Posted On 22/11/2012 By In Opinión With 1380 Views

Incertidumbre

Escucho la música de 1995, año tan determinante, donde me perdí en los infiernos y subí a los cielos. Fue un año bisagra, donde conocí el sinsabor de la depresión, pero también la vida de la conversión al cristianismo. Pienso en la experiencia, y aún me emociona (y se entiende el énfasis en el primer amor que hizo el apóstol Juan). Hoy, casi diecisiete años después, otra vez me encuentro en un punto de inflexión; la fe se cuestiona, y se reconstruye. Antes fue la aceptación de que Dios no hacía basura en este mundo: yo, por lo tanto, no lo era. Hoy, es distinto. De nuevo: la fe se cuestiona.

¿Por qué eso? Por años luché contra la idea de salir a la iglesia. Finalmente, logré el éxito en ese propósito, pero luego se me presentó un vacío extraño.

Abel García García

Autor, Abel García

Pensando en él, creo que se dio porque tenía la idea de replicar el pasado. Hablaba de cristiano sin iglesia, claro está, pero asumía eso como cuestión temporal, teniendo clara la idea de que pronto, tarde o temprano y en algún rincón de Lima, encontraría una comunidad estática, donde replicaría los años vividos en mi antigua iglesia. Buscama mi templo, mi púlpito, las clases de academia bíblica en un lugar más sano que el anterior. ¿De verdad sería así? ¿Eso me habían enseñado las variopintas experiencias del pasado? ¿No apuntaban mis reflexiones hacia otras direcciones? ¿Tanto pensamiento y texto para nada?

En realidad, quería calma, suelo duro y estable, escenarios perfectamente predictibles, pero eso no llegó a nivel de la fe. Superé la etapa de la iglesia local, pero no me di cuenta que añoraba algo de ella. Añoraba la firmeza, la predictibilidad, el control que sentía al entrar bajo su techo. Seguridad, a fin de cuentas. Sin embargo, el mundo me había enseñado, con golpes constantes, que la firmeza no existe. Que en realidad flotamos, que no existe certeza de las cosas. Somos hijos de la incertidumbre, y eso no me gustaba. Lo rechazaba. Siempre hacía esfuerzos para hacer mi vida lo más certera y estable, desde el lado económico, académico o religioso.Tomé a los golpes como enseñanzas, pero ignoraba uno de sus principales postulados. Luchaba con miedos de niñez, que allí se sentían, pero había que vencerlos.

La fe se cuestiona porque me resistía a entender y aceptar su componente de incertidumbre.

Entonces estoy en esas. Debo aceptar que no sé qué escenario vendrá. No se qué mundo aparecerá mañana, no sé si estaré aquí, no sé qué rostro de Dios paseará por Lima esta semana. Nada sabemos. Solo nos queda esperar que la incertidumbre nos favorezca. Y esto lo debo aceptar no solo en la cabeza, sino también en el corazón.

Abel Garcia
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