ciertas pistas que indican que Pedro se va con su mujer e hija, a Antioquia de Siria, después pasa al norte de Asia Menor, por las regiones que se nombran en la Primer Carta de Pedro. 1:1-2.- “…el Ponto, Galacia, Capadocia, Asía y Bitinia. Luego, pudo haber pasado por Corinto, donde había un sector de la iglesia que respondía a Cefas, (en referencia al apóstol Pedro), y de ahí llega a Roma.

La tradición más antigua, expresada en varios documentos, da testimonio de esto último, donde morirá siendo ejecutado. Allí también van a morir su esposa e hija.

Debemos reconocer que para un sector de los expertos y eruditos, todo esto último, solo queda en el terreno de las hipótesis, pero la documentación es muy significativa, siendo corroborada por la ciencia arqueológica.

Sin más, quiero hacer referencia a este hecho que pasa desapercibido para muchos. Pedro hace un cambio de ministerio. Es un hecho que Pedro deja su lugar de pastor líder en Jerusalén, y hace un cambio como apóstol, –de pastor a misionero-, Este hecho lo subrayo por su valoración. De Jerusalén emprende un largo camino hasta llegar a Roma, capital del imperio. Se lo reconoce en todo lugar como un instrumento de unidad y consolidación de la iglesia primitiva.

En la primer Carta de Pedro, que en la antigüedad nadie cuestionó su autoría, el apóstol expresa algo muy importante y relevante en el capítulo 5: 1-4 -NVI.-

“A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria”.

La frase y términos que se traduce como, “…que yo soy anciano como ellos”, en griego es, sympresbyteros que podemos traducir como co-presbiteros.- Este término es específicamente cristiano, significa con y como los demás presbíteros o ancianos, como así traduce RV60.

Es importante hacer notar que Pedro, no hace valer ningún tipo de autoridad, rango o jerarquía, ni siquiera usa su nombre, ni el título de apóstol, cuya postura era altamente reconocida por la iglesia primitiva. Pedro hace valer solo su responsabilidad en la misión y la comparte con humildad ante las comunidades, que representaban el rebaño que el Señor le encomendó que cuidara y alimentara.

El Dr. Markus Bockmuehl, profesor de estudios bíblicos y experto en la persona del apóstol Pedro, comparte el siguiente concepto:

 “El recuerdo de Pedro encarna el arquetipo de un ministerio apostólico que sirve a toda la iglesia, una tarea de servicio pastoral que perdurará mientras lo haga la iglesia.- La magnitud constante de la tarea es mayor que la fragilidad del hombre a quien se le encomendó por vez primera. …el siervo entre los siervos de Dios y el co-pastor de los pastores, no solo del redil primitivo, sino de todos los rediles cristianos.”

 Concluimos, con la imagen de Pedro, el pescador de Betsaida. Este testigo privilegiado del Señor Jesús, no es un superhombre o superhéroe, es un hombre común, con sus debilidades y fragilidades, pero también con su pasión por cumplir la orden de su maestro. A Pedro no se le subió a la cabeza, su nombre, su liderazgo ni su jerarquía. Todo lo contrario, con mucha humildad supo despojarse de los privilegios que le ofrecía su pastoral en Jerusalén, y compartió su misión en igualdad con sus pares, como prenda de unidad, fortaleciendo a las comunidades de fe y entrego su vida como mártir.

Quizás debemos aprender mucho más de este hombre, llamado Simón Pedro. En este siglo XXI que nos toca vivir, tan confuso, contradictorio, e individualista y con tantos nuevos desafíos, sería bueno recordar que el apego al poder, a las jerarquías o al éxito, no es lo relevante, ni lo más importante. Sino que en todo creyente cristiano, comenzando por los líderes y maestros, debe despertase una auténtica pasión por la misión, con la humildad suficiente de compartir las buenas noticias de Jesús, siendo igual entre iguales, y siendo siervos entre los demás siervos.

Hugo Daniel Ramírez

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