«Pat Robertson imaginó una nación donde los valores cristianos conservadores reinaban en los pasillos del poder. El aborto sería ilegal. Se restablecería la oración en las escuelas públicas. Las cruces se exhibirían de manera destacada en los ayuntamientos y juzgados. Los creyentes cristianos conservadores ya no serían ignorados, como él creía que era el caso»[1].
Hace justamente un año fallecía Pat Robertson (1930-2023)[2], a quien Tim Stafford se refería como aquel que desagrada tanto a tantas personas que pasan por alto su contribución al cristianismo actual. Pocos lo incluirían entre las figuras religiosas más importantes del siglo XX, pero nos guste o no, Robertson pertenece a esa lista, para bien o para mal.
«En un grado sorprendente, Robertson refleja las fortalezas y debilidades del evangelicalismo moderno. Robertson es una figura fundadora de la renovación carismática, que vigorizó y popularizó el evangelicalismo moderno. No se puede comprender a Robertson, ni al cristianismo estadounidense moderno, sin tener en cuenta el movimiento carismático, el cual dio forma a Pat Robertson, y Robertson le dio forma a él»[3].
Robertson se crió en Lexington, una ciudad tranquila y elegante en las montañas de Virginia. Su padre era el senador, A. Willis Robertson, quien presidió el Comité Bancario del Senado en los años sesenta. Sus abuelos, tanto por parte de padre como de madre, eran pastores. Pat recibió una educación de élite en la Universidad Washington & Lee y la Facultad de Derecho de Yale. La familia pertenecía a los Bautistas del Sur. En 1956 Pat tuvo una experiencia religiosa y decidió estudiar la Biblia y ser ministro del Evangelio, para ello se formó en el Seminario Bíblico de Nueva York (1959) y en 1961 fue ordenado pastor de la Iglesia bautista. Mientras todavía era estudiante conoció al pastor luterano Harald Bredesen (1918-2006), el primer clérigo ordenado de una denominación histórica en recibir la experiencia pentecostal del bautismo en el Espíritu Santo mientras se encontraba en un campamento pentecostal en 1946. Él fue el primero en usar el término «carismático»[4] para describir lo que estaba pasando en las iglesias protestantes tradicionales. Fue Bredesen quien introdujo a Robertson en la experiencia pentecostal, trabajando juntos en la extensión de esta modalidad pentecostal allí donde no era conocida[5].
El historiador David Edwin Harrell, autor de una historia del avivamiento carismático en América, entre otras obras dedicadas al universo religioso estadounidense[6], afirma que el encuentro fortuito de Robertson con Harald Bredesen fue a la larga el que «tuvo el efecto de más amplio alcance sobre la vida y carrera de Pat Robertson»[7].
En sus inicios el pentecostalismo generalmente se asociaba con personas blancas y negras de bajos ingresos —Bredesen era negro—, pero la renovación carismática, gracias a personas como Pat Robertson, se abrió paso entre los cristianos de clase media y suburbanos, hasta llegar a introducirse en la Iglesia católica.
Gracias a su espíritu empresarial, Robertson convirtió una pequeña estación de televisión de Virginia en una potencia de transmisión religiosa, combinando el mensaje cristiano con la tecnología de entretenimiento del siglo XX. Con este enfoque fundó la Christian Broadcasting Network (CBN) y donde presentaba un programa diario llamado «Club 700», compuesto de entrevistas a personajes de relevancia nacional, lo que lo diferenciaba de los televangelistas que solo transmitían servicios religiosos. «Aquí hay una persona bien educada que tiene conversaciones sofisticadas con una amplia variedad de invitados sobre una amplia variedad de temas», dijo John C. Green, profesor emérito de ciencias políticas en la Universidad de Akron. «Fue con una inflexión religiosa para estar seguro. Pero fue un enfoque que asumió las preocupaciones cotidianas».
