«El anticomunismo posterior a la Segunda Guerra Mundial que se desarrolló durante las presidencias de Harry Truman y Dwight Eisenhower dio cabida a interpretaciones evangélicas que respaldaban su retórica del bien contra el mal. El evangelista Billy Graham y otros líderes evangélicos hicieron referencia constantemente a los acontecimientos de la Guerra Fría y promovieron el nacionalismo cristiano y al mismo tiempo llamaron a los estadounidenses a volverse a Dios y alejarse del pecado»[1].
Salto a la fama
Billy Graham (1918-2018) fue sin duda el evangelista más famoso de los tiempos modernos desde que saltó a la fama nacional a finales de la década de 1940, cuya influencia se extendió más allá de los círculos religiosos. En el día de su muerte se dijo que Billy Graham fue más grande que Pablo. Retórica aparte, la verdad es que, cuantitativamente, Billy Graham viajó a muchos más países y predicó a mucha más gente que Pablo o cualquier otro misionero o evangelista de la historia[2]. Según Hanspeter Nüesch, solo el papa viajero Juan Pablo se ha dirigido a tantas multitudes como Graham[3].
Antes de su gran campaña en Los Ángeles en 1949, Graham estuvo en Inglaterra en una gira de evangelización organizada Youth For Christ (Juventud para Cristo), de quien fue su primer obrero[4]. El país británico todavía mostraba las heridas de la pasada guerra. Graham, acompañado de Cliff Barrows, predicó de octubre de 1946 a marzo de 1947 en 27 ciudades y pueblos uno total de 360 veces. Graham impresionó por su juventud y frescura. «Desde lo alto del púlpito mirando a los londinenses como una estrella de cine, tenía un tremendo atractivo para los ignorantes, los iletrados y los elementos más rudos de los jóvenes»[5]. Aunque la nación británica en su conjunto ignoró la existencia de Graham, el obispo de Birmingham, el muy liberal Ernst Barnes, le pidió que diera un taller de evangelización en su diócesis.
Fue también Juventud para Cristo quien organizó Greater Los Angeles Revival (Los Ángeles Gran Avivamiento) con Bill Graham como predicador. El plan inicial comprendía predicaciones nocturnas durante tres semanas —que luego se extendió a ocho. Para ello se habilitó una gran carpa para unas seis mil de personas. Al principio la asistencia fue decepcionante, con centenares de asientos vacíos. A medida que se acercaba la noche de clausura, el comité organizador local no estaba seguro de si extender las reuniones. Graham decidió pedir a Dios una señal clara, como la que recibió Gedeón en el Antiguo Testamento.
«Llegó a las cuatro y media de la mañana siguiente —escribe Graham en su autobiografía, Tal como soy— cuando una llamada telefónica le despertó. En el otro extremo estaba el popular cantante y compositor Stuart Hamblen (1908–1989), uno de los primeros cantantes country en utilizar la radio, rogando conocerlo. Según cuenta Graham, se vistió y conoció a Hamblen y su esposa. Después de hablar con él, Hamblen «entregó su vida a Cristo en un sencillo acto de fe»[6].
Graham dijo que fue entonces cuando les dijo a los organizadores que la cruzada debería continuar. Hamblen habló de su nueva fe en su programa de radio. Esa noche Graham quedó sorprendió al encontrar la tienda «llena de reporteros y fotógrafos». Graham se enteró de que el gigante editorial William Randolph Hearst había emitido una orden a todos los directores de su cadena de periódicos concentrada en dos palabras: «Puff Graham», que se podría traducir: «aupad, o inflar a Graham»[7].
La repentina cobertura de primera plana que los periódicos de Hearst dedicaron a Graham fue rápidamente igualada por otros periódicos y revistas de noticias suscitando mucho interés por el evento. «La estrella de Graham surgió de la noche a la mañana, y pronto aparecieron fotografías y elogios en Life, Time, Newsweek y en las portadas de los periódicos de las grandes ciudades»[8]. A partir de entonces la asistencia aumentó descomunalmente, y se estima que trescientas cincuenta mil personas pasaron finalmente por la carpa o «catedral de lona», como llegó a llamarse después.
Es legítimo preguntarse que vio el magnate de la prensa para apoyar y lanzar a la fama a un predicador relativamente desconocido como Billy Graham. En su autobiografía, Graham declara que nunca conoció a Hearst personalmente y que nunca supo por qué Hearst se interesó en él. «Hearst y yo no nos conocimos, no hablamos por teléfono ni mantuvimos correspondencia mientras él vivió»[9].
