Antes de estudiar teología estudié botánica. Así que cuando en los textos bíblicos se habla del trigo y la cizaña yo entiendo que se habla del Traticum sativum y de la Lolium temulentum. De la misma manera que cuando en los textos canónicos se narra el sufrimiento que causan algunas personas a otras yo pienso en las hojas modificadas de algunas plantas que le sirven de armas defensivas: las espinas. Las personas que más penas me han causado son a menudo, por no decir siempre, las que más muestras de amor me han dado.
Read More Posted On septiembre 24, 2014By Augusto Millán HernándezIn Opinión
Alguien que se etiqueta como reformado y que no me conoce me ha invitado a formar parte de un grupo antiecuménico en internet. Así que lo primero que hice fue buscar fotos de mi abuela materna llevandóme de la mano a la Escuela Sabática de una iglesia rural. Después me puse a recordar las veladas familiares donde leímos la Biblia con mis primos católicos. Y por último me remangué las mangas de la camisa y me puse a cocinar frijoles negros para rememorar a mis padres presbiterianos que me dieron el mejor
Read More Posted On julio 23, 2013By Augusto Millán HernándezIn Opinión
En una de las aulas de la Escuela Dominical, los niños de nuestra comunidad han colocado una cartulina amarilla junto a la puerta y donde cada domingo clavan sus pedidos de oración y de gratitud. Es una especie de Muro de las Lamentaciones. Muy nuestro. Pero muy poca gente sabe que existe. Hay días que entro al aula, me detengo ante la cartulina, me quito la gorra y leo los pedidos de oración y las acciones de gracia con reverencia. Con las manos apretadas. Como buscando inspiración. Como escudriñando por consuelo. Como
Read More Posted On abril 24, 2013By Augusto Millán HernándezIn Opinión
El dolor es una experiencia sensorial y emocional. Ningún dolor se parece a otro dolor. Los dolores son nuestros por muy comunes que parezcan y por muy naturales que aparenten ser. Pero nadie puede decirme en medio de mi dolor: te acompaño. Nadie. Y es que mis dolores son míos. Y de nadie más. Sólo yo puedo gemir con ellos. Sólo yo puedo retorcerme entre ellos. Sólo yo los puedo llorar. La ciencia que estudia el dolor se llama algología. Pero hay más. Y es que me estoy volviendo sensible
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