Posted On 11/10/2013 By In Diálogo Interreligioso, Ecumenismo With 3284 Views

Encuentros inter-religiosos en el Luna Park. Datos y reflexiones (Parte 1)

En estos momentos el tema del diálogo inter-religioso y las aproximaciones entre algunos evangélicos y católicos adquiere cierta relevancia por la asunción de Francisco Primero, Papa, que fuera el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, un auspiciador de esta clase de eventos. En el texto que sigue quiero exponer la crónica que escribí en el año 2009, del Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo). Aquella crónica fue publicada por Prensa Ecuménica.

La religión pública en el Luna Park

A la nota que aquí podremos leer le seguirá otra, en la que habré de referirme al Sexto Encuentro, que tuvo lugar el año 2012, y otros hechos posteriores. Incluiré entonces unas breves reflexiones personales.

Pero es interesante detenernos en otro aspecto de la cuestión que le da relevancia en estos días. Lo explicaré citando tramos del artículo de María Pagano titulado “El Luna Park ahora es de la Iglesia” (diario La Nación, 16 de septiembre, 2013, páginas 1 y 20).

“El Luna Park, escenario de memorables páginas de la historia deportiva, cultural y política de la Argentina, y uno de los íconos de la ciudad, pasa a manos de la Iglesia Católica”.

“La dueña de la mayor parte de la sociedad propietaria del estadio que vibró con las grandes victorias de Nicolino Locche, Carlos Monzón y Pascual Pérez, en el que cantaron Frank Sinatra, Liza Minelli y Luciano Pavarotti (…) lo legó en partes iguales a Cáritas Buenos  Aires y a los salesianos de San Juan Bosco (…)”.

“Ernestina de Lectoure, que murió el 9 de febrero pasado a los 95 años, tras una larga enfermedad, no tenía hijos. En su testamento dejó el 95 % de Stadium Luna Park Lectoure y Lectoure SRL, propietaria del estadio, a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y a Cáritas, representada legalmente por el Arzobispado de Buenos Aires”.

En mi libro “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina” hice referencia también a una importante concentración de espiritistas en la década de 1950, permitida por el entonces presidente Juan Domingo Perón, que escandalizó a muchos católicos. Posteriormente desde la década del 90, el Luna Park viene siendo también el espacio de grandes reuniones de evangélicos.

No busquéis al que está muerto. Una multitud oró en el Luna Park de buenos aires. Quinto encuentro fraterno de evangélicos y Católicos en el Espíritu

 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especies aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.  Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? (Lucas 24.1-5)

Carácter del encuentro

El Cardenal Jorge M. Bergoglio, fue aclamado por una multitud de casi 6000 personas en el Luna Park, el día viernes 1 de mayo de 2009, Día del Trabajador. Luna Park, el mismo en el que la noche anterior, “la Tigresa” Marcela Acuña ganó el título mundial de box femenino. La multitud asistía al Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo), desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde, bajo el lema “Reconciliados en Jesús”.

Una gran parte de ese público, formada por evangélicos, posiblemente no tendría una experiencia anterior de contacto con la figura de Bergoglio, sus creencias religiosas y sus misas. Supongo que Bergoglio fue aclamado como una figura pública. Es desde ese ángulo que deberíamos enfocar, en mi hipótesis, el impactante saludo de la multitud a su presencia.

La alocución del cardenal, sumamente breve, presentó las características típicas de la oratoria de cualquier pastor evangélico. Dijo solamente unas pocas palabras, abrió la Biblia, le indicó al público una lectura, y enfocó el tema de la búsqueda del Jesús muerto, cuando deberíamos buscar el Jesús que vive. Bergoglio tomó como eje un relato de los evangelios en las versiones de Marcos y Lucas, acerca del modo en que las mujeres que habían venido con él de Galilea, y algunas otras mujeres con ellas, lo buscaban en el sepulcro, y, a mi entender, dio en el dínamo del encuentro, el Jesús de poder, y la unción del Espíritu que cura la mente atormentada, la familia desunida, el cuerpo lastimado, el alma sin esperanza. Su referencia más concreta a la sociedad argentina, consistió en decir “que podamos construir una nación reconciliada y que nuestras diferencias no sean belicosas”.

A la inversa, no hubo en este encuentro manifestaciones de culto mariano (sustancialmente inherente a la fe católico-romana). Se trató de una masiva reunión Cristocéntrica y pneuma-céntrica (perdón, lector, por la palabra, pero “pneuma” significa “espíritu”, “soplo” espiritual, “soplo” vital).

La reunión del Luna Park fue precedida por otra, los días miércoles y jueves, en una casa de retiros de la Iglesia Católica en la localidad de Pilar, donde se encontraron setenta ministros religiosos, evangélicos y católicos.

