Cuando Jesús dice que su yugo es fácil y su carga ligera, hay una referencia implícita al estilo de vida itinerante que llevaba; a esa alusión de no tener dónde reposar la cabeza, situación compensada por la recompensa de recibir las enseñanzas de un maestro de Torá. Igualmente, a todo padecimiento que, en su Nombre, habrá de compartir el discípulo con su maestro y que a su lado será algo más fácil y ligero de llevar.
Jesús, como Maestro, no quería que sus alumnos se llevaran una impresión equivocada de lo que implicaba ser, precisamente, seguidores suyos. En otro pasaje (Mt 8:18-22; Lc 9:57-62), advierte que no todos son capaces de seguirle, porque un requisito es dejar los intereses; en la medida de las prioridades que subjetivamente se otorgan a la vida. Es decir, revertir los valores convencionales de aquello que consideramos importante, inclusive imprescindible porque ocupan un lugar privilegiado en nuestras vidas, según un orden social.
Este episodio resalta por la apertura que tiene la oferta del Maestro –la oferta de sus enseñanzas-, en el cual la opción de seguirlo se afirma en la decisión personal de trascender los intereses. Las figuras pueden parecer borrosas, pero sus intereses no. En Mateo se identifica a un escriba, pero en Lucas ha perdido su identidad. Luego vienen “otros” que son igualmente indeterminados. En su carácter narrativo, llama la atención que los personajes sean así, pero el autor ha querido filtrar nuestra atención hacia los intereses: uno intelectual (en Mateo) o aparentemente dedicado (en Lucas); otro, en el contexto de las instituciones y en uno último, en el orden de lo familiar.
Hoy veríamos en estos intereses el campo social en el que se desarrollan el individuo, la familia y la sociedad en general. Así, en una sociedad centrada en el individuo, como la nuestra, haríamos una lectura en la que somos actores en cada uno de estos tres rubros sociales representando un papel. El contraste aparente entre los requisitos de Jesús y estos tres intereses encuentran su mayor tensión en la decisión de hacerle maestro.
Por eso Jesús afirma el sentido del aprendizaje a su lado a partir del yugo (Mt 11:29). Esta aseveración es, para su tiempo, algo determinante. ¿Qué es este yugo? Es una figura hebrea de la Ley (Ben Sirá 51:23-27; Pirké Avot 3:6) y Jesús lo designa como suyo, esto es, su enseñanza particular sobre la Torá.
Además, el yugo también es una alusión al arado tirado por dos bueyes que están unidos. La unión la efectúa el yugo. Cuando a un buey joven, que no sabe andar con el yugo a cuestas, se le introduce al trabajo del arado, se le coloca al mismo yugo que un buey viejo y experimentado. Éste funciona como maestro del joven. Por otro lado, la carga es ese arado que ha de pensarse como el instrumento que trabaja la tierra para que se pueda sembrar y cosechar alimento.[1] Esta es una gran figura, pues Jesús afirma que si nos unimos a Él en obediencia y sometimiento a la Ley y a la interpretación que él da de la misma, tendremos de aprender de Él a andar el Camino de la vida eterna para dar fruto de esa misma vida hoy. Si bien el arado puede representar las adversidades y contrariedades (persecuciones, padecimientos, enfermedades, conflictos), éstas se vivirían por causa de su Nombre, es decir, en el contexto de esa pertenencia que existe entre un maestro y sus discípulos; en la conciencia de un padecimiento por hallarse al lado del maestro bajo el mismo yugo.
Al mismo tiempo, el texto permite hacer un paralelo entre la carga fácil y la mansedumbre (v. 29) y la ligereza con la humildad de corazón, como significaciones paralelas que fortalecen el sentido de este seguimiento discipular a la manera del alumno.
Por eso Yeshúa afirma el sentido del aprendizaje a su lado a partir del yugo: “Llevad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí” (Mt 11:29). Nadie en su tiempo -ni ahora-, entre los rabinos más rectos, se atrevería a afirmar algo así, que se lleve el yugo que el rabino mismo otorga. ¿Qué es este yugo? Es una figura hebrea de la Ley y Yeshúa lo designa como suyo, esto es que él es el autor mismo del yugo… La primera persona del singular lo confirma.
El paralelo entre el yugo fácil y la mansedumbre (v. 29), la carga ligera y la humildad de corazón, son elementos con los que se comienza a ser discípulo. Seguir su enseñanza implica llevarla a la práctica a pesar de las dificultades que esto pueda generar.
[1] El arado o zapapico usado por los pueblos semitas, en hebreo antiguo es la letra zayin que significa tanto “zapapico” como “espada”. Es interesante que esta doble significación -que hace referencia al doble uso del objeto como arma y como arado- sea el mismo de la Palabra de Dios como alimento y arma en su acepción antigua (véase Hebreos 4,12).
Referencias:
Benner, J. A. (2005). Ancient Hebrew Lexicon of the Bible. Hebrew Letters, Words and Roots definded within their Ancient Cultural Context. Texas: Virtualbookworm Publishing.
Bivin, D. (1997). New Light on ghe Difficult Words of Jesus. MI: En-Gedi Resource Center.
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