En la década de 1970, la CBN se veía a sí misma como parte de un «nuevo movimiento de renovación carismática». La cadena produjo innumerables espectáculos y programas mostrando a las comunidades evangélicas de todo el país cómo deberían responder al mundo entorno. Les enseñó a ver la cultura desde una cosmovisión cristiana y a comprometerse no sólo en la política nacional, sino particularmente en la local. Gracias a sus programas y sus cada vez más numerosas audiencias, Robertson mostró al sector político lo numerosa y potente que era la comunidad cristiana, a la que harían bien de tener en cuenta[8].
Jerry Falwell y Pat Robertson introdujeron las comunidades evangélicos en el terreno político marcadamente volcado a una sola opción, la derecha republicana, cuya influencia llega hasta nuestros días, habiendo sido decisiva para el triunfo de candidatos como Ronald Reagan y Donald Trump. Los anteriormente grupos marginales de pentecostales y carismáticos recibieron una amplia aceptación en los pasillos del poder por parte de Trump.
«[Trump] fue muy hospitalario con ellos, les dio a Paula White como enlace en la Casa Blanca y ella hizo la oración de inauguración. Los tenía regularmente en su esfera, llegando incluso a traer a muchas celebridades carismáticas pentecostales a la Oficina Oval. Creo que podemos vincular esto, directa o indirectamente, con Pat Robertson»[9].
Carrera hacia la presidencia de la nación
Como es sabido, la mayoría de los cristianos más o menos fundamentalistas preferían mantenerse al margen de la política, considerándola corrupta y mundana. Falwell fue el primero en cambiar de opinión e involucrarse en política[10]. Su versión de la política evangélica predominó en la década de 1980, cuando formó la Mayoría Moral y disfrutó de acceso al presidente Ronald Reagan. Pero Falwell nunca se postuló para un cargo político, y cuando la Mayoría Moral se vino abajo, fue Pat Robertson quien dio forma a la siguiente fase de participación política evangélica con su candidatura a la presidencia de la nación en 1988. Como muestra el historiador David John Marley, Robertson estaba en muchos sentidos preparado para ese papel, aunque durante varias décadas él también había mantenido el principio evangélico de evitar la política para no crear divisiones dentro de la iglesia. Falwell y Robertson cambiaron esa manera de ver las cosas, convirtiendo los doctrinas religiosas en una serie de principios políticos derechistas y capitalistas, con una dosis alta de apocalipticismo político y teorías de la conspiración[11].
Robertson probó suerte en su carrera a la presidencia de la nación en 1988 alzándose con un sorpresivo segundo puesto en las asambleas electorales del Partido Republicano en Iowa, por delante del vicepresidente en funciones y eventual candidato George H. W. Bush. Esta victoria le dio a entender que contaba con un «ejército invisible» que arrasaría a sus contrincantes. Con vistas a ese fin, Robertson renunció a su rol de pastor de almas y entregó la dirección de su cadena televisiva, a su hijo Tim. No fue una decisión voluntarias, sino una necesidad impuesta cuando supo que las encuestas mostraban que la mayoría de los estadounidenses creía que los ministros religiosos no deberían postularse para presidente[12].
La estrategia política de Robertson, fue explotar su discurso religioso, en los mítines de campaña, decía que no iba a nombrar en su gabinete a no–creyentes, porque su propósito era poner Estados Unidos bajo el gobierno divino: «Estados Unidos, debe volver a Dios y a la fe. De no hacerlo —decía—, Estados Unidos se deslizará hacia algún tipo de socialismo», para evitarlo, «Dios le había pedido que se presentase como precandidato».
Pero la carrera presidencial de Robertson fue relativamente corta, después de su victoria en Iowa, la campaña de Robertson fracasó en los estados del sur, donde pensó que le iría aún mejor.
A pesar de aquel fracaso siguió siendo un militante político activo y fundó la Coalición Cristiana, que impulsó la base de votantes cristianos entre los republicanos en los años siguientes. Robertson estaba considerado entonces como una de las personalidades más influyentes entre el electorado cristiano en el país y según The New York Times empujó en buena medida a dichos votantes para que los republicanos lograran la mayoría en las dos Cámaras de Congreso en 1994.
