Nuestro territorio al que identificaremos mejor como Abya Yala (ancestral nombre kuna que significa tierra viva, tierra de sangre), no ha dejado de vivir tensiones socio-políticas en los últimos 50 años y por supuesto que desde hace más tiempo atrás, pero pensar en cinco décadas nos da un mejor panorama histórico. En la última década y en este 2019 especialmente, hemos presenciando protestas en Guatemala, en Honduras, en Nicaragua, en Panamá; protestas en Puerto Rico, en República Dominicana, en Haíti, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Chile, Brasil, Argentina… Estas tensiones han dado como resultado represión, torturas, muertes, desapariciones, así como la destitución de mandatarios. Hay luchas por doquier, descontentos, crisis de diferente carácter, movilizaciones masivas y migraciones multitudinarias.
En medio de todo esto que ha acontecido en este año 2019, llegamos a la época navideña de final de año. En ella el calendario litúrgico cristiano nos marca el inicio de la temporada de adviento, que se celebra los cuatro domingos antes de navidad y es considerada como un tiempo de preparación para la llegada (advenimiento) de Jesús, el Salvador. Un tiempo que se propone para reflexión, arrepentimiento, perdón y alegría. Llegada esta temporada, cabe preguntarse cómo ésta puede hablarnos a las realidades que actualmente estamos atravesando o cómo las realidades hablan a este tiempo de adviento.
Abya Yala está viviendo su adviento, que quizás ha durado muchas décadas y se sigue percibiendo hoy. Tal vez la historia de América ha transitado todas las etapas del calendario litúrgico, pero quizás hemos tenido muchos momentos de adviento siendo que probablemente no hemos salido de ellos. ¿Por qué el Adviento de Abya Yala? Porque percibimos que vivimos en un momento en el que, al parecer, estamos esperando, preparando y luchando por la salvación, por un mundo distinto y quizás por un Salvador. Los pueblos han preparado y preparan el camino para que nazca “la redención”.
El mensaje teológico del adviento puede darnos mucho para nuestras luchas. Nos lleva a contener una esperanza a partir de los hechos históricos y presentes en los que se vive. Es un mensaje de esperanza activa, perdurable, que concluye en un acto de liberación provisto por la divinidad. A la vez, es un acto de espiritualidad que corresponde a un punto de encuentro entre lo sagrado-incorrupto y lo terrenal-corruptible.
Además de las claves que el significado del adviento puede dar a nuestros tiempos, podemos pensar también en qué claves e interpelaciones dan nuestros tiempos a lo que significa el adviento. El teólogo latinoamericano Gustavo Gutiérrez decía que la experiencia es el acto primero y la teología siempre es el acto segundo, creo firmemente en ello pero además creo que se navega entre ambas posibilidades sin restricciones. ¿Cómo entonces hablan nuestras experiencias o realidades a nuestras teologías en tiempos de adviento?
En las décadas de los sesenta y setenta, se vivía un adviento. Caían las dictaduras, el pueblo se organizaba, luchaba y asumían gobiernos que se les veía como una esperanza hacia la liberación que parecía estarse viviendo. Pero ¿cómo hoy después de 40 o 50 años parece que estamos aun buscando ese día en que nazca la redención? ¿Qué ha pasado?
También surge la pregunta ¿será que hemos interpretado mal nuestros advientos? Veo que tal y cómo se describe el tiempo de adviento y su resultado en la natividad del Salvador, en los últimos 50 años al menos, hemos estado buscando la llegada de ese personaje que nos salvará de todos nuestros males. Parece ser que son varios los “mesías” que han llegado sobre los cuales hemos volcado nuestras esperanzas, pero el tiempo nos ha demostrado que en realidad no nos piensan salvar o simplemente no lo han logrado. Para hoy en día, aun llevamos esta tendencia, pues sin duda hay nombres que nos hacen pensar en que “algo puede cambiar”. Lula, Dilma, Mujica, López Obrador, Rafael Correa, Nayib Bukele… etc. y vale mencionar que a estos les antecedió otra generación de personajes (algunos ya fallecidos), que provocaron las mismas expectativas en un gran sector del pueblo latinoamericano. Pero, en verdad ¿de esto se trata el adviento?
Algunas/os, hemos dejado de creer en los caudillos y de esperar que “un” personaje “nos salve”. Pienso que sí estamos viviendo un adviento en Abya Yala pero este adviento está siendo un acto colectivo y, por lo tanto, la “redención” está siendo (y será) orquestada por la colectividad. Podemos mencionar algunos ejemplos: Las olas de los feminismos enfrentando al patriarcado, en donde no surge el nombre de “una” sino de “todas”; las marchas de las diversidades sexuales que confrontan un sistema de odio, en las que se oye la mención “somos una comunidad”; las diferentes comunidades ancestrales que se enfrentan a empresas transnacionales, para defender sus territorios; juventudes organizadas rechazando el militarismo; colectivos abogando por la defensa de los derechos humanos y de animales; organizaciones combatiendo culturas de abusos sexuales o comunidades enteras gestionando nuevos espacios de organización, economía y acciones solidarias, etc. Esto me lleva a pensar en una frase de cuyo autor/a no se tiene certeza, pero que ha sido usada por los movimientos revolucionarios: “sólo el pueblo salva al pueblo”. Por muy usada, mal-usada o mal-gastada que haya sido esta frase, pienso que es muy cierta y me atrevo a decir que nuestras redenciones serán colectivas o no serán. Pero entonces, ¿es esto discordante con el mensaje del adviento? Puede parecer que sí, pero yo creo que no.
La narrativa del proceso previo al nacimiento del Mesías nos muestra cosas interesantes. Lo primero es, sobre quiénes y cuántos son participes del advenimiento del Mesías. Es gente de diversos estratos, diversos oficios y distintas aspiraciones, pero que fueron todas y todos, participantes y por lo tanto no fue un acto privado. Lo segundo es que el acto de “salvación” siempre se describe como el que ya se está dando y se dará cuando nazca el niño. Esto es curioso pues interpretando esto, la salvación es inútil, es vulnerable y totalmente dependiente; se celebra a un bebé que es incapaz de hacer las cosas por sí mismo. Es algo hermoso, no sólo porque la salvación se muestra frágil, sino porque esa salvación dependería de todas y todos alrededor para afianzarse.
Celebremos en esta época, el adviento de Abya Yala, que nos demuestra y recuerda que es la colectividad la que prepara y pone en marcha el camino de la redención. Así también, recordemos que nuestras espiritualidades nos pueden proveer gestos de esperanza en medio de nuestras tensiones. Y finalmente estamos invitadas e invitados a ser parte de este tiempo en el cuál podamos encontrar la reflexión, el arrepentimiento, perdón, la alegría, la ternura, rebeldía y lucha, para nuestra liberación.
- El adviento de América Latina | Kevin Moya - 21/12/2019