Autor: Gerardo Oberman
1. Yo soy el Señor, tu Dios.
Te saqué de muchas situaciones difíciles,
nunca te dejé ni te abandoné.
Quisiera que me tuvieras en cuenta como tu primera prioridad.
2. La creación entera habla de mí.
Los cielos y la tierra son obra de mis manos.
Yo aprecio la belleza y quiero que la aprecies y que la disfrutes.
El arte y la pintura son hermosos.
Símbolos e imágenes pueden ayudar a tu fe.
Pero recuerda siempre que yo estoy por sobre todas las cosas creadas.
Me cuesta mucho entender cuando las personas se confunden
y adoran las cosas materiales.
Pero comparto con alegría y para siempre
la vida de quienes saludan mi nombre por sobre todo nombre.
3. Llámame cuando me necesites y allí estaré.
Usa mi nombre siempre para bendecir a otros,
para hacer el bien y para proclamar la Vida.
4. Descansa un día a la semana.
Yo sé que te hace falta.
¡Si hasta a mi me hizo falta descansar
cuando terminé de prepararte el mundo en el que vives!
Tu cuerpo y tu mente se cansan.
También tu espíritu.
En ese día, acuérdate especialmente de mi.
Si vas a alguna iglesia o si sales con tu familia
o con tus amigos o si necesitas reponer fuerzas,
piensa en mi, así como yo pienso en ti y en los tuyos.
Deja que los demás también descansen,
para que todos tengan oportunidad de sentirse personas.
5. Acuérdate de los viejos. Ellos te dieron la vida.
Visítalos, llámalos, abrázalos, quiérelos.
Hónralos y vas a estar honrando tu propia vida.
Vas a ver qué lindo es.
6. Vive y deja que otros vivan, igual que tú.
Que tu vida apueste siempre a la vida.
7. Busca ser siempre coherente con tu fe, sin adulterarte jamás.
8. Comparte con otros lo que tengas para compartir.
Cuando se comparte a nadie le falta.
9. Camina siempre detrás de la Verdad.
La Verdad libera y hace bien.
10. Que te baste con lo que tienes para vivir.
Y que tu corazón sea siempre un corazón agradecido.
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