Posted On 06/12/2024 By In Libros, Opinión, portada With 140 Views

Silencios Cómplices | Ángel Manzo

Silencios Cómplices 

¿Es la religión cristiana un espacio seguro para las mujeres? En sus inicios parecería que el naciente movimiento de Jesús dio a la mujer una revolucionaria dignificación y empoderamiento, hasta que la institucionalización del cristianismo del siglo III y IV, fue relegándolas hasta expulsarlas de los cargos ministeriales[1], eco que se mantiene en el texto deuteropaulino: “las mujeres callen en la congregación” (1 Corintios 14,34). Pero distinguir entre la fe que nutre la espiritualidad de los creyentes y la práctica de los administradores de la religión, es urgente y necesario; porque no siempre los representantes de Dios en la tierra expresan con fidelidad las actitudes y las palabras de Dios.

Recordemos a Tamar hija de David, abusada y humillada por su hermano Amnón (1 Sm 13). Superando la lectura moralista, el relato muestra en toda su intensidad como la vida de una mujer transita por las decisiones de los varones. Tanto Jonadab, Amnón, David y luego Absalón se ven implicados de distintas formas con el abuso y violación de Tamar, ante una especie de cofradía masculina. Otro episodio que vincula a la masculinidad entre varones se observa con Elí y sus hijos (1 Samuel 2: 22-25) y la forma que estos abusaban de las mujeres del templo. Estos episodios acontecen bajo el marco de la realeza y el sacerdocio de Israel en sus inicios y parecen opacar el liderazgo de los hombres sagrados. La cuestión del poder, el ejercicio de la masculinidad y la instrumentalización de las mujeres aparecen como una especie de tríada donde se gestan diferentes formas de violencias.

Bien quisiéramos decir que estos son relatos del pasado, lejanos y distantes de la sociedad contemporánea, sin embargo, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el libro Silencios Cómplices: Masculinidad sagrada y violencia sexual contra mujeres en contextos religiosos, nos dice que las mujeres aun no están seguras, ni en la propia religión.

Ahora estamos ante un texto que recoge experiencias de abuso sexual contra tres mujeres –Estefanía, Claudia y Liz– cometidas por un profesor de la Biblia en el contexto de formación religiosa en un Seminario. Historias de tristeza, ingenuidad, dolor y náuseas, como los pensamientos profanos del agresor, llegan para despertar nuestra indignación e invitarnos a la corresponsabilidad, más cuando estos actos suceden ante la vista de tantos actores. A través de “relatos ficticios” se denuncian complicidades que convocan a los lectores a una toma de postura clara frente al común estado de negación en el que suelen caer los representantes de las instituciones religiosas.

Pero el libro no se queda en la mera denuncia y el morbo con historias de terror sacralizado de una adolescente y chicas jóvenes. En su segunda parte, al tenor de lo que los autores llaman la corresponsabilidad, se ofrecen una serie de recursos técnicos desde varias perspectivas (bíblica, teológica, hermenéutica, psicológica, género, jurídica, pastoral, administrativa y salud) como herramientas para enfrentar, prevenir, denunciar y acompañar casos de abusos en los contextos religiosos. Los autores, autoras y responsables de esta obra indómita, se suman a distintos colectivos sociales que se movilizan por el compromiso de construir espacios religiosos seguros, libres de toda forma de violencias y abusos.

El hilo conductor de lectura, es la complicidad masculinidad: que los hombres callen y asuman un mal comprendido “espíritu de cuerpo”, para dejar en la impunidad una serie de delitos en las instancias religiosas es uno de los mayores males de la masculinidad sagrada.

Tatiana Mendoza, encarna la voz de las víctimas y sus vivencias de desgarros e inocencias por los pasillos del Seminario. Se pregunta por qué ante la palabra de una mujer, las autoridades religiosas prefieren creer al pastor o líder y desprestigiar a la víctima, ¿será que el evangelio que profesan algunas iglesias está a favor de las autoridades sagradas para despreciar a las víctimas, los pequeños y vulnerables del reino de Dios?

Ángel Manzo Montesdeoca

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[1] Véase los trabajos de Rafael Aguirre (1998), Del movimiento de Jesús a la iglesia cristiana, y el de Margaret MacDonald (2004), Las mujeres en el cristianismo primitivo y la opinión pagana, Editorial Verbo Divino.

Ángel Manzo Montesdeoca

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