Un legado conflictivo
David P. Gushee, pastor bautista y profesor de ética cristiana en la Universidad Mercer (Atlanta, Georgia), autor de Defendiendo la democracia de sus enemigos cristianos[13], y Todavía cristiano: siguiendo a Jesús fuera del evangelicalismo estadounidense[14], emitió un juicio severo sobre el legado de Robertson, tal como se recoge en Religion News Service:
«Pat Robertson contribuyó en gran medida a algunas de las peores tendencias del cristianismo estadounidense en los últimos 40 años. Estos incluyeron la fusión del protestantismo blanco conservador con el Partido Republicano, el uso y abuso del cristianismo sobrenaturalista para ofrecer interpretaciones espurias e inútiles de eventos históricos y el desarrollo de un imperio mediático cristiano conservador que ganó dinero y poder en el proceso de hacer de los cristianos ordinarios sus contribuyentes menos reflexivos en la vida estadounidense»[15].
En 1996 Rob Boston, editor de la revista Church & State, se refirió a Robertson como «el hombre más peligroso de América»[16], básicamente por los intentos de este y su Coalición Cristiana de promover un estado teocrático, lo cual iba contra la constitución de Estados Unidos y el principio tan valioso de separación Iglesia-Estado. Al promover la conversión de Estados Unidos en una «nación cristiana» estaba atentando contra uno de los pilares de la democracia.
«Tengo edad suficiente para recordar cuando la política conservadora significaba cosas como libertad individual, impuestos bajos y un gobierno reducido. Muchos conservadores hoy todavía afirman lealtad a estos conceptos, pero se han convertido en meros lemas. Gran parte de la política conservadora de estos días no se trata de libertad, sino de control: controlar las opciones reproductivas de las mujeres, controlar dónde pueden ir al baño las personas transgénero y qué servicios pueden recibir, controlar qué oraciones puede decir un niño en una escuela pública. Esto no sucedió por accidente. Sucedió porque Robertson y gente como él promulgaron una revolución que convirtió las cuestiones sociales que les obsesionan en la política oficial de uno de nuestros partidos políticos. Figuras como las representantes conservadores estadounidenses y el expresidente Donald Trump no surgieron mágicamente del cuerpo político estadounidense; son los resultados de experimentos iniciados hace muchos años por Robertson»[17].
En nuestros días ya nos hemos habituado a las mentiras y comentarios escandalosos de Donald Trump, y sus imitadores en todo el mundo, que califica a los mexicanos de violadores, se burla de las personas discapacitadas e insulta a los que militan en partidos progresistas. Antes de que Trump pronunciara estas burlas y discursos llenos de odio, Robertson había preparando el camino. Por ejemplo:
En una ocasión Robertson firmó una carta de recaudación de fondos en la que afirmaba que el feminismo enseña a las mujeres a «dejar a sus maridos, matar a sus hijos, practicar la brujería, destruir el capitalismo y convertirse en lesbianas». En 1991, afirmó que no es necesario ser amable con los episcopales, presbiterianos, metodistas y otros porque reflejan «el espíritu del Anticristo». Ser gay, dijo en 1990, es «una patología, una enfermedad y hay que tratarla». Continuó afirmando: «Muchas de las personas involucradas con Adolf Hitler eran satanistas, muchos de ellos eran homosexuales. Las dos cosas parecen ir juntas».
Se enfureció cuando los residentes de Dover (Pensilvania), expulsaron a los miembros de una junta escolar que habían tratado de inculcar el creacionismo del «diseño inteligente» en las escuelas públicas locales. En su programa televisivo Club 700, despotricó:
«Me gustaría decirles a los buenos ciudadanos de Dover que si hay un desastre en su área, no recurran a Dios; simplemente lo rechazaron de su ciudad. Y no se pregunten por qué no les ha ayudado cuando empiezan los problemas, si es que empiezan. No estoy diciendo que lo harán, pero si lo hacen, recuerden que acaban de expulsar a Dios de su ciudad. Y si ese es el caso, no le pidas ayuda porque puede que no esté».
A raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Roberson y su colega Jerry Falwell se atrevieron a culpar por lo sucedido a los médicos abortistas, a las feministas, a los homosexuales y a la Unión Estadounidense de Libertades Civiles.