Todo indica que Hearst quedó impresionado por los ardientes sermones de Graham y su inquebrantable y férrea condena del comunismo. Estamos en los primeros años de la llamada Guerra Fría, y todos esperaban una voz vigorosa que denunciase los males del «comunismo impío» en nombre del viejo evangelio que movilizara a los jóvenes en pro de los valores cristianos. Según James L. Evans, no hay duda que fue su firme mensaje anticomunista lo que llamó la atención de Hearst desde el primer momento. Es por esto que Hearst ordenó a sus editores que «inflaran a Graham». Esa bocanada de notoriedad de la prensa de mayor tirada encendió la identidad nacional del predicador[10].
Evangelismo y Guerra Fría
Uta Andrea Balbier ha dedicado un especial interés a la historia de Estados Unidos en el siglo XX en relación a la religión y su influencia socio-cultural. Ha escrito un buen número de ensayos sobre la persona de Billy Graham y la proyección política de su mensaje. En su libro La llamada al altar analiza el papel del evangelismo masivo de Graham en el contexto de la Guerra fría. Balbier narra cómo Billy Graham se convirtió en un nombre familiar transatlántico, reconocible en las grandes capitales de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, en camino de convertirse en un fenómeno global. Describe cómo el evangelista estadounidense por excelencia obtuvo lecciones e influencia a través de un ministerio internacional que forjó «una comunidad occidental evangélica». Balbier sostiene que situar a Graham en este contexto internacional pone de relieve las conexiones entre el renacimiento del cristianismo en Estados Unidos, en Gran Bretaña y Alemania de a mediados de los años cincuenta.
Aun no se habían enfriado los cañones de la Segunda Guerra Mundial cuando los evangélicos declararon una guerra fría ideológica contra el comunismo mundial. A partir de 1945 «comenzaron a planear una invasión espiritual de Europa para restaurar el cristianismo y detener el comunismo allí. Billy Graham estuvo entre los jóvenes ministros enviados a Europa y aprovechó su experiencia para emerger como un importante portavoz del mesianismo estadounidense»[11].
En su primer viaje a Europa, Graham entró en paisajes religiosos que ya estaban comprometidos con la reforma y la evangelización en un momento crítico. La guerra devolvió muchos jóvenes heridos, mutilados en su cuerpo, pero también en su alma. El horror vivido les llevó a la pérdida de la fe. Ya había ocurrido unos años antes en la Primera Guerra Mundial que marca el declive del cristianismo en Europa del norte[12]. La gran guerra contribuyó mucho al proceso de secularización. En la Birmingham que Graham visitó en 1946, de un millón de habitantes, sobre el 90 por cien de la población apenas si asistía a la iglesia de manera habitual[13]. El marxismo parecía ser la única ideología con tintes mesiánicos, de esperanza. Esta situación, junto a las ganas de vivir, de consumir, de aprovechar la vida presente llevaron a todas las iglesias a unirse en un frente evangelizador para revitalizar la vida religiosa. Graham, junto a su mensaje de salvación en Cristo, ofreció a los europeos una imagen particular del cristianismo de libre mercado que incluía una saludable dosis de consumismo del siglo XX, poniendo de manifiesto el atractivo de la prosperidad al estilo estadounidense como fundamento de una evangelización exitosa.
«La familia Billy Graham navegó por un capitalismo sagrado, secular y consumista a través de una fe religiosa y un estilo de vida de clase media personificados y legitimados por el evangelista estadounidense. La comida y la bebida, incluida la icónica Coca-Cola, saciaron el hambre física en preparación para un mensaje que alimentaría el hambre espiritual. El patrocinio corporativo y el respaldo de los líderes empresariales fomentaron la simetría de una sociedad basada en el mercado y la broma de Graham de que “somos vendedores del tesoro más importante de la tierra”. Las campañas masivas, las técnicas modernas de marketing y el uso de la televisión y la radio generalizaron este tipo de evangelicalismo y al mismo tiempo aseguraron la marca Graham en todos los continentes»[14].
