Dios revelado en lo pequeño,
en lo frágil, en lo humilde,
en lugares inesperados
y ocultos a la vista de los poderosos,
ilumínanos el sendero hacia tu pesebre abierto,
hacia tu divinidad humanizada,
hacia tu ternura solidaria;
déjanos encontrarte para afirmar la fe
y para renovar los sueños
que se nos han dormido
de tanto esperar…
Dios hecho criatura,
que te dejas abrazar
y que te nutres del seno materno,
que te recuestas en cuna
hecha por manos pobres,
que te duermes oyendo cantar
a las mujeres y a los hombres sencillos,
guíanos como a los sabios de oriente,
con una señal que podamos descubrir
y que nos coloque en el sitio correcto,
allí donde tu gracia se hace cuerpo,
donde tu amor mira de frente,
donde tu misericordia siente el frío y el calor,
donde tu compasión
se encuentra con la vida concreta
de tu pueblo sufrido y necesitado.
Dios del llanto y de los pañales,
que elegiste llegar así, naciendo,
ensancha el establo estrecho
y haznos lugar junto a quienes
te buscan con sinceridad
y te ofrecen lo que son y lo que tienen,
sin otra intención que la de adorarte
y dejarse transformar
para regresar a la vida,
a construir,
contigo,
mundos nuevos.
Tags : Encarnación, Epifanía, Liturgia, poema