Reseña de: Política como signo de los tiempos. Religiones, democracias y estallidos sociales en clave teológico-política, Nicolás Panotto, Buenos Aires, Edición Poliedro, 2022, 166 p.
Luis Martínez Andrade
Universidad Católica de Lovaina
Dentro de las ciencias sociales históricas el vínculo entre religión y política ha sido abordado desde diversas perspectivas y desde diferentes ángulos metodológicos. Temáticas como el regreso de la cuestión religiosa (Denis Pelletier), la configuración del cristianismo de liberación (Michael Löwy), la relación entre las teologías políticas y los derechos humanos (Boaventura de Sousa Santos) o el secularismo (Saba Mahmood), por citar solo algunas, han sido examinadas desde distintos enfoques mostrando y apuntando la complejidad de dicho vínculo. Por su parte, el teólogo argentino Nicolás Panotto nos propone una exegesis muy rigurosa para atender dicho fenómeno. Compuesto por tres partes, el libro Política como signo de los tiempos. Religiones, democracias y estallidos sociales en clave teológico-política “es un experimento” (p. 13) que tiene como horizonte no solo aportar respuestas a algunas cuestiones referentes al factor religioso y a los procesos políticos en Latinoamérica sino además contribuir al desarrollo de una a/teología como crítica de la dominación.
En “Lugares de las políticas, lugares de la creencia”, primera parte de la obra, Panotto presenta los elementos teológicos fundamentales (presencia de Dios como irrupción, presencia divina en la historia y presencia activa de Dios en la historia) que dan forma a la noción de signos de los tiempos con la finalidad de hacer hincapié en la importancia de los “acontecimientos históricos que irrumpen como novedad” (p. 22). Aunque en esta sección, el autor retoma algunas ideas de Ernesto Laclau (categoría de demanda: como categoría política y categoría de poder) y de Jürgen Habermas para reflexionar en torno al espacio público, el autor no solo reconoce los límites eurocéntricos de estas miradas (por ejemplo, la noción postsecular de cuño habermarsiano) sino que además subraya la necesidad de tomar en serio la idea de conflictividad (p. 61). Apoyado en los aportes de Arturo Escobar en lo que refiere a la naturaleza el lugar, Panotto reconoce la relación entre la política de las demandas y la política de los lugares. Sobre este último punto, pensamos que el trabajo del geógrafo bahiano Milton Santos sigue siendo fundamental para entender los procesos de resistencia “desde abajo” a la lógica de la globalización.
La segunda parte “Laicidad y libertad religiosa: epicentros de disputa” propone un abordaje decolonial sobre las políticas públicas en materia de libertad religiosa. Si bien el autor reconoce el carácter colonial del Estado-nación (p. 68), también reconoce que es un “espacio de batalla, resistencia y reivindicación de muchos sectores que componen la diversidad social” (p. 69). Por nuestra parte, y siguiendo las investigaciones realizadas por Raúl Zibechi en lo que respecta la administración necro-política de los Estados-nación en Latinoamérica, creemos que el papel del Estado ha servido, por un lado, como palanca de la acumulación por despojo (D. Harvey) y, por el otro, para la administración de la miseria. Cabe hacer mención que, en esta sección, el autor observa el lugar de privilegio y el peso que tiene la Iglesia Católica en las dinámicas de poder de la región.
Por otra parte, Nicolás Panotto reconoce que la noción de libertad religiosa es un espacio de disputa de sentido entre los grupos neoconservadores -que promueven y justifican políticas de dominio- y los grupos progresistas que pugnan por agendas contrahegemónicas buscando así forjar un pluralismo religioso. De allí que la distinción realizada por Elizabeth Hurd entre laicidad judeocristiana y laicismo siga siendo de gran utilidad para la contextualización e historización de los Derechos Humanos.
Finalmente, en “Más allá de la política, o la política como transcendencia”, el autor nos ofrece un excelente análisis de la relación entre lo sagrado y los poderes. Partiendo del mito de la modernidad -y su corolario: los procesos de secularización moderno-eurocéntrico-, Panotto identifica tres corrientes que han contribuido al desarrollo de una a/teología: 1) la corriente del ateísmo crítico (Michael Onfrey, Georges Bataille), 2) la teología política contemporánea (Alain Badiou, Slavoj Žižek, Judith Butler, Terry Eagleton, entre otros y, 3) la teología cristiana en clave procesual y posmoderna (Mark. C. Taylor, Catherine Keller, Roland Faber). Por consiguiente, la dimensión crítica de una a/teología no solo contribuye al ejercicio autocrítico del quehacer teológico, sino que también fomenta la emergencia de saberes-otros. Frente a la “monocultura del saber” (Santos), la a/teología crítica propuesta por Nicolás Panotto se convierte en otra arma de lucha para confrontar a los ídolos de la muerte.
En otro orden de ideas, el autor nos ofrece una lección magistral de teología política en la exegesis de algunos símbolos (el Kyrios y el Pantocrátor) de la iglesia cristiana, de la paradoja de la Cruz (Martín Lutero), de la noción de reino de Dios (como horizonte utópico) y de la relación entre teología y juego (Rubem Alves) con la finalidad de “promover la instancia comunitaria y narrativa de la teología, deconstruye todo discurso cerrado de Dios, en el cual se apoyan las formas clausurantes de poder” (p. 144).
El filósofo marxista Walter Benjamin estaba convencido de la necesidad del uso de la teología (Tesis 1 “Sobre el concepto de historia”) por parte del materialismo histórico en el combate contra el Anticristo de los años treinta del siglo pasado. Actualmente, ante el ascenso de la peste fascista, las oprimidas y oprimidos debemos de hacernos de todas las armas de lucha (materiales e intelectuales) que estén a nuestro alcance y, por consiguiente, el libro del teólogo argentino Nicolás Panotto es una herramienta imprescindible.