Graham cambio el nombre de avivamiento por el de cruzada para sus campañas de evangelización, pues se veía a sí mismo como un cruzado a favor de la fe en un momento de grandes retos para la Europa de la posguerra y el resto del mundo debido al desafío de la URSS y la fascinación que muchos jóvenes e intelectuales sentían por la ideología comunista y su ateísmo. Esta motivación incide en naturaleza politizada de las cruzadas de Graham. Graham dio vida al discurso civil religioso de la Guerra Fría para los ciudadanos comunes y vinculó su evangelismo con el anticomunismo. Para Graham, su lucha por Cristo fue también una guerra contra la influencia soviética, que consideraba satánica[15]
Así la describe él mismo en un artículo de prensa:
«La revolución comunista que nació en los corazones de Marx y Engels a mediados del siglo XIX no se rendirá ni retrocederá. Ninguna palabra en las Naciones Unidas o en las conferencias de paz en el Lejano Oriente podrá cambiar la mentalidad del comunismo. Ha llegado para quedarse. Es una batalla a muerte: o el comunismo o el cristianismo debe morir…¿Se te ha ocurrido alguna vez que el Diablo es un líder religioso y que hoy en día hay millones de personas adorando en su santuario? … El nombre de esta religión actual es Comunismo… El Diablo es su dios, Marx su profeta, Lenin su santo y Malenkov su sumo sacerdote. Negando su fe en todas las ideologías, excepto su religión de la revolución, estos hombres de inspiración diabólica buscan de diversas maneras y tortuosas convertir un mundo pacífico a su doctrina de muerte y destrucción.Tan fanáticos y despiadados son estos discípulos de Lucifer que en treinta años han masacrado a millones de personas inocentes y están preparados con armas preparadas para matar a millones más en un esfuerzo total por difundir sus doctrinas hasta los confines de la tierra… En todo el mundo se está librando una guerra de ideologías, una guerra de lo secular contra lo espiritual. Las batallas reales en las áreas de combate son sólo manifestaciones materiales de la batalla más amplia que se libra en los corazones de los hombres en toda la tierra. ¿Será verdad o mentira? ¿Estaremos motivados por la filosofía materialista o por el poder espiritual? ¿Seremos guiados por Jehová Dios o engañados por Satanás? Las líneas de batalla están claramente trazadas»[16].
Balbier muestra que Graham y su equipo de Cruzada fueron organizadores eficaces, capaces de atraer a cientos de miles de creyentes, conversos y personas espiritualmente curiosas de todo el espectro confesional. Sin embargo, en parte debido a la secularización, Graham no pudo aumentar la membresía de la iglesia en Europa. Balbier demuestra que las campañas de Graham tuvieron un impacto innegable, pero no uno que fuera visible en la asistencia a las iglesias.
Sin embargo, la experiencia de las Cruzadas tuvo una influencia considerable tanto en quienes asistieron como en los organizadores locales e internacionales[17]. Nadie como Graham hizo tanto para convertir el evangelicalismo en un movimiento internacional que pudiera estar al lado (y en última instancia desafiar) tanto al Vaticano como al liberal Consejo Mundial de Iglesias por el liderazgo cristiano global.
«Graham fue un bautista del sur que ofrecía un mensaje ampliamente ecuménico, aunque claramente protestante. En sus cruzadas, trabajó en estrecha colaboración con una amplia gama de iglesias en cada ciudad. Estaba mucho más dispuesto a cruzar líneas denominacionales que la mayoría de los evangélicos. Pero Graham nunca entendió realmente, y ciertamente nunca abrazó, las visiones activistas, liberales y ecuménicas del Consejo Mundial de Iglesias y sus aliados. Como escribió David Hollinger en el New York Times, Graham fue central en la consolidación del movimiento evangélico como una alternativa al llamado establishment protestante»[18].
Si bien es cierto que en sus primeros años, su odio instintivo hacia el comunismo lo había llevado a una postura cuasi guerrera, en su plena madurez, y con la gran decepción sufrida en su relación con el presidente Nixon, a quien quiso como a un hermano, Graham se convirtió en un destacado defensor de la paz, un oponente de cualquier política que buscara resolver los problemas internacionales mediante el uso de la fuerza armada[19]. Vivió para ver el colapso del Imperio soviético, lo que agradó a su viejo amigo Ronald Reagan, aunque él mismo no compartió el regocijo complaciente con el que fue recibido por los estadounidenses de derecha, se regodearon con ello y le dieron a Reagan una gran parte del crédito que era debido a Mikhail Gorbachev, ganador del Premio Nobel de la Paz.
Como nota al margen, me gustaría añadir que Karl Barth conoció personalmente a Graham en Alemania. Destacó una y otra vez que le agradaba como persona, pero aun así expresó fuertes críticas no sólo a los métodos de Graham sino, sobre todo, a su mensaje. En una entrevista dada en San Francisco en 1962, cuando Barth tenía setenta y seis años, criticó al joven predicador Graham de convertir el evangelio de esperanza en un mensaje de miedo. Barth rechazó la idea de que las amenazas políticas o sociales existentes hicieran que la gente volviera a la religión. Con esta crítica, atacó el constante uso misionero que hacía Graham de escenarios apocalípticos como el estallido de una guerra nuclear o la victoria mundial del comunismo. En particular, Barth rechazó la condena simplista del comunismo por parte de Graham. También le molestaba el estilo de predicación militar de Graham, que le había valido el apodo de «ametralladora de Dios». El teólogo comparó el estilo evangélico de Graham con el mando militar y el combate a muerte[20].
