«Velad y orad para que no desfallezcáis en la prueba. Es cierto que tenéis buena voluntad, pero os faltan las fuerzas»
Mateo 26:41
(La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)
Las escuelas del pensamiento positivo y otras «filosofías» populares que abundan por ahí, nos invitan a creer que la vida sería distinta si tan sólo pensáramos con optimismo y tuviéramos buena voluntad para actuar. Dicen que podríamos ser ricos si nuestros pensamientos estuvieran enfocados en el éxito (¡piense y hágase rico!), que podríamos gozar de salud física si pudiéramos desalojar los sentimientos de temor (¡todo está en la mente!), y que acabaríamos con la pobreza y la injusticia si los empobrecidos tuvieran voluntad para trabajar más y esforzarse para superar sus condiciones de vida (no tienen ni idea de cómo opera la injusticia social). Discursos insulsos que también se repiten en muchos púlpitos cristianos. ¡Fuera la vejez, adiós a la pobreza y bienvenido el bienestar!, parece ser su lema.
Jesús tiene una opinión diferente: reconoce, por ejemplo, que Pedro y los otros discípulos tienen buena voluntad para orar, pero sabe que, en este caso como en muchos más, su voluntad no es suficiente. Ellos querían orar, pero se dormían cuando llegaba el momento de la oración (Mateo 26:40). Pedro fue el mismo que quiso ser fiel a Jesús y hasta prometió nunca negarlo… pero ya sabemos lo que pasó: lo negó varias veces (Mateo 26:70-75).
Pensar con optimismo y esperar que suceda lo mejor es, muchas veces, una actitud loable; nadie lo niega. Pero creer que con pensar bien sucederá lo bueno, o que el deseo es suficiente para que sucedan las cosas, no demuestra más que desconocimiento de la naturaleza humana, ingenuidad respecto de las dinámicas complejas que operan en la sociedad y desconocimiento de la gracia de Dios. Razón tenía el apóstol Pablo. Decía él que «Es Dios mismo quien realiza en vosotros el querer y el hacer, más allá de vuestra buena disposición» (Filipenses 2:13).
Para seguir pensando:
«Una voluntad torcida no está dispuesta a acoger la verdad, y la verdad no acogida tiende a ser soslayada»
Bernard Lonergan (Teólogo, 1904-1984)
Vale que nos preguntemos:
¿A qué personas conozco que a pesar de sus buenos deseos y sus muchas promesas no han logrado realizar lo que se proponen? ¿En qué circunstancias eso mismo me pasa a mí? ¿Qué lugar ocupa la gracia de Dios en estas situaciones?
Oración:
Dios de toda bondad, hoy te pido por las personas de mi comunidad que padecen de alguna adicción al alcohol o a las drogas. También te ruego por aquellas que llenas de autosuficiencia proclaman con crueldad que todos los males de los demás son culpa de su falta de voluntad. Llena al mundo de tu misericordia y de tu amor. Amén.
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