Sin embargo, sería inexacto expresar que el encuentro del Luna Park fue ecuménico, como se desprendería del reporte de uno de los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires. O en todo caso, fue “ecuménico” si utilizamos el término en sentido extenso. Pero en su modo estricto, la expresión alude a un movimiento que, surgido desde el Concilio Vaticano II, en pleno apogeo de la  Guerra Fría, a comienzos de los 60, atrajo mayormente a los pastores de las iglesias herederas de las tradiciones de la reformas luterana, calvinista y anglicano-metodista. En esa época muchas iglesias evangélicas, del tipo bautista y pentecostal, entre otras, no compartieron las actividades con los católicos. Ahora en cambio, los evangélicos presentes en el Luna Park, provenían de este último sector renuente al Movimiento Ecuménico. Por eso, quizás sería mejor hablar de un encuentro inter-religioso, por lo menos hasta el momento en que la palabra “ecumenismo” vuelva a hallarse dotada de un significado específico, adquirido en otra época, cuatro décadas después del surgimiento del Movimiento Ecuménico, en otro contexto, con diferentes actores.

Dinámica del encuentro

Por la densidad de sus alocuciones, hubo otras figuras centrales en el encuentro del Luna Park. El obispo católico Joseph A. Grech, capellán con dedicación plena para la Renovación Carismática en la arquidiócesis católica de Melbourne, Australia, que tuvo a su cargo dos predicaciones del evento; el reverendo Omar Cabrera Jr., que preside la iglesia pentecostal Visión de Futuro, con epicentro en la ciudad de Santa Fe y notable extensión hacia varias provincias de la Argentina y la Capital Federal; la señora Kim Phuc, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO; el pastor Carlos Mraida, de la Iglesia Bautista del Centro, de orientación renovada-carismática; el pastor Jorge Himitián, heredero de la rica tradición de la Comunidad Cristiana formada alrededor de los armenios en la Ciudad de Buenos Aires y otros lugares de la Argentina; el sacerdote católico Alberto Ibáñez Padilla, que desde hace cuatro décadas lleva adelante una actividad de interacción alrededor de la renovación carismática con evangélicos como Jorge Himitián.

En el plano organizativo del evento, desempeñaron importantes roles, el pastor pentecostal Norberto Saracco y Fernando Gianetti, padre cura encargado del área de Ecumenismo de la Arquidiócesis de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires.

El encuentro en su totalidad, fue dinamizado por un coro y banda; la música estuvo a cargo del Grupo Triju. El tono del encuentro reunía a través de la música, el canto, y el acompañamiento corporal del público, las características propias de un gran encuentro de evangélicos entusiastas. Pero había algunas monjas muy jóvenes, cantando y dando brincos al son de la música, igual que el resto de la multitud presente, en la práctica que los evangélicos suelen denominar ritual de adoración y alabanza. La música y el canto unido de la multitud verdaderamente producían un “subidón” de adrenalina.

A su tiempo, el pastor Carlos Mraida hizo las únicas detalladas extensiones analíticas del concepto de reconciliación hacia aspectos de la vida cotidiana de los argentinos: el individuo, la familia, la brecha entre los ricos y los pobres, la política de los partidos. La afirmación más contundente de Mraida fue que los políticos deberían reconciliarse con los intereses de la gente. “Si no lo hacen, el efecto bumerán se volverá contra ustedes y otra vez oiremos el grito popular: que se vayan todos”. (Ese “que se vayan todos” es toda una marca en la cultura cívica argentina, que marcó las protestas colectivas al final del gobierno de Fernando de la Rúa en el 2001, pero también, veinte años antes, las que hubo en la Plaza de Mayo después del desastre de Malvinas, en la primera mitad del año 1982; un par de meses antes, nada más, multitudes similares en la misma Plaza festejaron la invasión de las islas Malvinas, planificada por los jefes de la dictadura, para reintegrarlas al patrimonio nacional).

Kim Phuc, víctima de la guerra de Vietnam

El discurso de Kim Phuc merece una nota específica en esta crónica. Lo que sigue se basa en sus palabras, ilustradas con un documental.

Cuando Kim Phuc tenía 9 años, el 8 de junio de 1972 fue alcanzada por el fuego del napalm en una localidad cerca de Saigón (y un año más tarde en el continente latinoamericano comenzaría una etapa de dictaduras militares). El napalm destruyó sus ropas y quemó parte de su cuerpo. Quedaron registradas en ese momento, la filmación de varías bombas que caían desde un avión estadounidense, la fotografía instantánea de una niña desnuda y presa del pánico, que al día siguiente recorrió el mundo, y la filmación a color de la niña desnuda mientras huía. A su lado corrían sus hermanos y primos. Todo sucedía en un camino asfaltado y atrás se veían casas. El fotógrafo de guerra Nick Ut, que retrató a la niña, también la salvó llevándola en sus brazos a un hospital (más tarde fue galardonado con un premio Pulitzer). En una secuencia de la filmación aparecía un chico de tres años, primo de Kim, llevado en brazos por su abuela, con un colgajo en una pierna. El colgajo parecía una media desprendida pero era piel. Para entenderlo mejor debemos saber cómo trabaja el napalm. Produce entre 800 y 1000 grados de temperatura,  arde bajo la piel según el testimonio de Kim,  y es difícil de apagar.

