Sin duda la Resurrección de Jesús es el Misterio Central de la Fe cristiana. El mismo Pablo exhorta a los Corintios: ¡CREAN EN LA RESURRECCIÓN, SI NO, SU FE ES VANA, NO TIENE FUNDAMENTO! Pero ¿cómo la concebimos? Sin duda, esto que expondré puede sonar repetitivo y hasta agotador de reflexionar, pero como creyentes debemos volver una y otra vez sobre el misterio de la resurrección y comprender que él es una nota constitutiva de nuestra fe.
La experiencia de la muerte de un ser querido, la separación física y temporal, es quizás uno de los instantes más críticos en la vida de cualquier persona. Y es normal que miremos al alto cielo y digamos ¿no eras el Dios de la vida? ¿por qué dejaste que pasara esto? Y pienso que actuamos como los fariseos a los pies de la Cruz del Nazareno, ¿ahora no puedes hacer nada? ¡Baja de la cruz! ¡Haz que creamos! Y ¿qué hace Jesús? No hace nada, sólo ora y calla.
La hermana muerte golpea la puerta de la vida y nos hace frágiles e indigentes. La misma ciencia debe reconocer solemnemente que no ha triunfado. Pero, es en ese momento, en el instante de mayor silencio, donde la Resurrección y el cielo se hacen más cercanos y nos hace sentirnos Bienaventurados. Jesús no fue ingenuo al decir: Felices los pobres, felices los que sufren, felices los que lloran. Sí, ustedes son felices y su felicidad es bendecida por Dios.
Al experimentar la muerte, acudimos también a un instante de resurrección. Sí, el cielo está cerca y el Reino se hace ya presente. ¿Cómo? Cuando la familia que sufre ora, lee la Palabra de Dios o simplemente dice a los deudos: Estoy contigo, fuerza, mi más sentido pésame, confía, eso ya es una prolongación del mismo Evangelio. ¿Es que no nos damos cuenta de que el mismo Jesús está presente en estas sencillas pero profundas palabras?
Es entonces cuando la Resurrección supera todo libro de teología. Es entonces cuando la Resurrección ya no es teoría, sino que es una realidad incluyente, transformadora y cotidiana. La Resurrección nos persigue a cada lugar al cual nos dirijamos o a cualquier mar en el cual, y como Jonás, pensemos ocultarnos. Si hermanos, Dios está presente.
¡CADA DÍA ES RESURRECCIÓN!
- Ilustración: Detalle de «Resurrección de Cristo», 1520 – Accademia Carrara, Bergamo