“El arte de la contrarreforma hizo defensa de los sacramentos, atacados por la Reforma Protestante, uno de sus principales objetivos”[1].
El arte barroco en España y su contenido religioso
Se ha denominado barroco al período dentro de la historia del arte que transcurre desde 1600 a 1750, alcanzando su momento de madurez en Italia hacia 1630 y que continuó desarrollándose cuarenta años más. En España adquirió particularidades muy específicas, ello tiene una relación muy directa con el período histórico y político en que se desarrolló dicha tendencia artística, reflejada en la arquitectura, pintura, escultura y literatura. Una de estas particularidades más sobresalientes será la apología que realizará a los dogmas del catolicismo, tan cuestionados por la Reforma Protestante; tributando elementos de considerable importancia en el campo de la teología, e imprimiendo un sello que caracterizará la mística española.
España para el siglo XVI y XVII presenta un panorama religioso y político marcado por la dialéctica que engendró la Reforma Protestante o luteranismo, como muchos historiadores se han apresurado a calificar. En este espacio, la contrarreforma encontrará sus ejes precisos para la resistencia al cambio que augura la época. Felipe II no sólo había heredado de su padre el trono de un vasto imperio, sino que con ello heredó los problemas que se venían gestando a su interior, trayendo consigo no sólo la confrontación religiosa, sino decadencia social y la polaridad ideológica que entraña todos estos fenómenos. Todo esto se vio reflejado en el campo de las artes, encontrando en el barroco la forma ideal para canalizar de alguna manera el pesimismo, la desesperanza y la falta de visión de un sector de la sociedad que se resiste a los cambios. No existe conformidad ante la decadencia del imperio español y el considerable sector sumergido en la mendicidad y la pérdida de ideales, tales como la austeridad y la nobleza, tan promulgados en el pasado. El pesimismo será entonces un rasgo distintivo en el barroco, unido a la dualidad de contrastes en ocasiones contrapuestos.
Algunos especialistas hablan de un pesimismo desolado, no sólo provocado por el fracaso político que caracterizó a la monarquía, sino también por la contrarreforma, profundamente arraigada en la mentalidad española. El espíritu revanchista produjo un cambio de actitud frente a un universo en constante cambio. La noción cristiana del pecado original, sustituye en el barroco cualquier imagen de exaltación de la perfección cristiana de la naturaleza y la ilusión humanística. En el barroco parecen ser anuladas todo lo que el humanismo –y de alguna manera también el renacimiento– había introducido sobre las potencialidades del ser humano, y su individualismo
Ciertamente, el arte barroco asimiló los paradigmas clásicos y sus formas se creen valederas desde la perspectiva estética. Aunque su verdadera esencia estriba en el movimiento desatado, la roturación que implica la contención del impulso. Suele ser contraste entre violencia y tensión, canalizado por medio de la expresión creadora, al punto de sobre pasar los limites. Existen otros elementos muy propios de este como el claroscuro, dualismo siempre presente. La literatura es también un reflejo de este contraste de lo minúsculo y lo grandioso, lo refinado y lo grosero, lo feo y lo bello, la luz y la sombra, todo ello puede coexistir en un autor.
Muchos pensadores del siglo XVI y XVII de España tenían dificultad a la hora de comprender su realidad con serenidad, su concepto pesimista inunda sus obras y sus postulados. Los escritores y poetas románticos ignoraron al barroco, la admiración de estos se centró en el ámbito de la arquitectura, o sea en catedrales y edificios gótico.
En el campo de la literatura la poesía conceptista del siglo XVII, en la que se destaca la figura de Góngora. De esa forma se le denominó gongorismo por ser este uno de sus más notables exponentes. También en el barroco arquitectónico se observa un calificativo general que expresa la impronta de un artista, es el caso de churriguerismo, fue José Churriguera uno de los arquitectos más sobresalientes en la difusión del estilo. Aunque también existe la hipótesis de que el barroco entró en España ya formado como una importación de Italia, pues en el país Ibérico existía una estrecha relación con Roma.
España imitaba lo que se hacía en Italia y de igual forma lo produciría. Posiciones ideológicas contrapuestas, serían el incentivo para muchos artistas para reflejar en sus obras los sentimientos de pesimismo, tristeza y hasta las luchas internas dentro de la sociedad y la política.
