Hermano Francisco, Agitador de un mundo que agoniza, Pacificador del lobo arisco, ¡Apúntame en la lista de tus locos, Y enséñame a ser libre, un tal Francisco! Elegiste un nombre que a mi me regalaron. Moriste en Pascua, fiel y revolucionario, como fue tu estilo, volviendo a la raíz de nuestro movimiento popular: un carpintero, un narrador, un sanador, que volvió al corazón de la Pascua de su pueblo al movimiento más profundo del alma humana, el Paso. Dios te regaló el tiempo propicio para cosechar, en verano, la primavera
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