Tres días después, Kim fue trasladada a un hospital para quemaduras, en Saigon. Durante catorce meses recibió diecisiete operaciones. Con su desgracia la niña se convirtió en un símbolo de la guerra y un medio de propaganda. La foto de esa niña hizo gran impacto también en la sociedad norteamericana y en la oposición interna de ese país a la guerra. Oficiales militares del régimen vietnamita la llevaban a entrevistas. Pero en su interior Kim no era feliz, se sentía sola, aislada y controlada, y así lo expresó en su discurso en el Luna Park. Y pensaba que nunca tendría un novio, un marido, hijos.

Más tarde, sucedieron otros hechos cruciales en su vida. En 1982 abandonó la religión tradicional vietnamita y se convirtió al cristianismo. Esa Navidad leyendo la Biblia sintió y creyó que Jesús puede ser el salvador, que ayuda a vencer el dolor emocional y físico. En 1984, cuando tenía 21 años, le hicieron la última de las operaciones en un hospital en Alemania, recuperó la libertad para mover el cuello y luego decidió que quería ser médica.

Kim obtuvo una entrevista con el Primer Ministro de su país y logró por su intermedio una beca para estudiar medicina en Cuba. Por eso Kim aprendió español, que habla con buena sintaxis pero una fonética trabajosa. En la isla se puso de novia, se casó, y consiguió viajar de luna de miel con su marido a Moscú en 1992, cuando ya tenía 29 años (para entonces había alcanzado su fin el ciclo de la Guerra Fría con el desmembramiento de la Unión Soviética). En el camino de regreso a la isla, cuando el avión se detuvo en Canadá para cargar gasolina, ambos desertaron. Actualmente, Kim vive en Montreal, es feliz con su marido y tiene dos hijos.

En 1996, fue invitada a un acto en Washington, en el que se encontró con veteranos de Vietnam y les dirigió un discurso de reconciliación. Luego pudo reunirse con el oficial que había comandado el lanzamiento de las bombas. En el origen de la historia, el mismo día de junio de 1972, John Plumier, regresó convencido de que había cumplido con su misión, al comandar un ataque supuestamente dirigido a neutralizar refugios de enemigos. Al día siguiente conoció por los diarios la fotografía de Kim, que de inmediato había recorrido el mundo. Posteriormente el capitán Plumier no avanzó más en su carrera y marcó su vida con el alcoholismo y matrimonios fracasados. Finalmente también se hizo cristiano y llegó a ser pastor de una congregación del interior de su país. El encuentro de Kim y este hombre, era en cierto modo el encuentro de dos víctimas de la guerra.

En 1997 Kim creó una fundación especializada en atender niños víctimas de la guerra, mediante la provisión de cuidados médicos, prótesis y atención psiquiátrica. Ella misma conserva rastros de quemaduras en el brazo izquierdo. Pero hubo otro daño que la cirugía no pudo corregir. Durante largo tiempo tuvo en su conciencia la imagen de algo así como una taza de café oscuro. Esa taza de café oscuro y amargo simbolizaba el trauma que no podía borrar. Por medio de la fe y el perdón basado en la fe, logró que esa imagen desapareciese de su mente. En este punto reside el mensaje que Kim trasmite a la manera de una evangelista: la reconciliación, la restauración, el perdón, la paz.

Como en toda reunión de evangélicos, el público hace una ofrenda para sostener el culto. Esta vez la ofrenda fue recolectada solamente para la fundación que dirige Kim (el evento fue costeado con las entradas de los presentes, cuyo valor era de veinte pesos, y con otros recursos de las iglesias). Ante el llamado a la ofrenda, el público depositó en las cajas 42.453 pesos, un reloj y un anillo. Quizás se trata de un promedio de ofrendas de seis a ocho pesos por persona. Como Embajadora de la Buena Voluntad de la UNESCO, Kim fue recibida también por el Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina y apareció en la televisión y los diarios locales.

El suyo fue el menor de los discursos, posiblemente, desde el punto de vista del nivel de su retórica, llena de lentitudes idiomáticas. Pero comunicó el testimonio personal de mayor impacto acerca del tema central, la superación del dolor y la reconciliación. Luego Bergoglio pronunció el discurso con el que dimos inicio a este reporte.

Publicado en Cordialmente, revista on line de PASTORESxlaGENTEBuenos Aires, Argentina, 23 septiembre, 2013.

Hilario Wynarczyk

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