Escatología y evangelización
En su obra Sueños mileniales y pesadillas apocalípticas, la historiadora Angela M. Lahr muestra cómo los evangélicos, que se habían sentido marginados por la cultura estadounidense, aprovecharon su creencia en la Segunda Venida y el Milenio para encontrar una causa común con los estadounidenses que no compartían su teología pero que sí temían un final próximo debido a la amenaza de una guerra nuclear que perduró durante toda la Guerra fría. Lahr muestra también cómo en este contexto Billy Graham, junto a otros líderes, sacó a los evangélicos del desierto político en el que habían habitado desde el juicio de Scopes sobre el debate creación-evolución, y los llevó a un compromiso mucho más activo con los temas más acuciantes y angustiosos de día. En el clima de miedo nuclear y del anticomunismo de la posguerra, la escatología apocalíptica del dispensacionalismo premilenial abrazada por muchos evangélicos encajaba muy bien con el estado de ánimo apocalíptico secular de una sociedad igualmente aterrorizada por la bomba atómica y por la amenaza comunista. Lahr sostiene que el desarrollo de la bomba atómica, la creación del Estado de Israel y la crisis de los misiles cubanos se combinaron con la teología evangélica de los últimos tiempos para dar forma a la identidad política evangélica conservadora e influir en las opiniones seculares.
«La bomba atómica proporcionó la “exigencia” para que los evangélicos se reincorporaran a la corriente principal estadounidense, siendo el anticomunismo la “herramienta” y el premilenialismo el “marco interpretativo”»[21].
Las creencias milenarias influyeron en la interpretación evangélica de estos acontecimientos, dinamizaron repetidamente los esfuerzos evangélicos y ayudaron a los evangélicos a verse a sí mismos y a ser vistos por otros como un segmento vital y legítimo de la cultura estadounidense, incluso cuando alzaron su voz en duras críticas a aspectos de esa cultura. La legitimidad que obtuvieron los evangélicos al comienzo de la Guerra Fría proporcionó una base de poder en la cultura política nacional que la derecha religiosa aprovecharía a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Ahondaremos en este punto en un estudio posterior[22].
La cuestión racial
La discriminación racial de los negros siempre ha sido, y sigue siendo, una lacra en Estados Unidos, en la que las iglesias han estado implicadas por pasiva o por activa. Al inicio de sus campañas Graham permitió asientos separados racialmente para los asistentes, pero pronto exigió que todos los asistentes fueran tratados por igual. Graham no fue un activista pro derechos civiles principalmente porque no quería causar divisiones en el mundo de su entorno, ya que tenía por meta alcanzar al mayor número de personas con su mensaje de salvación respetando la idiosincrasia, aunque en este caso se trataba de prejuicios raciales imposibles de justificar cristianamente, de los oyentes. Graham, escribe William Martin, «sentía con claridad que era su obligación hablar en contra de la segregación, pero también creía que su primer deber consistía en procurar atraer a tanta gente como le fuera posible»[23]. Esto significaba que en ocasiones tenía que transigir. Por ejemplo, en Jakcson (Mississippi), en el mismo corazón del cinturón negro, aceptó que se sentaran de forma segregada, pero luego proclamó:
«No existen bases para la segregación en las Escrituras. Puede que hayan lugares en los que eso sea lo esperado por las dos razas, pero ciertamente no lo es en la Iglesia»[24].
A muchos no les gustó este tipo de declaraciones, de modo que se sintió obligado a disculparse argumentado que él y su equipo seguían las costumbres sociales existentes en cualquier sector del país en el que ministraban. He venido, concluyó, «a predicar solo la Biblia y no a entrar en cuestiones locales»[25]. Honestamente Graham reconoció:
«Estoy convencido de que Dios me ha llamado a ser un evangelista del Nuevo Testamento y no profeta del Antiguo Testamento»[26].