La reforma protestante, contrarreforma católica y su incidencia en el desarrollo del arte Barroco en España.
El análisis de la naturaleza del protestantismo ocuparía un espacio considerable y no pretendo abundar en ello, pero sería oportuno, reseñar algunos elementos ineludibles en la comprensión del tema que nos ocupa. Lo que Martín Lutero[2] inició al clavar sus noventa y cinco tesis en la iglesia del castillo de Wittemberg, Alemania, en 1517, fue un serio cuestionamiento al magisterio de la Iglesia Católica y a la autoridad pontificia de la misma. Ya desde la Edad Media el episcopado había adquirido un carácter monárquico, con ciertos matices de infabilidad, que unido al poder del absolutismo conformaban una alianza poderosa entre el poder temporal y el espiritual. Dentro de la sociedad de aquel momento, nadie ponía en dudas el derecho del príncipe a reinar y el de la Iglesia como instrumento de corrección de la conducta humana. Ambos poderes se complementaban y se justificaban como legítimos e incuestionables.
Lutero es una pieza importante para entender la aparente ruptura que se produce en la unidad monolítica del cristianismo occidental. Las noventa y cinco tesis expuestas por este monje agustiniano, no sólo representa el cambio de mentalidad de la época, sino el inicio de la concreción de las ideas humanistas, que desde la religión cuestionan al poder que gobierna. Los efectos inmediatos a esto se aprecian en la Revolución de los Países Bajos, donde se desarrolló durante el siglo XVII una lucha de liberación nacional, pero a su vez representó una confrontación religiosa, entre el catolicismo y el calvinismo. Conflicto que tuvo como uno de sus desenlaces la proclamación de la República de Holanda, de religión protestante. Tenemos que tener en cuenta que a la postre. era Felipe II quien gobernaba en España y a su vez había heredado de su padre esos reinos. El monarca español fue quien le dio la feliz culminación al Concilio de Trento (1545-1563).
Por tanto, la Reforma Protestante no sólo fue el móvil hacia un cambio dentro de la naturaleza de la Iglesia y una reforma desde la religión bíblica. Considero desde mi tesis muy particular, que el sentido humanista de esta revolución religiosa impulsó las aspiraciones de transformar el poder central existente en muchos pueblos de Europa que se encontraban en un estado de capitalismo embrionario, con aspiraciones a emanciparse de las trabas del Antiguo Régimen.
Pero cabe la pregunta: ¿Cómo se refleja en el arte la fe y la evolución histórica de los pueblos? El barroco es un testigo mudo de ello. Este fue el arte por excelencia de la Contrarreforma Católica en España. Sin duda alguna que en España se le identifica con el absolutismo, la Contrarreforma y el renacimiento católico. Uno de los primeros aspectos a analizar sería la pintura, pieza clave en la defensa de los postulados católicos de todos los tiempo. En ello encontramos el tema de los sacramentos,[3] atacados por la Reforma. De ahí, la frecuencia con la pintura española de la época nos muestra la imagen de María Magdalena[4] , arrepentida y símbolo del Sacramento de la Penitencia. Tema que sirvió de inspiración a la bella obra de Malón de Chaide y un Cuadro de Rivera.
Los jesuitas por su parte adoptaron el barroco para sus construcciones, en España la iglesia de su colegio de Loyola, muy majestuoso y decorativo, con un santo patrono en su entrada. Las imágenes han sido atacadas por la Reforma, La Compañía de Jesús, más conocida como los Jesuitas, fueron el ingenio del Concilio de Trento. Su organización y la impronta de Ignacio de Loyola, intentarán imprimir al catolicismo una vida de férrea disciplina, penitencia y estudio riguroso para combatir el individualismo protestante. Por medio de estas armas ideológicas y espirituales defenderán la unidad de la Iglesia en la que el pontificado se acerca al estilo de monarquía universal.
Se considera que el ciclo barroco comienza con el Concilio de Trento y tiene dos etapas. La primera, el arte de la Contrarreforma que responde al momento donde la disciplina y la austeridad deben caracterizar cualquier trabajo de esta época; la segunda es el arte apoteósico de opulencia triunfal, arte que pretende ser lujoso al estilo del Triunfal de Bizancio. La Catedral de Santiago de Compostela, una ciudad que se puede considerar un centro de peregrinación y reliquia universal de la Iglesia Católico-Romana. Aquí se edificó al estilo barroco un templo como salvaguarda de la tradición, es importante señalar que este arte está muy apegado a las reliquias de la Iglesia y a su tradición.
