Posted On 09/02/2024 By In Biblia, portada With 1341 Views

Buscando a Dios más allá del texto (Job 42) | José A. Fernández

 

“Estudiáis con diligencia las Escrituras porque pensáis hallar en ellas la vida eterna”[1]

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti”[2]

En el último capítulo del libro de Job esperamos encontrar alguna resolución a las preguntas que han ido surgiendo durante nuestra lectura de este libro. ¿Cuál es la opinión de Job acerca de las revelaciones que ha dado Dios[3]?, ¿cuál es la opinión de Dios acerca de Job y sus amigos?, ¿qué ocurre al final?, ¿cómo concluye todo? Sin embargo, a nadie debe sorprender a estas alturas que, en lugar de ofrecer resoluciones claras y concisas, el autor deja varios cabos sueltos. El texto parece distanciarse de nosotros aún más en esta parte final del libro y, como de costumbre, dejar el abanico de posibles resoluciones abierto. En este último estudio propongo adentrarnos un poco en todo ello.

 

La respuesta ambigua de Job

Los problemas textuales comienzan ya con la primera palabra que dice Job en respuesta al monólogo de Dios:

“Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:2 RVR1960)

El texto hebreo, tal y como está escrito, no dice realmente ‘yo conozco’ sino más bien ‘tú conoces’[4]. Literalmente, “tú conoces que todo lo puedes”. La mayoría de los comentaristas y versiones bíblicas transforman el texto, quizá con razón, en algo que suena más a confesión. Pero hemos de tener cuidado, ya que es sencillo proyectar sobre Job la actitud que creemos que debería tener llegados a este punto en la historia. Quizá este problema textual pueda servirnos como correctivo y nos ayude a darnos cuenta de la ambigüedad que existe en las palabras de Job. ¿Muestra Job sumisión en estas palabras?, ¿quizá indignación?, ¿sarcasmo? Todas ellas son posibles[5].

Este rango de posibilidades es aplicable a todo este último discurso de Job y por tanto afecta también a las palabras más importantes del discurso, las últimas palabras de Job en todo el libro, su conclusión:

“Por eso me retracto de lo que he dicho y veo que sólo soy polvo y ceniza” (Job 42:6 PDT)

Muchas traducciones hablan de arrepentimiento, pero el texto simplemente menciona un cambio en la forma de pensar[6]. El mismo verbo hebreo se usa en otros textos bíblicos para referirse a aquellos momentos en los que Dios cambia de idea, sin que haya necesariamente señales de arrepentimiento tal y como lo solemos entender en el mundo cristiano[7]. Es posible que la revelación divina acerca de la realidad en la que vivimos[8] haya provocado un cambio en la forma de pensar de Job. Es difícil saber, sin embargo, el tipo de emociones que este cambio provoca en el interior de Job.

¿Encuentra quizá Job un cierto consuelo después de haber escuchado el universo en el que vive? Es posible[9]. Quizá existe un cierto consuelo en darnos cuenta de que vivimos en un universo sin sentido[10], donde no tenemos que esforzarnos por justificar lo que nos ocurre o lo que ocurre a los que nos rodean, donde no tenemos que fingir certeza sobre cosas que no conocemos realmente. Quizá existe consuelo en descubrir que, en realidad, somos polvo, y de la misma manera nuestros dogmas, nuestra ortodoxia, son polvo igualmente.

 

El veredicto de Dios

Justo después de haber hablado Job, nos dice el texto:

“Después de haberle dicho todo esto a Job, el Señor se dirigió a Elifaz de Temán y le dijo: ‘Estoy muy irritado contigo y con tus dos amigos porque, a diferencia de mi siervo Job, lo que vosotros habéis dicho de mí no es verdad’” (Job 42:7 NVI)

No hay mención aquí de Eliú, como tampoco hay mención de la esposa de Job, ambos suponemos aún presentes. Para algunos comentaristas, que Dios no mencione a Eliú deja abierta la posibilidad de que lo que Eliú dijo fue cierto, y por ello Dios no está irritado con él[11]. No suelo escuchar el mismo argumento acerca de la esposa de Job, con la cual Dios tampoco parece estar irritado[12]. Y tampoco hay mención aquí del acusador que conocimos en los primeros capítulos, aunque en este caso es más comprensible; al fin y al cabo, el acusador ha cumplido ya con la misión que Dios le dio. A quien sí se menciona es a Elifaz y sus dos amigos. Y contra ellos, Dios dice:

“Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos” (Job 42:7 LBLA)

La NVI menciona que Dios está ‘irritado’ pero el texto hebreo apunta a un enfado de mayores dimensiones. El número de animales que han de ser sacrificados en el siguiente versículo para aplacar la ira de Dios es enorme. Tal número aparece en la Biblia solamente en ocasiones de gran importancia[13]. La ortodoxia de los tres amigos ha ofendido a Dios de tal manera, que Dios requiere un número desorbitado de animales para no llevar a cabo un ‘acto de sacrilegio’[14] contra ellos. La ira de este Dios ha sido encendida y no va a ser fácil apagarla.

Pero ¿qué ha provocado tal ira?, ¿qué han hecho estos tres amigos para enfadar tanto a Dios? Si recordamos, lo único que los amigos han hecho ha sido hacer uso de la ortodoxia reinante para defender a Dios y para intentar confortar y guiar a Job hacia ‘la verdad’. A falta de revelaciones directas de Dios, los amigos han utilizado la revelación escrita que conocen, la tradición que han recibido y aprendido de sus padres para interpretar la realidad que les rodea. A falta de una palabra audible de Dios, han usado la otra palabra de Dios, la que proviene de textos y tradiciones. ¿Qué hay de malo en ello?, ¿no es eso acaso lo que han de hacer los creyentes? Parece ahora, sin embargo, que fue Job quien eligió el rumbo adecuado al decidir confiar más en su experiencia que en la ortodoxia, y quien por medio de ello acabó hablando la verdad acerca de Dios. ¿De verdad? ¿Tuvo razón Job cuando acusó a Dios de maltrato y de asesinato? Es posible.

Hay una cierta ambigüedad en estas palabras de Dios. Todas las versiones bíblicas que he consultado indican que los amigos no han hablado la verdad ‘acerca de’ Dios. Sin embargo, el texto hebreo usa aquí una preposición que indica, no tanto que los amigos han hablado lo que no es verdad ‘acerca de’ Dios, sino más bien ‘a’ Dios. Es cierto que en las escrituras hebreas estas dos preposiciones se confunden a menudo y una se puede usar en lugar de la otra, pero la ambigüedad está de nuevo ahí en el texto, una nueva ambigüedad que abre distintas posibilidades. Porque lo cierto es que en el texto no hemos escuchado a ninguno de los amigos hablar directamente con Dios ni una sola vez, algo que Job sí ha hecho (o ha intentado hacer) en varias ocasiones[15]. ¿Quizá sea esto lo que haya provocado tal enfado, el haber utilizado la ortodoxia para negar una búsqueda honesta de Dios?

 

La compensación divina

Al final de la historia Dios parece reconocer su culpa por todo lo sucedido, pero en lugar de pedir perdón a Job, decide compensarlo con el doble de los animales que tenía antes[16] (justo lo que un ladrón tenía que hacer para compensar a su víctima según la ley de Dios[17]). No hay mención de los criados, y cuando llegamos a los hijos e hijas, el nuevo número es probablemente el mismo que el de antes. Digo probablemente porque según algunas versiones bíblicas y comentaristas, el número de los hijos es el doble mientras que el de las hijas es el mismo que antes[18]:

“También tuvo catorce hijos y tres hijas” (Job 42:13 DHH)

 Dado que esta idea de dar más importancia a los hijos que a las hijas no está lejos de la mentalidad de la época, no podemos descartar la posibilidad de que Dios haya actuado de esta manera también. Al fin y al cabo, el Dios de este texto, como el resto de los personajes, pertenece al contexto del autor. Quizá esto también explique el hecho de que a nadie se le haya ocurrido la idea de que resucitar a los antiguos hijos e hijas habría sido una recompensa mucho mayor que ocupar el lugar de los hijos muertos con otros diez (o diecisiete). Y tampoco escuchamos si la esposa de Job considera que diez embarazos más sean una buena compensación. El autor no piensa en esto, y el Dios del texto tampoco.