En una ocasión tuvo el gesto, tímido pero significativo, de invitar a Martin Luther King a ofrecer una oración en su cruzada en el Madison Square Garden (Nueva York), de 1957. En lo que dependió de él, insistió en que los asientos en sus cruzadas, incluso en el Sur, fueran racialmente mixtos, lo cual esto provocó la ira del Klu Klux Klan y de los segregacionistas del Sur. Cuando en 1954 la Corte Suprema de Estados Unidos, estando en Detroit con algunos pastores negros que participaron activamente en diversos comités y actividades, Graham proclamó:
«La iglesia debe practicar el cristianismo que profesa. El Estado, el mundo de los deportes y aun en el campo de los negocios van mucho más adelante que la iglesia en cuanto a integrarse racialmente. Y la gente de la Iglesia debería ser la primera en dar un paso adelante y practicar lo que Cristo enseñó: que no hay diferencia alguna ante los ojos de Dios»[27].
Esta declaración evidencia la política de Graham, correcta o no, cada cual juzgue, de no ofender y evitar divisiones por cuestiones sociales arraigadas en las costumbres locales, que impidieran realizar su misión como predicador[28]. Hay que reconocer y apreciar que a lo largo de una carrera pastoral, que abarcó sesenta y siete años activos, desde 1938 hasta 2005, Graham nunca perdió de vista lo que yacía en el corazón de su mensaje y de su labor: un amor permanente por Jesucristo y un deseo apremiante de compartir su fe con los demás. En el transcurso de su carrera evangelística, Graham se convirtió en una figura importante en la vida religiosa de los Estados Unidos, cuyo impacto se dejó sentir en la vida secular estadounidense.
«No estaba tan exclusivamente orientado hacia la Iglesia como para cerrar los ojos a los asuntos de Estado. No afirmó ser economista ni tener respuestas al problema de la pobreza, pero sí predicó con el ejemplo, viviendo muy modestamente en una casa de troncos sin pretensiones, a pesar de los miles de millones de dólares que su cruzada recaudó para buenas causas: la codicia no era un vicio al que fuera propenso»[29].
Amigo de presidentes
La entrada de Graham en la arena política estadounidense se inició cuando, a la edad de 31 años, tuvo la audacia de conseguir una reunión con el presidente Truman en la Oficina Oval. Truman fue el primer presidente con el que se reunió Graham, pero no el último, y en los años siguientes se convirtió en un asesor cada vez más visible de los presidentes estadounidenses, sobre todo de los presidentes Eisenhower y Nixon.
Cuando Dwight Eisenhower se postuló para presidente, Graham dejó claro que era deber de los cristianos votar. A pesar de los pronunciamientos públicos de que no iba a entrar en política partidista, Graham se desempeñó como asesor espiritual de Eisenhower durante la campaña. Después de las elecciones, Eisenhower y Graham promovieron juntos ideas sobre el nacionalismo y el cristianismo y abogaron por una renovación espiritual en la batalla de Estados Unidos contra la amenaza del comunismo. Fue durante la administración de Eisenhower que las palabras «bajo Dios» se agregaron al Juramento a la Bandera, el Desayuno Nacional de Oración se convirtió en un evento anual y el primer lema oficial de la nación, «en Dios confiamos» (In God we trust), se adoptó y se agregó al papel moneda en 1950.
Con la elección de Richard Nixon en 1968, Graham quedó más involucrado que nunca en la política partidista. Graham asesoró a Nixon y discutió políticas con él, a pesar de las declaraciones públicas de Graham de que su relación era enteramente pastoral. Graham incluso apareció en comerciales de televisión creados por la campaña de Nixon en 1970 para persuadir a los sureños blancos a abandonar el Partido Demócrata y votar por la fórmula republicana. Ferviente partidario de Nixon incluso cuando se destapó el escándalo Watergate, Graham creyó que Nixon no tenía nada que ver con esta trama, hasta que al final ya no se puedo negar la evidencia. Graham quedó desolado, realmente había apreciado a ese hombre como persona, como político y como compañero de fe.
«Durante años lo consideré entre mis amigos más cercanos. Él es una de las personas importantes que yo he conocido personalmente. Siempre ha sido cortés y atento. Siempre se mostró receptivo cuando hablé sobre cosas espirituales y sobre su propia relación con el Señor y sobre la de su familia. No reaccionaba demasiado, pero yo podía sentir que él respondía adentro. Creo que él me consideraba un amigo cercano, pero no uno de los más cercanos. Creo que todos manifestamos distintos niveles de amistad»[30].
Decepcionado y criticado, Graham se retiró de la política y comenzó a centrarse más en los esfuerzos misioneros internacionales. Su visión del mundo se amplió y se volvió menos dogmático. Graham, que alguna vez fue un acérrimo anticomunista y excepcionalista estadounidense, comenzó a hablar a favor del desarme nuclear y, en 1982, desafiando a la administración Reagan, viajó a Moscú para una conferencia de paz. Hay que decir en su honor, que Graham compartió con los grandes líderes de su época una profunda preocupación por la paz mundial, así como por predicar el evangelio a todas las personas. «Sentía que la búsqueda de la paz constituye parte de la responsabilidad de la iglesia así como de la evangelización»[31].