El barroco nos proporciona la nueva visión del templo, ya no es sólo el lugar de oración y contemplación recogida como en las viejas catedrales góticas, ni un monumento estético; ahora es una sala de propaganda para la predicación, momento en el que hace falta reforzar el discurso cristiano católico, pues está siendo atacado desde todos los frentes. En esta dirección, la literatura ocupará un lugar importante, pues gracias a la invención de la imprenta las ideas reformadoras y humanistas se comienzan a diseminar por Europa.
El Concilio de Trento no aprobó ninguna de las reformas planteadas por Lutero, sobre todo, la justificación o redención por la fe. Ello, acentuó la división del cristianismo, con diferentes reformistas, todos coincidieron en que el papado era perjudicial, la actitud del Papa sólo conducía al fortalecimiento del absolutismo característico del siglo XVI.
La figura del Sumo Pontífice y de los santos es muy tratada en el barroco, en esta línea tenemos los retratos de Gian Lorenzo Bernini, estimables por sus retratos, que ofrecen vivos a los hombres de Roma barroca. Procurando darle a sus esculturas el movimiento característico de cada individuo. El éxtasis de Santa Teresa de Jesús, representa la penitencia y la vocación religiosa, unido al rigor de la fe. Los retratos del papa Inocencio X y su hermana Donna Olimpia Pamfili[5], protectora de los artistas, muestra de cómo desde el arte barroco se intentan salvar aquellos inocuos del catolicismo romano tan atacados por los reformadores.
La crisis del catolicismo es reflejada desde la literatura, el arte grita a voces el deseo de algunos hombres de perpetuar la imagen y el orden establecido. Como reflejo de esta época idealiza a los personajes de la nobleza, el grabado conocido bajo el título de: Madrid, interpreta una escena de la vida de Felipe II y su corte, atravesando la Plaza principal de la ciudad. Indudablemente el barroco fue prolífero en la temática religiosa, majestuosos templos, iconografía de los santos de la Iglesia, plazas en honor a la memoria de los adalides de la fe cristiana. La interpretación de la realidad, un tanto pesimistas, desilusionada, reflejada en tonos claros oscuros, en ocasiones logran ser tenebrosos. La pintura barroca en España llegó a ser la expresión más característica de la influencia de la religión. En los países protestantes fue el portador del gusto burgués, por lo monumental y aparatoso, caracterizado por el deseo continuo de interpretar la realidad circundante.
Me atrevo a afirmar que fuera de la escena religiosa, el arte barroco, refleja una desvalorización de todo lo humano, la obra de Perera, “La Vanidad”, es un reflejo de la mentalidad de la época. La muerte aparece representada por varias calaveras en el suelo, rodeando a una criatura con aspecto femenino, de quien salen dos alas, junto a ella una serie de símbolos que representan a la sociedad en su esencia.
A menudo aparece en la pintura barroca la interpretación de las figuras más destacadas dentro de la literatura española como: Don Quijote y Sancho; en este sentido, la iconografía sobre la obra de Cervantes ha llegado a ser numerosísima. Siempre presente aspectos tristes de la existencia humana, la muerte, el desengaño y una nostalgia por el pasado.
Las huellas del barroco español trascendieron las fronteras de la Península hacia sus colonias de ultramar. El mayor templo católico de América Latina es la catedral de México, construida por el arquitecto real de Felipe III, Juan Gómez de Mora, muy cerca de este se encuentra el seminario de los jesuitas de Tepotzotlán, con un campanario recargado de barroco. La catedral de Bogotá, así también la de Lima son un reflejo del estilo arquitectónico del período de los Borbones. En Cuba tenemos la apreciada Catedral de La Habana, fruto de ese barroco español del período de la colonia.
