Dios te bendiga
y te de siempre y cada vez
la bendición de los lugares vírgenes:
la calma,
el agua fresca,
los horizontes amplios,
el cielo abierto,
y las estrellas,
que iluminan tu sendero en la oscuridad.
Que la tierra que pisas
haga bailar tus pies,
y fortalezca tus brazos;
y llene tus oídos de música
y tu nariz de perfumes dulces.
Que los cielos que están sobre ti
llenen tu alma de ternura,
y tus ojos de luz,
colmen de alegría tu corazón
y pongan una canción en tu boca.
(Proveniente de África, autoría desconocida.
Tomado del Libro de Culto “En tu gracia”, Consejo Mundial de Iglesias)
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