En 2005, se molestó, porque Ariel Sharon, tuvo que retirarse de la franja de Gaza, suspendiendo la masacre de palestinos. Tiempo después, Sharon tuvo un derrame cerebral, Robertson, dijo que era un castigo de Dios por haber dividido la tierra prometida.
El 23 de agosto de ese mismo año, Robertson hizo un llamamiento más propio de la mafia que de un pastor cristiano, para que el gobierno de Estados Unidos eliminara al entonces presidente venezolano Hugo Chávez, a quien acusó de haber financiado a Osama bin Laden. Chávez, argumentaba Robertson, ha destruido la economía venezolana y va a convertirla en una plataforma de lanzamiento para la infiltración comunista y el extremismo musulmán en todo el continente.
«Sabes, yo no conozco esa doctrina del asesinato, pero si él cree que estamos tratando de asesinarlo, creo que realmente deberíamos seguir adelante y hacerlo. Es mucho más barato que iniciar una guerra…, y no creo que se detenga ningún envío de petróleo. Este hombre es un peligro terrible y esto está en nuestra esfera de influencia».
Es significativa esa referencia al petróleo, que ha provocado más de una guerra por parte de Estados Unidos. «Sin lugar a dudas —continuaba Robertson—, este es un enemigo peligroso para nuestro sur, que controla una enorme reserva de petróleo, que podría perjudicarnos gravemente. Tenemos la capacidad de eliminarlo y creo que ha llegado el momento de ejercer esa capacidad. No necesitamos otra guerra de 200 mil millones de dólares para deshacernos de un dictador de mano dura. Es mucho más fácil que algunos de los agentes encubiertos hagan el trabajo y luego terminar de una vez».
El gobierno venezolano, como era de esperar, denunció los comentarios de Robertson, calificándolos de «terroristas». El vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, dijo en una conferencia de prensa en Caracas: «Es el colmo de la hipocresía que Estados Unidos siga hablando de la guerra contra el terrorismo cuando al mismo tiempo tienes a alguien haciendo declaraciones terroristas obvias en el corazón del país». La Casa Blanca guardó silencio y se negó a condenar a Robertson. Mientras ciertos grupos evangélicos criticaban a Robertson, señaló el New York Times, «otras organizaciones cristianas conservadoras permanecieron en silencio, y los líderes de la Traditional Values Coalition, el Family Research Council y la Christian Coalition dijeron a través de portavoces que estaban demasiado ocupados para hacer comentarios. El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, que estuvo en el centro de las provocaciones contra Chávez, dijo en una conferencia de prensa que el gobierno no puede controlar lo que dicen los estadounidenses. Robertson «es un ciudadano privado —añadió—, los ciudadanos privados dicen todo tipo de cosas todo el tiempo». Esta es la más pura hipocresía.
«Si Robertson hubiera sido un clérigo islámico que pidiera el asesinato de un líder político occidental, rápidamente lo habrían acusado o detenido y puesto en detención militar»[18].
Que un líder cristiano, que debe servir de ejemplo para los jóvenes afectados por la violencia, modifique el mandamiento de «no matarás» no es muy edificante. En 2009, durante el apogeo de la islamofobia de la «guerra de civilización», Robertson dijo que:
«el Islam es una religión violenta, bueno, no es una religión, es un sistema político; un sistema político violento empeñado en derrocar a los gobiernos del mundo y dominarlo… Y creo que deberíamos tratarlo como tal y tratar a sus seguidores como tales, como trataríamos a los miembros del Partido Comunista o a los miembros de algún grupo fascista». En enero de 2010, después de que más de 200.000 personas murieran a causa de un terremoto en Haití, Robertson sugirió que los haitianos se lo merecían. Según él, el desastre ocurrió porque hace más de 200 años, los haitianos «se juntaron y juraron un pacto al diablo» al buscar liberarse de la dependencia colonial de Francia.En 2020, arremetió contra el movimiento Black Lives Matter y dijo a su audiencia televisiva que era un «caballo de troya para una agenda muy, muy radical, anti-familia y anti-Dios».