En una entrevista para Christianity Today en Enero de 2011 confesó:
«Yo… me habría mantenido alejado de la política. Estoy agradecido por las oportunidades que Dios me dio para ministrar a personas en lugares altos; las personas en el poder tienen necesidades espirituales y personales como todos los demás y, a menudo, no tienen con quién hablar. Pero mirando hacia atrás, sé que a veces crucé la línea y no lo haría ahora»[32].
El camino que tomó Billy Graham durante su mejor momento plantea una pregunta fascinante: ¿y si Graham, con su innegable magnetismo, hubiera elegido un camino diferente?, se pegunta el analista Jeff Greenfield.
«¿Qué hubiera pasado si su insistencia en reuniones religiosas integradas –una postura provocativa en el Sur en la década de 1950– hubiera estado acompañada de una franca campaña a favor de la integración en las escuelas y de una campaña para el voto? ¿Y si hubiera encontrado las salas de juntas y las oficinas de la élite política menos atractivas que el mandato de “consolar a los afligidos y afligir a los cómodos”? Podríamos haberlo recordado como recordamos a otro ministro del Sur, que llevó una vida 60 años más corta, pero que movió montañas»[33].
Graham y la justicia social
A diferencia de otros líderes evangélicos que vinieron después y que también se metieron en política partidista, incluyendo su propio hijo Franklin, Billy Graham siempre estuvo despierto a la mejor manera de servir al cristianismo, reuniéndose de personas bien informadas teológica y académicamente que podían abrir nuevas avenidas al testimonio evangélico que llevara la impronta de Cristo. Pese a su conservadurismo político, no se dejó encasillar en ese neocapitalismo ciego a la justicia social, al problema de la pobreza y la solidaridad con los más necesitados.
Cuando Graham fue entrevistado para la revista Newsweek en 2006, le preguntaron cuál pensaba que había sido el impacto más duradero de su destacado ministerio global de 60 años. Para sorpresa del entrevistador, respondió que quizá su contribución más significativa fue el Congreso de Lausana de 1974 sobre Evangelización Mundial y el resultante Movimiento de Lausana[34].
Ese Congreso se realizó porque Graham se había dado cuenta de la necesidad de un encuentro mundial evangélico para reformular la misión cristiana en un mundo de agitación política, económica, intelectual y religiosa, en constante cambio. Por primera vez se pronunciaron voces con autoridad reclamando la necesidad de acción social junto a la labor misionera evangélica. En el llamado Pacto de Lausana, punto 5, se recogía de una manera indubitable el compromiso y la preocupación cristianos de hacer justicia al mensaje de salvación moral y a la liberación de toda clase opresión, política o social, pidieron perdón por la negligencia del pasado al respecto:
«Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta».
Es realmente triste y preocupante observar cómo la mayoría de los evangélico-carismáticos de hoy se han rendido al becerro de oro del neoliberalismo predicado por una mal llamada derecha cristiana, no solo indiferente, sino contraria al mensaje social de Cristo, cuya visión del Reino de Dios se dirige en primer lugar a los pobres, a los que lloran, a los que sufren, a los hambrientos y sedientos. Si nuestra fe no nos sensibiliza respecto a la justicia es que verdaderamente no hemos aprendido nada de Cristo. Quizá sea demasiado pedir, pero hay que volver a sentarnos a los pies de Cristo y dejarnos enseñar por él.
Billy Graham no fue un hombre perfecto, ninguno lo somos, pero supo aprender de su experiencia y leer las señales del tiempo, cambiando cuando sentía que el cambio era exigido por las mismas exigencias del evangelio. No es fácil entrar en el reino de Cristo, la puerta es estrecha y el camino angosto (Mt 7:13-14). Cuando vemos que el hijo de Billy Graham y sucesor de la Asociación Evangelística que lleva el nombre de su padre, se aparta por derroteros que no son los marcados por el Pacto Lausana, nos damos perfecta cuenta de la pertinencia del mensaje de Cristo: «Velad y orad, para que no entréis en tentación» (Mt 26:41). No estamos insinuando que Franklin Graham haya caído de la fe, solamente apuntamos a su compromiso político partidista que contamina el mensaje cristiano. Nos referimos a su apoyo incondicional a un hombre tan inmoral como Donald Trump[35], sin ética ni principios, mentiroso[36], que ha convertido la política en un espectáculo a su servicio[37]. Me parece un lavado de cara difícil de creer, que Trump experimentara una transformación ético-espiritual en los 16 meses desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, convirtiéndose en un «defensor de la fe [cristiana]», tal como aseguró Franklin[38]. Incluso llegó a denunciar en enero de este año que el veredicto condenatorio del Jurado contra Trump era una persecución de los liberales. «Odian tanto a este hombre e intentarán cualquier cosa para mantenerlo fuera del cargo»[39]. Y en un twitter:
«Es un día vergonzoso para Estados Unidos cuando el expresidente Donald J. Trump es acusado formalmente por un gran jurado de Manhattan. Los demócratas han utilizado el sistema legal como arma para su beneficio político, ignorando al mismo tiempo los fallos y deficiencias de la actual Administración. Sólo hay Uno que puede salvar este país, y ese es Dios y sólo Dios. ¿Por qué debería siquiera escuchar nuestras oraciones cuando le hemos dado la espalda? Pero voy a seguir orando para que Dios intervenga y salve a esta nación para que sigamos siendo ese faro de esperanza para este mundo tan oscuro».
