Isaías 40: 6-11
Una voz dice: «Proclama».
“¿Y qué voy a proclamar?», respondo yo.
“Que todo mortal es como la hierba y toda su gloria como la flor del campo.
7 La hierba se seca y la flor se marchita, porque el aliento del Señor sopla sobre ellas. Sin duda, el pueblo es hierba. 8 La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».
9 Portadora de buenas noticias a Sión, súbete a una alta montaña.
Portadora de buenas noticias a Jerusalén, alza con fuerza tu voz.
Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: “¡Aquí está su Dios!”.
10 Miren, el Señor y Dios llega con poder y con su brazo gobierna.
Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede.
11 Como un pastor que cuida su rebaño,
recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho,
y guía con cuidado a las recién paridas.
En este pasaje bíblico, Isaías nos muestra una imagen poderosa de Dios como un pastor amoroso que cuida de su rebaño. La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre. Este buen pastor es Jesús, quien recoge a sus hijos, los abraza, los lleva junto a su pecho y cuida con ternura a las madres con sus bebés.
La metáfora del pastor y su rebaño se repite a lo largo de las Escrituras y nos invita a reflexionar sobre el papel de la pastoral en nuestras comunidades de fe en el siglo XXI. Debemos asumir diferentes roles y seguir acompañando, cuidando y alimentando al rebaño en medio de los desafíos y contradicciones de nuestra época.
Como expresaba Paul Ricoeur, “la metáfora da que pensar, porque ella, la metáfora, es creadora de sentido, y es portadora de una nueva significación”.
Pero también podemos llevar esta metáfora más allá y aplicarla a nuestras comunidades de fe. Como miembros de una comunidad, podemos asumir el papel de pastores para aquellos que necesitan apoyo, orientación y cuidado. Es una invitación a ser agentes activos de amor y compasión, siguiendo el ejemplo de Jesús como el Buen Pastor.
En nuestra comunidad de fe, nos reunimos de manera informal, cantamos, oramos, leemos la Biblia, dialogamos y compartimos nuestros pensamientos. Hemos tratado de crear un ambiente en el que todos pueden expresarse, si así lo desean.
Recientemente, alguien me preguntó quién continuaría con todo esto cuando yo ya no estuviera como pastor. Una hermana respondió que todos somos pastores y nos protegeríamos mutuamente. Fue un regalo para mi alma, ya que ha sido uno de mis conceptos clave durante muchos años. El ministerio pastoral debe ser comunitario en tiempos tan individualistas y personalistas.
Mi perspectiva y experiencia junto con mi reflexión personal me llevan a pensar que hay un camino a seguir en estos tiempos. Creo en la iglesia que acepta el desafío de una pastoral comunitaria. Esto significaría que la comunidad se trasforme, crezca y madure su propia pastoral. Que no descanse en una sola persona física, (modelo personalizado tradicional) sino que la comunidad de fe, asuma su rol de cuidado, ayuda, fortalecimiento, amor mutuo, y de crecimiento espiritual. La responsabilidad es de todos, y los niños así lo entienden.
Uno de nuestros chicos de seis años, hace un tiempo atrás, al ver a otro niño que llegó por primera vez, dejó su asiento, fue al lado de mi esposa y le dijo, “no voy a poder estar en la reunión, porque tengo que atender al nuevo”.-
En el Nuevo Testamento encontramos evidencia de esto, una eclesiología igualitaria y comunitaria. En la carta a Filemón, escrita por el apóstol Pablo y Timoteo, vemos cómo la iglesia funcionaba en la casa de Filemón, incluyendo a hombres y mujeres de diferentes trasfondos. Filemón, ciudadano romano, colaborador en la fe y un hermano fiel y lleno de amor, Apia, una mujer líder, era hermana en la fe, Onésimo un esclavo, era hermano, Pablo, era judío, era hermano, Lucas era gentil, era hermano, Epafras un colaborador incansable, era hermano.
La relación mutua es el principio práctico de la vida cristiana.
Como dice Gálatas 3:28-29:
«Ya no hay judío ni no judío, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa».
Tengo la esperanza que toda comunidad sea libre e igualitaria, donde el ministerio pastoral sea una forma de vida. Esto dará lugar a líderes comprometidos que asuman su rol de pastores. Es innegable que la pastoral enfrenta una crisis en nuestro tiempo, tanto por la falta de un llamamiento claro y profundo, como por la proliferación de pastores sin preparación teológica ni comunitaria. Solo cuando enfaticemos nuestra pastoral comunitaria podremos ver líderes comprometidos que asuman su rol en forma integral.
Jesús nos dijo: Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. Juan 13: 34-35
Pr Hugo Daniel Ramírez
San Carlos Centro – Santa Fe