Posted On marzo 25, 2013By David ManzanasIn Ética
Es domingo, y como siempre se inicia el servicio dominical. Cada asistente al culto recibió, al entrar a la capilla, una piedra del tamaño de un puño. Se les pidió que la conservaran durante el culto, pero no se les dijo nada más, ni el por qué ni el para qué de la piedra. La tuvieron durante todo el culto con ellos, unos la dejaron en el suelo, otros la guardaron en el bolso, otros la tuvieron todo el rato en la mano. Con una piedra como esa, los judíos
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