A la luz de estas y otras declaraciones semejantes, Rob P. Sellers, profesor de Teología y Misiones, no duda en acusar directamente a Franklin Graham de blasfemia.
«La inferencia de Graham de que Donald Trump es comparable a Jesús al afirmar un paralelo entre los diez congresistas republicanos [que votaron para destituir al presidente] y Judas es, en el mejor de los casos, ridícula y, en el peor, es pura blasfemia. Graham está comparando a un hombre que ha hecho todo lo posible para mantener su posición de enorme poder con uno que rechazó la tentación de un reino y una corona terrenales. Es asociar a alguien que, negándose a admitir la derrota, instruyó a sus seguidores a “luchar como el infierno”, con el hombre que, cuando fue amenazado de muerte, dijo a sus seguidores que depusieran sus espadas. Es declarar falsamente una correspondencia entre dos pasiones radicalmente diferentes: el amor al poder y el poder del amor»[40].
Nos ha tocado vivir tiempos difíciles cuando gente sin principios no duda en tergiversar el evangelio en su provecho. Todo el que quiera ser un fiel seguidor de Cristo tendrá que poner lo mejor de sí mismo para no dejarse llevar por corrientes ideológicas que no solo no tienen nada que ver con el evangelio, sino que lo intoxican, lo anulan, lo traicionan.
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[1] Angela Lahr, American Evangelical Politics During the Cold War. Oxford University Press, Nueva York 2020.
[2] Se estima que predicó a unos 215 millones de personas en más de 185 países.
[3] Hanspeter Nüesch, Ruth y Billy Graham, el legado de una pareja, p, 15. CLIE, Barcelona 2012.
[4] «Fue un privilegio ser el primer empleado de tiempo completo de Jóvenes para Cristo… Creció rápidamente y miles de jóvenes vinieron a Cristo». Billy Graham, Just As I Am. The Autobiography of Billy Graham. Harper Collins, Nashville 1997.
[5] John Pollock, To All the Nations. The Billy Graham Story, p. 37. Harper & Row Publishers, 1985.
[6] A partir de ese momento su vida cambio por completo, hasta en lo profesional. Durante buena parte de su carrera fue propietario de caballos de carreras, pero a raíz de su conversión abandonó esta afición también su carrera radiofónica y cinematográfica, iniciando un programa de radio de carácter cristiano llamado “The Cowboy Church of the Air”, que se mantuvo en antena hasta 1952.
[7] Billy Graham and the Media, https://billygrahamlibrary.org/blog-billy-graham-and-the-media/
[8] Ron F. Hale, Puff Graham. Finding the Favor of God, https://christianindex.org/stories/puff-graham-finding-the-favor-of-god
[9] Graham, Just As I Am, p. 132. Harper Collins, Nashville 1997.
[10] James L. Evans, Billy Graham’s Final Crusade, https://divinity.uchicago.edu/sightings/articles/billy-grahams-final-crusade-james-l-evans
[11] Jay Douglas Learned, Billy Graham, American Evangelicalism, and the Cold War Clash of Messianic Visions, 1945-1962. Tesis doctoral, Universidad de Rochester, Nueva York 2012.
[12] Véase A. Ropero, ¿Quién vació las iglesias?, https://www.pensamientoprotestante.com/2020/12/quien-vacio-las-iglesias-1-parte-por.html; https://www.pensamientoprotestante.com/2020/12/quien-vacio-las-iglesias-2-parte-por.html.
[13] Pollock, To All the Nations, p. 36.
