Jaime Fernández Garrido

Posted On 23/12/2011 By In Opinión With 7471 Views

¡Feliz Navi… Dad!

 

Hace muy pocos días, nuestra hija pequeña, Mel, estaba haciendo un dibujo de Navidad para la escuela. Todavía no tiene seis años, así que cuando tiene que escribir una frase, va colocando cada letra en su lugar poco a poco. El dibujo era impresionante (¿qué padre diría otra cosa?), pero en el enunciado se leía: «Feliz Navi» y en una línea aparte: «Dad».

Jaime Fernández GarridoPensé «se ha quedado sin espacio y por eso tuvo que dividir la palabra en dos», pero de todas formas le pregunté. Ella se quedó mirando como si realmente se hubiera quedado sin lugar para poner la palabra entera, pero entonces, sonrió, y  me dijo: «Es que papi, la navidad es eso, es dar, la gente tiene que dar más».

Había descubierto una aplicación perfecta de su pequeña «equivocación».

Durante varios días me pregunté si era una equivocación, o uno más de los cientos de mensajes que Dios nos da a través de nuestros hijos.  Deberíamos escucharlos mucho más a menudo, estamos tan agobiados con nuestros negocios «importantes» (¡A veces a nivel espiritual,  también!) que olvidamos que nada es más importante que pasar tiempo con nuestra familia. Tengo que confesaros que llevo más de una semana sin poder olvidar la explicación de Mel «La Navidad es eso, papí, es dar».

Desde ese momento, no puedo ver esa palabra «Navidad» sin dividirla en mi mente.

Sé que muchos dicen que en estas fechas todos estamos más sensibles, y nos preocupamos más por el resto de las personas, y eso es sólo parte de una costumbre. No me importa. Si realmente recordar el nacimiento del Señor, nos impulsa a ayudar más a otros, deberíamos celebrar la Navidad una vez al mes. Supongo que hay personas que se comportan así por costumbre, pero también puedo decir que conozco gente que no dan ni ayudan nunca ¡Ni siquiera en Navidad! ¡Por lo menos, que no critiquen a quienes lo hacen una vez al año! Tenemos que dejarnos de tonterías y ayudar a los demás, sea por la razón que sea.

Nuestra vida tiene sentido cuando damos. En La Biblia, el amor de Dios siempre va unido a la palabra «dar» y «entregar» De eso se trata el amor. Nuestro refranero dice que una cosa es predicar y otra dar trigo, quizás lo dice porque hay muchos más especialistas en predicar que en dar. El amor no existe si no da. El amor sin entrega son solo palabras aparentemente bonitas y completamente vacías.

A veces puede ser relativamente sencillo dar dinero o grandes regalos, para ayudar a otros: Lo damos y «se acabó». Un sólo momento de desprendimiento y nos quedamos tranquilos (¡aunque a algunos ese «desprendimiento» les duele durante meses!). Déjame decirte que el amor tiene que ver también con regalar nuestro tiempo, a la familia, los amigos, a las personas que lo necesitan, a alguien que está solo/a o enfermo/a, incluso a desconocidos que necesitan nuestra ayuda… Amar es dar todo lo que somos y tenemos, porque así es nuestro Padre, y jamás podemos olvidar que nunca nos parecemos tanto a Dios, como cuando damos.

Si el nacimiento del Señor Jesús nos «impulsa» a hacerlo en las fechas de Navidad (solemos estar más sensibles, ¿recuerdas?) ¿por qué no lo hacemos durante todo el año?

Navi… Dad. Sé que está muy bien todo lo que hacemos en estas fechas: preparamos espectáculos, reuniones especiales, actos religiosos, fiestas, obras benéficas, etc. pero lo que Dios espera de nosotros no es eso en primer lugar, sino «dar». Involucrarnos en todo tipo de actividades y proclamaciones «desde arriba» es siempre muchísimo más sencillo y exige menos compromiso que «mezclarnos» con las personas que están a nuestro alrededor. Involucrarnos en reuniones públicas siempre es más gratificante (las personas nos ven más) que dedicar tiempo a quién lo necesita. Predicar siempre fue más fácil que dar trigo.

Y jamás debemos olvidar que el Señor no nos llamó a programar actividades o a predicar, sino a hacer discípulos. No se hacen discípulos desde el púlpito o desde los escenarios, sino en el contacto directo día a día.

No quiero decir que lo que hacemos no tenga valor, sino que tenemos que esforzarnos para no perder la perspectiva correcta. Creo que Dios no permitió que me sucediera esa historia genial con mi hija para «echarme en cara» ninguna cosa (¡Dios es mucho más bueno de lo que pensamos!), sino para que aprendiera a verlo todo de una manera diferente. A SU manera.

Necesitamos pedir sabiduría a Dios cada día, para vivir de acuerdo a su voluntad, y no tomar decisiones en base a nuestra comodidad, o a lo que nos gusta más a nosotros.

No hay «Feliz Navidad» si no amas. No puedes amar si no das. Tan sencillo que una niña de cinco años puede entenderlo. Por algo el Señor dijo una vez que si no nos hacemos como niños no podremos entrar en el reino de los cielos.

Cuando les hablamos del evangelio a todos, solemos usar uno de los versículos más conocidos en todo el mundo, Juan 3:16. Cada vez que lo leo, sigo asombrándome tanto de la sencillez, como de la radicalidad del amor de Dios. Tal como nosotros hacemos las cosas, hubiéramos esperado que el versículo dijera:

«Tanto amó Dios al mundo, que formó un comité de evangelización; o unas reuniones especiales, o actividades, o…. tanto amó Dios al mundo que envió a sus hijos a predicar por todas partes….»

No, la Biblia dice: «Tanto amó Dios al mundo que dio»

De eso se trata la Navi… Dad.

Jaime Fernández Garrido
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