«No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Como yo no pertenezco al mundo, tampoco ellos pertenecen al mundo»
Juan 17:15-16
(La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)
En las tradiciones populares cristianas, el mal ha sido caracterizado como una fuerza oculta, misteriosa, perversa y, sobre todo, extraña a nuestra voluntad humana. El mal ocurre fuera de nuestra voluntad; está lejos y es incontrolable.
Pero lo cierto es que las enseñanzas de Jesús, aunque hablan del Malo, hablan con especial énfasis del mal, y no como fuerza ajena, sino como una opción personal que atañe a la voluntad humana para actuar a favor de la vida o en contra de ella. Es el mal que se hace como fruto de nuestra sed de poder o del desequilibrio de nuestro egoísmo, por ejemplo. No es el mal que ocurre más allá de nosotros.
Jesús les preguntó a los fariseos que lo criticaban por hacer el bien en el día de reposo: «Está permitido en sábado hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o dejarla perder?» (Lucas 6:9). Y Santiago enseña que «… quien sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado» (Santiago 4:17). Hacer el bien o hacer el mal; este es el dilema al que se nos llama a responder siguiendo el ejemplo de Jesús y acatando los valores de su reino.
Jesús ruega al Padre, no para que nos saque del mundo, sino para que nos libre del mal. Y ese mal se expresa en múltiples formas: en narcisismo individualista, en estructuras de dominación, en imposición cultural, en destrucción del planeta, en predominio de un sexo sobre otro, en idolatría del poder o en ambiciones desmedidas. ¡Son tantas las expresiones del mal!
Junto a la posibilidad de hacer lo malo, reposa la posibilidad creativa de hacer el bien. «Eligid la vida y viviréis…» (Deuteronomio 30:19).
Para seguir pensando:
«El mal moral, o mal éticamente hablando… se refiere al mal humano que es obra nuestra. Se refiere a la acción que, mezclada con nuestra fragilidad constitutiva, es capaz de hacernos asesinos o asesinas de la vida en todas sus múltiples expresiones»
Ivone Gebara (Teóloga brasileña)
Vale que nos preguntemos:
¿En qué circunstancias o a qué personas tengo, durante este día, la posibilidad de hacer el bien?
Oración:
Señor bueno, como criatura tuya me das la posibilidad de imitarte haciendo el bien. Por tu Espíritu permíteme servirte y dar testimonio de tu amor, tu paz y reconciliación. Amén.
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