[14] Andrew Finstuen, Billy Graham’s transatlantic Brand. America’s pastor stepped into a historical moment framed by the Cold War and secularization, https://www.christiancentury.org/review/books/billy-graham-s-transatlantic-brand
[15] Uta A. Balbier, Altar Call in Europe. Billy Graham, Mass Evangelism, and the Cold-War West, p. 91. Oxford University Press, Nueva York 2022.
[16] Graham, The American Mercury, Agosto 1954. https://alphahistory.com/coldwar/billy-graham-communism-satans-religion-1954/
[17] Balbier, Altar Call in Europe, p. 116.
[18] Melani McAlister, Billy Graham’s Legacy, https://www.processhistory.org/mcalister-billy-grahams-legacy/ Véase su interesante libro The Kingdom of God Has No Borders: A Global History of American Evangelicals Oxford University Press, Nueva York 2018.
[19] Nicole Curry, Billy Graham, https://medium.com/alphabeticon/billy-graham-64f9c6299783
[20] Uta Balbier, Billy Graham in West Germany: German Protestantism between Americanization and Rechristianization, 1954–70, http://www.zeithistorische-forschungen.de/16126041-Balbier-3-2010
[21] Angela M. Lahr, Millennial Dreams and Apocalyptic Nightmares. The Cold War Origins of Political Evangelicalism, p. 44. Oxford University Press, Nueva York 2007
[22] Mientras tanto, puede consultarse Crawford Gribben, Writing the Rapture: Prophecy Fiction in Evangelical America (Oxford University Press, Nueva York 2009); Melani Mcalister, Left Behind and the Politics of Prophecy Talk (Duke University Press, Durham 2020); Peter Swirski, «“To Sacrifice One’s Intellect Is More Demonic than Divine”: American Literature and Politics in Left Behind: A Novel of the Earth’s Last Days», European Journal of American Studies 9/2 (2014); Gerald R. Thompson, Politics & Prophecy (Lonang Institute 2021).
[23] William Martin, Billy Graham. Su vida y su ministerio, p. 85. Vida, Nashville 2018, org. A Prophet With Honor. The Billy Graham Story, considerada una de las mejores y más honestas biografías de Billy Graham.
[24] Martin, Billy Graham, p. 86.
[25] Martin, Billy Graham, p. 86.
[26] Martin, Billy Graham, p. 174.
[27] Martin, Billy Graham, p. 87.
[28] Desde una cárcel de Birmingham, Martin Luther King, expresó su decepción escribiendo que el mayor obstáculo en el movimiento de derechos civiles podría ser «el moderado blanco que está más dedicado al orden que a la justicia». Jennifer Robertson, American experience. Billy Graham, https://www.kpbs.org/news/arts-culture/2021/05/14/american-experience-billy-graham
[29] Nicole Curry, Billy Graham, https://medium.com/alphabeticon/billy-graham-64f9c6299783
[30] Martin, Billy Graham, p. 179.
[31] Lewis Drummond, The Canvas Cathedral. Billy Graham´s Ministry seen through the History of Evangelism, p. 458. Thomas Nelson, Nashville 2003.
[32] Sarah Pulliam Bailey, Q & A: Billy Graham on Aging, Regrets, and Evangelicals, https://www.christianitytoday.com/ct/2011/januaryweb-only/qabillygraham.html
[33] Greenfield, When Richard Nixon Used Billy Graham, https://www.politico.com/magazine/story/2018/02/21/billy-graham-death-richard-nixon-217039/
[34] Doug Birdsall, Lausana 1974, https://lausanne.org/es/global-analysis/lausana-74
[35] Vivian Salama, Evangelist Franklin Graham Says Democratic Politics Have Turned Against Religion, Whereas the late Billy Graham warned against crossing the line with politicians, his son owns a Trump-endorsed Bible, https://www.wsj.com/politics/elections/evangelical-franklin-graham-donald-trump-support-0af2b035
[36] Ignacio Ramonet, La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio. Clave Intelectual, Madrid, 2023
[37] Douglas Kellner, American Nightmare: Donald Trump, Media Spectacle, and Authoritarian Populism. Sense Publishers 2016.
[38] Franklin Graham says Donald Trump is a ‘changed person’, https://premierchristian.news/en/news/article/franklin-graham-says-donald-trump-is-a-changed-person
[39] Mark Wingfield, Franklin Graham denounces jury verdict against Trump as more liberal persecution, https://baptistnews.com/article/franklin-graham-denounces-jury-verdict-against-trump-as-more-liberal-persecution/
[40] Rob P. Sellers, The blasphemy of Franklin Graham, https://baptistnews.com/article/the-blasphemy-of-franklin-graham/