El cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, que se encuentra en Roma participando en el Sínodo de Obispos sobre la Nueva Evangelización, ha prohibido la conferencia que el teólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid iba a pronunciar en la parroquia de Sant Medir (Barcelona) sobre El Concilio Vaticano II, ¿una utopía? el 11 de octubre, el mismo día en que se celebra el cincuenta aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II. En el mismo acto va a hacerse la presentación del último libro del Dr. Juan José Tamayo sobre el tema Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis, que acaba de publicar la Editorial Trotta (Madrid, 2012).
La parroquia ha anunciado que la conferencia y la presentación del libro no se suspenden, sino que se celebrarán en un local cercano de Esquerra Republicana de Cataluña en la calle Olzinelles, 116, a las 20,30 del mismo día 11 de octubre, y que ha difundido ampliamente el mantenimiento del acto.
Resulta paradójico que mientras los obispos de todo el mundo se reúnen en Roma coincidiendo con el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II, prohíban la reflexión de los teólogos sobre el mismo evento. Es la mejor demostración de la imposición del pensamiento único en la Iglesia católica por parte de la jerarquía eclesiástica, de la falta de respeto al pluralismo y del proceso de involución que se está viviendo en su seno, en contra de la reforma de la Iglesia, del reconocimiento del pluralismo y de la actitud de diálogo defendidos por el Concilio Vaticano II.
No es la primera vez que el cardenal Martínez Sistach impide la libertad de expresión y que prohíbe al teólogo Juan José Tamayo hablar en la archidiócesis de Barcelona. En noviembre de 2011 prohibió la presentación de su libro Otra teología es posible. Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo, editado por Herder (Barcelona), que cuenta con varias ediciones en menos de un año. ¡Quizá gracias a los obispos!
En ninguno de los casos el arzobispo de Barcelona ha dado razones para dicha prohibición ni al teólogo, ni al párroco de Sant Medir. Ha sido una imposición autoritaria. En ambos casos el cardenal Sistach ha cedido a las presiones de los sectores integristas que en sus blogs le han exigido dicha prohibición y ha demostrado falta de autonomía. Se ha plegado a los deseos del neoconservadurismo eclesiástico a la espera de los favores que le ha prometido el Vaticano..
El profesor Tamayo es, sin duda, el teólogo más cuestionado y vetado por la jerarquía católica, quien en 2003 le calificó de arriano y condenó su libro Dios y Jesús. El horizonte religioso de Jesús de Nazaret, del que Trotta publicó cuatro ediciones en pocos meses. Las acusaciones contra el libro eran las mismas que se hicieron antes y después a otros colegas como Hans Küng, Schillebeeckx, Jon Sobrino, etcétera: negar la divinidad de Jesucristo, el carácter vicario de su muerte y el carácter histórico de la resurrección, y criticar los Concilios en los que definieron los dogmas cristológicos.
De entonces para acá se han sucedido las diferentes prohibiciones de obispos, arzobispos y cardenales españoles. En 2011 el cardenal Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española prohibió una conferencia suya titulada ¿Ha muerto la teología de la liberación?
Unos meses después fue el obispo de Palencia, monseñor Esteban Escudero, quien intentó prohibir la presentación del libro de Tamayo Otra teología es posible, a través de una nota en la que alertaba a los palentinos de que el autor no podía ser considerado teólogo católico y de que sus doctrinas contribuían a desorientar la fe de los cristianos. Cabe recordar que Juan José Tamayo es de Amusco, pueblo de la Tierra de Campos palentina y, hablando en Palencia, se encontraba como en su casa. El obispo no consiguió su objetivo de impedir que se impartiera la conferencia, ya que no estaba organizada por ninguna institución eclesiástica de la diócesis, sino por la Universidad Popular de Palencia, ni se celebraba en ningún local perteneciente a la Iglesia católica, sino en la Biblioteca Popular. Tampoco logró convencer a sus paisanos de la peligrosidad del libro ni de que sus ideas eran heréticas. Todo lo contrario: la ciudad se puso del lado del teólogo, y asistieron a la conferencia más de 500 personas, inusual en la pequeña ciudad castellana.
Este año Tamayo ha tenido que soportar dos prohibiciones más. En mayo el arzobispo de Oviedo impidió la celebración de las Jornadas que celebra anualmente la Iglesia de Base de Gijón en la Casa de la Iglesia, esta año sobre Los Fundamentalismos. La prohibición era la mejor prueba de que el arzobispo de Oviedo estaba instalado en el fundamentalismo católico-romano, que condena y expulsa de la Iglesia a las comunidades de base antes de escucharlas, niega la libertad de expresión de os teólogos y teólogas y no acepta el disenso. Pero de nuevo hubo espacio alternativo, y las Jornadas pudieron celebrarse en las instalaciones que generosamente facilitó el Proyecto Hombre de Gijón. Así, el profesor Tamayo pudo pronunciar su conferencia sobre “El diálogo interreligioso como alternativa a los fundamentalismos” con la asistencia de más de doscientas personas. Con su conferencia, extremadamente respetuosa con el pluralismo, estaba mostrando el camino a seguir por la jerarquía eclesiástica, que no aprendió la lección.
En julio de este año, a su vuelta de un viaje por Costa Rica y El Salvador, Tamayo tenía que pronunciar una conferencia sobre la Iglesia en Centroamérica en el Monasterio de Silos (Burgos) invitado por el prior. No pudo celebrarse por la prohibición del abad.
En ningún caso se han dado razones, ni se han puesto por escrito las prohibiciones. En algunos casos se ha llegado a amenazar a los sacerdotes con sancionarlos si desobedecían la orden episcopal y autorizaban la conferencia de Tamayo.
Preguntado el profesor Tamayo por su actitud ante este cúmulo de vetos, se ha mostrado sereno, les ha restado importancia y ha manifestado que “las prohibiciones episcopales y cardenalicias de las que es objeto no son expresión de autoridad, sino de autoritarismo, no son pruebas de poder, sino de impotencia, no reflejan valentía, sino debilidad, no revelan firmeza, sino miedo a la libertad, al pluralismo, a la crítica, al disenso y, en definitiva, al Evangelio”, Y ha ido más allá al afirmar que prohibiciones jerárquicas de este tipo demuestran que “la Inquisición sigue viva y activa” y que, “a pesar de que en 1966 se suprimió el Índice de Libros Prohibidos, sigue funcionando y está a pleno rendimiento”. Ha recordado que “durante los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XXIII han sido condenados más teólogos y teólogas y se ha ejercido la censura más que durante el pontificado de San Pío X, que colocó en el Índice de Libros Prohibidos” más de 150 obras”. Ha concluido sus declaraciones de manera contundente: “la jerarquía camina en dirección contraria al Vaticano II y se está haciendo, ella sola, el harakiri. Si sigue por ese camino, convertirá la Iglesia en un erial”.
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