Como profeta fue un fracaso. Para tener una conexión directa con Dios, como él mismo afirmaba, sus predicciones no pudieron ser más fallidas. En base a su lectura de las profecías del Antiguo y Nuevo Testamento predijo que la Tercera Guerra Mundial comenzaría en 1980, dijo que los soviéticos invadirían Israel en 1982 y advirtió sobre un colapso económico mundial entre 1983 y 1985. Él estaba convencido de «estar vivo cuando Jesucristo regrese a la tierra»[19].
Hasta el final de su vida estuvo diciendo cosas, o desvaríos, semejantes. No es para sorprenderse que la alianza entre la derecha cristiana con el partido republicano más recalcitrante despierte temores y recelos en la población estadounidense, y más teniendo en cuenta hasta dónde son capaces de llegar, como el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2001. Intelectuales y periodistas están reaccionando con obras dirigidas al gran público advirtiendo del peligro al que se enfrentan a corto plazo. Todos coinciden en que ese evento, nunca antes imaginado, el asalto al Capitolio, representó una forma extrema del peligro central que enfrenta la democracia estadounidense hoy: un descarado desprecio por la voluntad de la mayoría[20].
Pobreza y teología de la prosperidad
Como ya dejamos constancia en un artículo anterior[21], el miedo al comunismo ha perdurado en la sociedad estadounidense desde la Guerra Fría hasta el presente, pese a la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS. La derecha cristiana, representada por los teocons, de quienes hablaremos en otra ocasión, ha hecho del discurso anticomunista uno de sus puntales políticos, más por intereses demagógicos que reales, extendiendo esa mentalidad a lo largo y ancho del planeta gracias al crecimiento de ese tipo de carismatismo que al tiempo que exorciza al comunismo propaga la «teología de la prosperidad». Para esta gente, la pobreza, como la enfermedad, se debe a la falta de fe. El pobre es pobre porque no «siembra» para Dios, es decir, no ofrenda los suficiente para los nuevos magnates de Dios[22], esos pastores de los que el apóstol Pablo y los profetas dijeron: «Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán el rebaño» (Hch 20:29; Ez 22:7; 34:8; cf. Mt 7:15).
Se puede decir que a los «apóstoles de la prosperidad» no les fue mal, hay que reconocer que prosperaron y mucho, hasta el punto de construir imperios multimillonarios, comenzando por el primer abogado de esta «teología», Oral Roberts (1918-2009)[23]. En lo que se refiere al caso que nos concierne, la prosperidad de Robertson se encuentra en una serie de edificios neocoloniales de ladrillo con techos de pizarra a dos aguas frente a un centro comercial en la pequeña ciudad costera de Virginia Beach; múltiples empresas, cientos de millones recibidos en calidad de diezmos y ofrendas y en ganancias de varios negocios, incluido el Founders Inn, un hotel y centro de conferencias libre de humo y de alcohol.
En su defensa se puede decir que el «evangelio de la prosperidad» enseña a quienes Dios ha bendecido con riquezas a expresar su gratitud, no con los pobres como sería de esperar para un cristiano normal que lee el Evangelio de Jesucristo de un modo normal, sino con las organizaciones «benéficas» cristianas, contribuyendo generosamente a su sostenimiento. Así, la CBN corteja a los grandes donantes. Los miembros de su Departamento de Planificación Financiera Cristiana, a quienes se les paga mediante un sistema de bonificación, han recaudado, según The Virginian-Pilot, mil millones de dólares en posibles donaciones persuadiendo a los seguidores de Robertson para que hicieran legados caritativos en sus testamentos. Estas aportaciones son una forma de ganarse el favor de Dios y la riqueza que lo acompaña. Tal es la «generosidad con el ajeno» propagada por estos vendedores de fortuna. «Si tiene problemas financieros, lo más inteligente que puede hacer es empezar a regalar dinero», dijo Robertson. Regalárselo a él, naturalmente.