No se puede dejar de mencionar a Sor Juana Inés de La Cruz (1651-1695), una figura de interesante connotación desde el punto de vista cristiano y literario. En ella, la influencia de Góngora será muy evidente respecto al desarrollo del conceptismo en su producción poética y dramática. El historiador Justo González la califica como la primera teóloga feminista cristiana del continente latinoamericano. Perteneció a la Orden de las Jerónimas, vivió en el siglo de ejecución de las brujas por el tribunal de la Santa Inquisición. La mayoría los severos juicios de su época fueron a mujeres. Sin embargo, logró destacarse por sus estudios en el campo de la literatura. Tras una exegesis bíblica demoledora logra ensalzar el derecho de la mujer y el cultivo de la mente, se revindica, a mi juicio, el estilo barroco, dando como fruto, esta redondilla, que quizás, sea la más famosa.
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis[6]
Quizás la persona y los ideales de Juana Inés de la Cruz representen un viraje dentro de todo lo que hemos estudiado, con respecto al escenario de Contrarreforma. Pero sí, no podemos dejar de afirmar, es una defensa de los valores humanos y de los derechos de la mujer, de lo cual ella es encarnación viva.
Se pudiera afirmar que el vínculo más fuerte que existe entre cualquier arte y el hombre es la propia historia. El hombre por medio de la pintura, la escultura, la literatura y la arquitectura ha llegado a convertirse en un intérprete de su realidad, aun cuando esta sea desfavorable para el desarrollo de sus principios. La creación de una obra del tipo que sea, se puede convertir en la vía para una aspiración, un sueño, una protesta y hasta la forma de establecer cánones. El barroco como expresión artística en España se convirtió en un intérprete de los conflictos religiosos desarrollados durante los reinados de Carlos I y Fernando II. En este período tomó formas características que lo convirtieron en un defensor del absolutismo y de los principios defendidos por la Contrarreforma
Católica.
Si bien se ha planteado que este arte es reflejo de divergencias religiosas, no significa que su cualidad esencial sea siempre reflejar temáticas religiosas. Sus rasgos más esenciales no dependieron siempre de las confrontaciones ideológicas, antes expuestos. Sus características más distintivas serán, entre muchos, la combinación del claro oscuro, las ideas contrapuestas, el realismo tan exagerado con que mira los acontecimientos de la vida. Sin perder de vista el desolado pesimismo en el campo de la interpretación de la vida fuera del marco de lo religioso.
El barroco propone una doble tendencia al gusto por la realidad. En los países católicos se traduce en el deseo de acercarse a lo religioso, en los protestantes en el interés por la realidad circundante, a la vez por el gusto a lo monumental. Se ha planteado que reflejó el gusto de la naciente burguesía.
Las huellas del barroco español trascendieron las fronteras de España y llegaron a sus colonias de América. Manifestando el buen gusto por la construcción de catedrales, colegios relicarios y objetos que decoran el mobiliario de altares de tan majestuosos edificios.
Bibliografía
Claude, Welch y Dillenberger, John. El Cristianismo Protestante. Editorial: La Autora”. Buenos Aires, 1958.
Enciclopedia: Labor. 1974.
Encilopedia Interactiva Océano. Grupo Océano. 2007.
González, Justo L. Diccionario ilustrado de intérpretes de la fe. Editorial: Caribe.
_____________ Historia de la Reforma. Editorial: Unilit. Miami, 2003.
Pijoán, José. Historia del Arte y la Literatura III. Salvat Editores S.A. Barcelona, 1946.
[1] Enciclopedia Labor. Pág. 345.
[2] Lutero fue citado a una reunión con el cardenal Cayetano, no para discutir sobre sus ideales reformistas, sino para que se retractara. Él se negó a hacerlo y en 1520 el papa lanzó una bula de excomunión. Lutero es considerado el gran reformador del siglo XVI, que al decir de José Martí: “Todo hombre libre debiera llevar un retrato de Lutero colgado en los muros de sus casas como el de un redentor”.
[3] Lutero puso en tela de juicio los sacramentos de la Iglesia Católica, sólo aceptó el bautismo y la Santa Cena por ser instituidos por Jesucristo en el Nuevo Testamento.
[4] María Magdalena es considera por la Iglesia Católica, Ortodoxa y Protestantes como discípula de Cristo. Sin embargo la literatura apócrifa de los primeros siglos del cristianismo apuntan su categoría de Apóstol, alrededor de esto existen varias controversias, no aceptadas por el cristianismo de forma general.
[5] Ambos se encuentran en la Galería Doria, en Roma.
[6] Justo L. Diccionario ilustrado de intérpretes de la fe. Editorial: Caribe. Pág. 268.