(Fuente: Consejo Latinoamericano de Iglesias) La sociedad democrática está comprometida con la libertad religiosa. También lo está la Iglesia de Jesucristo. Está prohibida de ejercer la tiranía en nombre del evangelio. Siempre que así lo hizo, se volvió culpable. Jesucristo rechaza la violencia religiosa; apuesta por el poder de la palabra; busca la adhesión voluntaria y crea paz entre los enemigos. Le reservó exactamente este mandato también a su Iglesia: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5.9-NVI). He aquí la promesa a quienes se suman en esta noble tarea.
El mundo del siglo XXI resiente la aguda carencia de “pacificadores/as”. Proliferan los conflictos, muchos de ellos con fuertes ingredientes religiosos. Junto al relativismo de una sociedad hedonista, perpleja con respeto a valores normativos, renacen los fundamentalismos, diseminando el terror. Las “guerras santas” de ningún modo son recordaciones del pasado. La paz, premisa de la supervivencia, está amenazada de disolverse como miraje en el horizonte. Solamente tendrá oportunidad si es posible construir la convivencia sostenible en la pluralidad y multiculturalidad de la sociedad globalizada.
Es a esto que el ecumenismo quiere contribuir. Se ofrece como alternativa al fanatismo fundamentalista, por un lado, y a la falta de compromiso relativista, por otro. Busca evitar tanto la colisión de lo diferente como su coexistencia estancada. Está al servicio de la construcción de comunión. Esto, en primer lugar, entre las Iglesias y las personas que llevan el nombre de Jesucristo. El Ecumenismo es un proyecto eclesiológico. Quiere superar las divisiones internas de la Iglesia. Pero va más allá. No puede excluir de su perspectiva al resto de la humanidad. El objetivo último consiste en el aprendizaje de la glorificación conjunta de Dios en las alturas y de la construcción de la paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor (Lc 2.14).
El texto que presentamos fue preparado por el profesor de Nuevo Testamento Dr. GOTFFRIED BRAKEMEIER y puesto bajo la palabra de Efesios 4.3. El Dr. Brakemeier ofrece una visión panorámica del significado, historia, objetivos e implicaciones del ecumenismo. El texto podrá ser usado para ministrar cursos, dirigidos no solo a especialistas en el área sino también a miembros laicos de las comunidades confrontados de cerca con el desafío de la unidad en la pluralidad religiosa. Además recordamos el célebre principio de San Agustín que ha de prevalecer en el diálogo ecuménico que dice: “In necessariis unitas – in dubiis libertas – in omnibus caritas” – “En lo que es necesario: unidad; en lo que es dudoso: libertad; en todo: caridad.”
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