Así es como el dinero, el dinero de los ricos y los pobres, los atribulados y los felices, los agradecidos y los desesperados, fluye hacia las arcas del CBN a un ritmo, aproximadamente, de 240.000 dólares al día, o 10.000 dólares por hora. En palabras de Gerard Straub, ex productor de Robertson:
«Teníamos un pequeño almacén vigilado y sin marcar cerca de nuestra sede que recibía las donaciones diarias que llegaban a Virginia Beach desde todo el mundo. El volumen de correo era tan abrumador que la oficina de correos nos había asignado nuestro propio código postal. Las bolsas de dinero, tanto efectivo como cheques, eran arrojadas a una cinta transportadora que hacia circular su carga entre decenas de personas, que abrían cada carta»[24].
No contento con eso, llegó a tener negocios con los personajes más siniestros, por ejemplo, con los dictadores de Zaire, Zambia y Guatemala y utilizó una de sus organizaciones benéficas como tapadera para la extracción de diamantes en África. Esto no es un bulo, es una realidad. Veamos el contexto.
En 1991, la gente de Kinshasa (Congo), comenzó a manifestarse, a menudo de forma violenta, pidiendo la dimisión del dictador de la nación, Mobutu Sese Seko. Mobutu llegó al poder con la ayuda del gobierno de Estados Unidos. Pero cuando la Guerra Fría llegó a su fin, sus aliados en Washington se mostraron menos interesados en atender sus llamadas telefónicas. Así que buscó otros nuevos y encontró uno en Pat Robertson. Al principio de su relación, Mobutu invitó a Robertson a lanzar un proyecto agrícola cerca de Kinshasa. La intención declarada del proyecto era obtener dinero para causas humanitarias en la región. Cuando se reanudaron las manifestaciones contra Mobutu en 1992, Mobutu le pidió un favor a Robertson. Al cabo de unas semanas, Robertson estaba denunciando a esos manifestantes en directo, aclamando a Mobutu como un «buen cristiano» y un «demócrata» frente a millones de espectadores en todo el mundo[25]. Más tarde, ese año mismo año, y con la bendición de Mobutu, Robertson consiguió tierras en el Congo para extraer diamantes cerca de la frontera con Angola.
«El Congo no sólo es rico, sino que es invisible para el mundo. Independientemente de lo que hagan allí los codiciosos occidentales, en general depende de ellos cuánto o poco comparten de su experiencia. Pero lo que otros han hecho en gran medida en secreto, Robertson lo hizo a la luz de la televisión y bajo la apariencia de caridad cristiana. A través de la estrecha pantalla de un televisor, Robertson podía decirles a sus espectadores que miraran sólo donde él les decía que miraran y que vieran las cosas sólo como él quería. Los africanos pobres y desesperados que vivían en las afueras de un país del que sus espectadores no sabían nada estaban en manos de Robertson, simplemente más personas a las que explotar por dinero y poder»[26].
¿Teología de la prosperidad o teología de la explotación? El tema es largo, quizá para otra ocasión. Mientras tanto, ¿qué dijo Jesucristo? Esta es la clave. Dijo mucho, y también el tema es largo, pero hay un punto muy significativo al que nunca se ha prestado atención, es un punto clave para entender la enseñanza de Jesús sobre la prosperidad y la pobreza.
