Aquí traemos nuestras cenizas, una vez más.
Las cenizas de nuestra fragilidad humana,
de ideales consumidos en el fuego de la desesperanza,
de proyectos truncados, de miedos perennes,
de miradas cansadas, de cuerpos lastimados,
de manos vacías y de almas sedientas.
Aquí estamos, con nuestras cenizas a cuestas.
Las cenizas de nuestras indignaciones selectivas,
que cuestiona la integridad de nuestra moral
que pareciera conmoverse diferente
ante los mismos males, las mismas guerras,
los mismos dolores, las mismas gentes huyendo,
los mismos gritos desesperados
y las mismas lágrimas con sabor a sal,
las mismas vidas humanas segadas
por la ambición de aquellos egoísmos
que nada saben de izquierdas o de derechas,
solo de intereses mezquinos, perversos.
Aquí tienes nuestras cenizas, todas ellas.
Las cenizas de una creación gimiente,
anhelando restauración y reparación.
Las cenizas de los bosques incendiados,
las cenizas de la tierra escupiendo su hastío,
las cenizas de los basurales a cielo abierto,
las cenizas tóxicas de nuestra sociedad de consumo.
También ofrendamos algunas cenizas, amadas,
de personas que han sido parte de nuestra historia
y que hemos devuelto a la tierra, serenamente,
para que vuelva al polvo lo que del polvo fue creado.
Aquí venimos, cantando coplas cenicientas,
lastimosos kiries sin glorias que contar,
con los aleluyas desvanecidos y mustios amenes,
una letanía repetida de lamentos viejos,
olvidados los credos que nutren el andar.
Pero…, tal vez Tú descubras algún rescoldo
desde el cual encendernos nuevamente
desde el viento de tu gracia infinita,
para seguir ardiendo con evangélica pasión.
Puede oírse en audio en el siguiente link