Sin embargo, para este autor sí que vale la pena detenerse un momento y considerar los nombres de las tres hijas, nombres de difícil traducción:

“Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc” (Job 42:14 LBLA)

 “A la primera de ellas la llamó Paloma, a la segunda la llamó Jazmín, y a la tercera la llamó Azucena” (Job 42:14 TLA)

 “A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda” (Job 42:14 NVI)

La NVI tiene una nota a pie de página indicando que el nombre literal de la última hija es realmente ‘Frasquito de Maquillaje’. La mayoría de las versiones optan por poner los nombres en hebreo, me imagino por qué.

El autor menciona acto seguido que:

“No había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job, y su padre les dio herencia entre sus hermanos” (Job 42:15 RVA2015)

No sabemos si estos dos comentarios están relacionados. ¿Da Job herencia a sus hijas por ser bellas? Es difícil saberlo. En cualquier caso, parece que lo único que vale la pena mencionar de estas chicas es que fueron muy hermosas.

 

Y comieron perdices…

Y con esto termina el libro:

“Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones. Y murió Job anciano y lleno de años” (Job 42:16-17 RVA2015)

Es un final un tanto curioso. Recuerda en cierto modo al final de un cuento, la misma impresión que tuvimos al comienzo del libro[19]. No volvemos a oír la voz de Job. No sabemos si alguna vez mantuvo alguna otra conversación teológica o si consiguió entender al final todo lo que le había ocurrido. Lo que nos queda es la esperanza de que quizá Job haya aprendido algo a través de esta experiencia. Job comenzó la historia dentro de una caja donde la ortodoxia ocupaba un lugar predominante. Ahora, sin embargo, ha aprendido a dar más importancia a su propia experiencia. Job ha aprendido que, en este universo sin sentido, la ortodoxia humana no es más que los humanos que la han creado, ha aprendido que sólo Dios conoce los pensamientos de Dios. A menos, eso sí, que Dios hable con nosotros y nos los cuente.

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[1] Juan 5:39 NVI

[2] Juan 17:3 RVR1960

[3] Ver el estudio 7 de esta serie acerca de las revelaciones

[4] D.J.A. Clines, Job 38-42; E.M. Good, In Turns of Tempest

[5] E.M. Good, In Turns of Tempest

[6] La RVR1960 traduce el texto: “Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6). Sin embargo, y en esto coinciden muchas traducciones y la mayoría de comentaristas, Job no dice en el texto que ‘se aborrezca a sí mismo’, como parece indicar la RVR1960. Job aborrece algo, pero eso no se indica en el texto (E.M. Good, In Turns of Tempest)

[7] Este es el verbo que aparece, por ejemplo, en este texto de Salmos: “y por amor a ellos se acordó de su pacto, y se arrepintió conforme a la grandeza de su misericordia” (Salmos 106:45 LBLA). El texto se refiere a Dios y parece indicar que Dios decide compadecerse y cambiar de idea. Es el mismo sentido que tiene aquí: “¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos” (Jonás 3:9 LBLA)

[8] Ver el estudio 7 de esta serie

[9] El mismo verbo hebreo que se utiliza aquí puede ser traducido con este sentido de ‘ser consolado’ (ver, por ejemplo, Genesis 24:67; 2 Samuel 13:39; Ezequiel 14:22; D.J.A. Clines, Job 38-42)

[10] Ver el estudio 7 de esta serie

[11] J.E. Hartley, The Book of Job

[12] Con la diferencia importante de que la esposa de Job pertenece al texto de forma íntegra, mientras que Eliú parece más bien ser una adición posterior (ver el estudio 6 de esta serie). Además, recordemos que mientras que la esposa de Job cumple una función crucial en este relato, Eliú simplemente aporta una extensión no muy original de los argumentos ofrecidos ya por los tres amigos de Job (ver los estudios 3 y 6 de la serie)

[13] Los encontramos en tres textos únicamente: Números 23:1, 29; 1 Crónicas 15:26 y 2 Crónicas 29:21 (D.J.A. Clines, Job 38-42; E.M. Good, In Turns of Tempest)

[14] D.J.A. Clines, Job 38-42

[15] Ver el estudio 5 de esta serie

[16] Job 42:12; comparar con Job 1:3

[17] Exodo 22:4 (D.J.A. Clines, Job 38-42)

[18] E.M. Good, In Turns of Tempest; D.J.A. Clines, Job 38-42

[19] Ver el primer estudio de esta serie

Jose A. Fernandez

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