Jesús contó una parábola. Era su forma de enseñar cosas profundas, y revolucionarias. Habló de un rico cuya vida era un banquete continuo, la tradición le dio el nombre de Epulón (nombre griego para rico), y un pobre Lázaro, nombre de persona, cuya vida fue un lamento sin alivio (Lc 16:19-31). Para la gente de su época, Epulón, con su vida regalada y rodeada de amigos, era el símbolo vivo de la bendición divina, agraciado por el favor de Dios. Lázaro por el contrario era la muestra más reprobable del pecado, causante de la miseria y su enfermedad, cuyas llagas eran como señales del castigo divino, que no dejaba de acompañarle. Favorecer a tal apestado de Dios, ni siquiera con los restos del banquete, era como justificar el pecado, quebrantar las leyes de la providencia divina. Solo los perros, animales inmundos, se acercaban a Lázaro, quizá para calmar un poco el escozor de sus llagas lamiéndolas. Lázaro no despertaba compasión, ni empatía. Para Epulón todas las glorias y alabanzas. El fin del cuento todos lo sabemos. Por eso ya no nos sorprende. Pero en su día, aquel final fue como una bomba de profundidad lanzada en la línea de flotación del judaísmo del siglo I. Lo ortodoxo, lo que los defensores de la teología de la prosperidad como señal de la bendición divina esperaban, era la entrada gloriosa de Epulón al Paraíso, pero he aquí, que Jesús cambió las tornas y lo envió al infierno de fuego, mientras que a Lázaro lo encumbró al seno de Abraham. Así trastocaba Jesús la mentalidad de la gente religiosa de su época, una verdadera transvaloración de los valores. Jesús enseñó todo lo contrario de lo que se podía esperar de un doctor de la ley que se precie. No tiene nada de extraño de que fuera acusado de estar poseído por un espíritu maligno (cf. Mc 3:20-22; Jn 10:20). Igual que volcó la mesa de los cambistas, Jesús puso patas arriba la ética de los escribas y fariseos. ¿Qué queda de Jesús hoy día? Muy poco, a juzgar por lo dicen los que llevan su nombre.
Según san Mateo, Jesús comenzó su ministerio público anunciando el reino de los cielos y bendiciendo a los pobres, «pues de ellos es el reino de Dios» (Mt 5:3; Lc 6:20). Buscó su presencia, quitó sus enfermedades y tocó sus lepras, quebrantando así la ley de lo puro y lo inmundo. Sabía bien que Dios, su Padre, amaba a los pobres, tenía predilección por ellos. Ellos son los escogidos por excelencia. «Hermanos míos amados, escuchad: ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que él prometió a los que le aman?» (Stg 2:5).
Los pobres son escogidos no por ser pobres, como si hubiera alguna virtud moral en la pobreza, sino por ser rechazados, marginados, afligidos, menospreciados, dejados al margen de la sociedad, como si no fueran nadie, como si no importasen a nadie. «Lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia» (1 Co 15:28-29). Para Dios los pobres cuentan mucho, mucho más que los ricos y poderosos. Él «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos» (Lc 1:52-53). Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos» (Mt 19:23).
Hoy, grandes sectores del llamado cristianismo viven en pecado mortal, habiendo negado la enseñanza de su Señor. Nadie será salvo utilizando la coartada de Dios me ha bendecido, le he aceptado en mi corazón, creo en Jesús y soy salvo, su gracia es suficiente, si olvida que al final de los días la vara de medir será nuestra actitud hacia los pobres. De nada valdrá entonces llamarle Señor, Señor, y alegar a su favor profecías, echar demonios en su nombre y hacer muchos milagros, pues él dirá: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mt 7:201-21).
¿Cómo es eso? Lo sabemos, pero conviene recordarlo: «Tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis», etc. (Mt 25:31-46).
¿Puede el cristiano olvidar algo tan elemental? Puede. Por eso está escrito, para que lo recordemos y no perdamos la memoria de lo que significa ser cristiano. Nunca me han gustado los alarmismos, pero desgraciadamente vivimos en una época que se ha hecho necesario dar la voz de alarma: «Hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas» (2 Ped 2:1-3).
_________________________________-
[1] Elizabeth Dias, How Pat Robertson Created the Religious Right’s Model for Political Power, https://www.nytimes.com/2023/06/08/us/pat-robertson-religious-right-politics.html
[2] Su nombre de pila era Marion Gordon, pero lo cambió por “Pat”, por considerar que Marion era afeminado y Gordon demasiado afectado.
[3] Tim Stafford, Robertson R Us, https://www.christianitytoday.com/ct/1996/august12/6t926a.html
[4] En una carta al editor de Eternity Magazine, Harald Bredesen y Jean Stone Willans acuñaron el término «Renovación carismática» en lugar de «Neo-Pentecostalismo», usado por la revista Eternity.
[5] P.D. Hocken, «Harald Bredesen», en Stanley M. Burgess & Eduard van der Maas, eds., The New International Dictionary of Pentecostal and Charismatic Movements, pp. 98-99 (Zondervan, Grand Rapids 2002); John L. Sherrill, They Speak with Other Tongues, (McGraw-Hill, 1964); Vinson Synan, The Twentieth-Century Pentecostal E
xplosion. The Exciting Growth of Pentecostal Churches and Charismatic Renewal Movements (Creation House, 1987); Jack W. Hayford y S. David Moore, The Carismatic Century (Warner Faith, Nueva York 2006).
