Adviento 2017, día 1: Tristeza
“Dios nuestro,
¡cambia nuestra triste situación!
¡Muéstranos tu bondad y sálvanos!” (Salmo 80:3, TLA)
Triste la muerte que se oculta,
la bala que mata,
la palabra que hiere,
la decisión que lastima,
la solidaridad miedosa,
la compasión selectiva,
la memoria corta,
la incoherencia disfrazada de opción política,
el oportunismo cínico,
la discriminación piadosa
y la piedad hipócrita.
Triste el bolsillo flaco
pero más triste el alma que no siente;
triste el cambio para algunos
que condena a los otros, a las otras;
triste la condena veloz, el prejuicio rápido,
la compasión a destiempo
o la misericordia que no llega.
Triste la tristeza que llora sola
cuando la capacidad de amar a quien sufre
se pierde en la comodidad del no meterse.
Triste el Adviento
que no sabe recibir al que viene
en los rostros de la angustia,
en los ojos que (des)esperan,
en los cuerpos golpeados,
en las vidas rotas
de tantas y tantos que son el Jesús
ignorado de todos los tiempos.
Y en medio de todas las tristezas
el anhelo de salvación,
la necesidad de un Dios de bondad
que no nos olvide.
Gerardo Oberman