«Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús: Si os mantenéis fieles a mi mensaje, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»
Juan 8:31-32
(La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)
El discipulado cristiano es, ante todo, la decisión radical de seguir a Jesucristo cada día y de ser fiel a su mensaje. Es un peregrinaje de vida al servicio de Jesús y a la causa de su reino. Jesús es quien invita y nosotros respondemos alentados por el soplo del Espíritu.
Es un seguimiento que involucra todo nuestro ser; nada de lo que somos queda por fuera. Además, encontrar a Jesús es como hallar un tesoro, que quien lo descubre va y vende todo lo que tiene para poder comprarlo (Mateo 13:46). Esa decisión de seguir a Jesús se renueva todos los días y a cada momento; no es un asunto de afiliación de una vez y para siempre, sino de perseverante fidelidad a su mensaje.
Las demandas de Jesús fueron tan altas que algunos de sus seguidores se preguntaban intrigados si era posible cumplirlas. Por eso fue necesario escuchar que eran cargas livianas que, en lugar de hacer más difícil la vida, le daban su verdadero descanso: «Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera» (Mateo 11:29-30).
¿Algo exigente que es fácil de llevar y que produce libertad y descanso? ¿Una carga ligera? Esto no es tan fácil de comprender. Hoy se cree que la felicidad está en la comodidad y que una persona realizada es aquella que sufre poco y que no tiene altos compromisos que le «enreden» la vida.
Jesús enseña lo que las ciencias del comportamiento humano han confirmado como cierto: que la entrega contribuye a nuestra realización humana, que los compromisos que asumimos producen grandes alegrías (por ejemplo, formar a los hijos o las hijas, cuidar a los ancianos, entregar la vida por una causa justa), y que enfrentarnos a la verdad nos hace libres.
Para seguir pensando:
«Una vida humana feliz no transcurre con la vista puesta en la satisfacción libre y placentera de los instintos… Una vida feliz es, antes bien, una vida repleta de tareas llenas de sentido que se aceptan interiormente y a las que uno se entrega voluntaria y gratamente»
Elisabeth Lukas (Psicoterapeuta austríaca)
Vale que nos preguntemos:
¿Qué tan profundo es mi compromiso con Jesús? ¿De qué me hace libre ese compromiso y cómo contribuye al bienestar personal y el de mi comunidad?
Oración:
Bondadoso Señor, quiero seguirte con firmeza, ser fiel a tu mensaje y disfrutar de la alegría de servirte. No dejes que por mis muchos afanes pierda de vista lo que es más importante. Amén.
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