[6] David E. Harrell, All Things Are Possible: The Healing and Charismatic Revivals in Modern America. Indiana University Press, 2000.
[7] David E. Harrell, Pat Robertson: A Personal, Political and Religious Portrait. Harper and Row Publishers, San Francisco 1988.
[8] Véase Ruth Murray Brown, For A «Christian America»: A History of the Religion Right. Prometheus Books, New York 2002.
[9] Miguel Petrosky, How Pat Robertson Changed Television and American Politics, https://religionandpolitics.org/2021/12/14/how-pat-robertson-changed-television-and-american-politics/
[10] Véase A. Ropero, Y la política entró en la iglesia, https://www.lupaprotestante.com/y-la-politica-entro-en-la-iglesia-jerry-falwell-y-la-mayoria-moral-alfonso-ropero/
[11] Steve Benen, No one spins a conspiracy theory like TV preacher Pat Robertson, https://www.msnbc.com/rachel-maddow-show/no-one-spins-conspiracy-theory-tv-preacher-pat-robertson-msna388941
[12] David John Marley. Pat Robertson: An American Life. Rowman & Littlefield, Lanham 2007.
[13] Defending Democracy from Its Christian Enemies. Eerdmans, Grand Rapids 2023.
[14] Still Christian: Following Jesus Out of American Evangelicalism. John Knox / Westminster Press 2017.
[15] Legacy Of Hate: TV Preacher And Christian Nationalist Advocate Pat Robertson Announces His Retirement From Daily Broadcasting, https://www.au.org/the-latest/church-and-state/articles/legacy-of-hate-tv-preacher-and-christian/
[16] Rob Boston, The Most Dangerous Man in America? Pat Robertson and the Rise of the Christian Coalition. Prometheus Books, 1996.
[17] Rob Boston, Preacher of partisan politics: Television evangelist Pat Robertson leaves a legacy of division and extremism, https://www.au.org/the-latest/church-and-state/articles/preacher-of-partisan-politics-television-evangelist-pat-robertson-leaves-a-legacy-of-division-and-extremism/
[18] John Levine y David Walsh, Christian Coalition leader Pat Robertson calls for assassination of Venezuelan president, https://www.wsws.org/en/articles/2005/08/prob-a24.html
[19] David Edwin Harrell, Pat Robertson: A Personal, Political and Religious Portrait, p. 145. Harper and Row Publishers, San Francisco 1988.
[20] Ari Berman, Minority Rule: The Right-Wing Attack on the Will of the People (Farrar, Straus and Giroux, 2024); Steven Levitsky and Daniel, Tyranny of the Minority: Why American Democracy Reached the Breaking Point (Crown 2023); Bradley Onishi, Preparing for War. The Extremist History of White Christian Nationalism- and What Comes Next (Broadleaf Books, 2023).
[21] A. Ropero, Billy Graham, cruzado de la fe contra el comunismo, https://www.lupaprotestante.com/billy-graham-cruzado-de-la-fe-contra-el-comunismo-alfonso-ropero/
[22] Véase Martín Ocaña Flores, Los banqueros de Dios. Una aproximación evangélica a la teología de la prosperidad. Ediciones Puma, Lima 2014,
[23] Véase Richard N. Ostling, Religion: Power, Glory – and Politics, https://time.com/archive/6705505/religion-power-glory-and-politics/
[24] Gerard Thomas Straub, Salvation for Sale. An Insider’s View of Pat Robertson’s Ministry. Prometheus Books, 1986.
[25] Bill Sizemore, Televangelist’s Support Helped Mobutu Hold Power, https://www.spokesman.com/stories/1997/mar/09/televangelists-support-helped-mobutu-hold-power/
[26] Alex Park, Pat Robertson’s Africa, https://africasacountry.com/2023/06/pat-robertsons-africa