No es fácil opinar sobre si las religiones deben hacer uso de los equipamientos públicos, o bien usar los suyos propios. Unos apelarán a la laicidad para impedir el acceso de las entidades religiosas a estos espacios, otros apelarán a la necesidad de convivencia para forzar un uso de espacios no siempre bien explicado u ofrecido. El cuento de enero se sitúa en medio de esta cuestión, desde la mirada de un niño que, simplemente, va a clases de árabe en la mezquita de su barrio.
Ahmed
Hoy Ahmed irá a clase de árabe cuando salga de la escuela. Pero hoy no irá a la mezquita, no. Irá a un lugar llamado centrocírico. De hecho, ya lo conoce: muchas veces pasa por delante, porque está a medio camino entre su casa y el mercado. Es un edifico grande, muy feo. A él legustan más los edificios bajos, llenos de jardineras con flores, con las paredes blancas y las ventanas verdes. En la escuela, siempre dibuja así las casas cuando la maestra se lo pide. El centrocírico, en cambio, no es bonito: es moderno. Omar, el abuelo de Babu, que es quien les da las clases de árabe, les ha contado que en el centrocírico podrán hacer mejor las clases, porque está climareado. Ahmed no sabe qué significa climareado, pero será cierto que podrán hacer mejor las clases, porque Omar es el maestro y, si él lo dice, será verdad. E imagina que esto del climareado debe tener algo que ver con el hecho que el centrocírico es más moderno que la mezquita. Lo que aún no ha resuelto es si la escuela también está climareada. Porque la escuela es más bonita que el centrocírico, pero más moderna que la mezquita. A lo mejor, entonces, sólo estará medio climareada? A la hora del recreo se lo ha preguntado a la maestra, pero no le ha respondido, sólo ha reído. Debe ser que ella tampoco lo sabe.
Como un día, yendo al mercado, vió a Luisa saliendo del centrocírico con su madre, Ahmed ha ido a preguntarle que significa climareado. Pero Luisa le ha dicho que no lo sabía, ya que ella en el centrocírico sólo hace vallé. Cosa que todavía ha desconcertado más a Ahmed, porque esto del vallé le suena a poner vallas, como hace su padre por la fiesta del cordero cuando no caben en la mezquita, y tienen que rezar en la calle. A lo mejor -ha pensado- es porque no caben en el centrocírico.
Ahmed querría preguntarle también a Babu si él sabe que significa climareado, pero no lo hará. Ayer se pelearon, porque Babu dice mentiras. Dijo que su abuelo le contó que no quería hacer las clases en el centrocírico. Que se ve que un centrocírico no es un lugar donde aprender árabe. Pero no es verdad, porque Ahmed estaba en clase cuando Omar dijo que irían al centrocírico, y que allí estarían mejor, porque está climareado. Por la tarde, cuando se lo explicó a su madre, ella le dió un beso en la mejilla, y le dijo que no se volviera a pelear con Babu. Ya de noche, desde la cama, oyó como sus padres hablaban de eso. La madre estaba contenta porque irían al centrocírico, un lugar climareado, y donde hay también otros niños haciendo muchas cosas (como Luisa que hace vallé). El padre, en cambio, estaba triste, porque decía que era importante que Ahmed fuera a la mezquita. Después, Ahmed se durmió, y se quedo sin saber el final de la conversación.
A Ahmed le gusta ir a la mezquita. Ahora sólo va cuando hay clase, pero cuando sea mayor, irá a rezar. Omar lo trata muy bien (¡aunque a veces lo riñe!), y su padre y sus amigos están contentos cuando van a la mezquita. Y la madre, cuando lo va a buscar, también está contenta, y habla mucho con las amigas. En cambio, cuando lo va a buscar a la escuela, no está tan contenta. También habla con las amigas, pero hablan poco, tienen más prisa. La Madre de Luisa también tiene prisa, porque nunca responde cuando la madre de Ahmed la saluda. A lo mejor, en el centrocírico, como que está climareado, sí que estarán contentas, y podrán saludarse y hablar.
(El original en catalán se puede leer aquí: http://unairetdecontes.blogspot.com/2011/11/lahmed.html)
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