A partir de Juan 20 del 1 al 9
La resurrección de Jesús es el evento cumbre y de alcance cósmico, una realidad futura, presente en el Cristo resucitado de la fe cristiana, es la resurrección del hombre que predicó el reino de Dios y sus valores, lo cual además del significado victorioso de Jesús contra los sistemas de muerte es también una revolución total, que incluye como parte importante las relaciones entre los seres humanos, realizadas interpretadas desde el enfoque de las relaciones interpersonales que el Resucitado desarrolló antes de su crucifixión y resurrección. Dice Leonardo Boff que “El cristianismo vive y sobrevive por la fe en la resurrección de Cristo y no por la creencia en la inmortalidad del alma, tema que no es cristiano, sino platónico” [1]Un aspecto importante de la resurrección de Jesús es la victoria sobre la injusticia de los que le torturaron y asesinaron y de todos aquellos que en el devenir histórico han sido y son injustos, seres humanos con las manos manchadas de sangre del inocente, el Justo ha resucitado, vive, anuncia una nueva forma de relacionarse entre los humanos, formas más justas. En nuestro tiempo podríamos decir: relaciones humanas positivas, sanas y sanadoras, de respeto mutuo, colocando en primera instancia la dignidad de toda persona y sus derechos humanos, reconociendo las desigualdades en los ámbitos cotidianos en que cada uno de nosotros desarrolla la vida.
Desde esa perspectiva: el Resucitado tiene un encuentro incomparable y encarga una misión tan importante a María Magdalena. Él la llama por su nombre María, ella responde con la confianza de los discípulos más cercanos “Raboni” que quiere decir Maestro, no usa el término Rabí. Jesús le encarga una misión: “Ve a mis hermanos y diles” proporcionándole el carácter de ser Testigo de la resurrección, Apóstol de la buena noticia. Una mujer que siguió a Jesús incansable y sostenidamente, encarna una de las misiones más sublimes e importantes en lo que será el fortalecimiento del movimiento libre de Jesús y sus compañeros y compañeras.
En gran parte de la historia humana se evidencia la injusticia contra las mujeres, el Resucitado, el Justo, cambia esa situación en el grupo “del camino” “de las calles” en ese movimiento alternativo a los sistemas religiosos de la época que además cuestiono al sistema de opresión judío y romano de su momento histórico, nos proporciona ejemplo, enseñanza acerca de la importancia que tiene la mujer en el desarrollo de la humanidad y en todo movimiento, organización humana que trabaje, que se esmere, que se apasione por la vida digna en justicia y libertad.
Lamentablemente en El Salvador estamos experimentando retrocesos en varios aspectos que se habían avanzado en el reconocimiento, en la protección de los derechos de toda la población y como parte muy importante de ella, los derechos de las mujeres.
Un informe de la CEPAL ubica a El Salvador, como país con mayor tasa de feminicidios en el año 2022. Del año 2023 no hay datos, pues, desde entonces, como otras informaciones relevantes para la ciudadanía, esa información es “reservada” ante lo que surge por lo menos una pregunta si no es que más:¿por qué ocultar este tipo de información? [2]
Son las madres de familia de hogares empobrecidos por el sistema y las mujeres productoras en el ámbito agrícola o de empredurismo las que sufren cada vez más el alto y difícil costo de la vida en nuestro país. Son ellas las que más recienten el cierre de programas sociales que en algo disminuían las penurias diarias.
Madres, abuelas, tías, hermanas que tienen familiares encarcelados, o fallecidos en las cárceles con alta posibilidad de presunción de inocencia, las que más sufren a causa de un aparato jurídico que vuelve a hacer realidad la frase de monseñor Romero: “La justicia es como la serpiente, solo muerde a los que están descalzos”. Son dolorosas las historias de algunas madres salvadoreñas que invierten el “último dólar” que tenían para comer,en la frustrante búsqueda de hijos o hijas desaparecidos o encarcelados injustamente, lo peor del caso: algunas hasta son también encarceladas.
Ante toda esta situación de atentados a la dignidad y desarrollo de la injusticia hacia las mujeres salvadoreñas, debemos retomar el ejemplo del Justo Resucitado: Jesús el Cristo y trabajar apasionadamente por mejorar las condiciones de vida de la mujer salvadoreña.
Que Jesús el Cristo, que ha vencido de una vez por todas los mecanismos injustos y de muerte, extienda su potencia liberadora mediante cada unos de sus hijos e hijas, dotándoles de pasión, compasión y audacia para que las madres salvadoreñas un día no muy lejano puedan vivir en un país en el cual abunde la tortilla y el pan en una realidad de justicia y libertad.
Dios nos ayude.
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[1] Leonardo Boff. La resurrección como insurrección: el verdugo no triunfa sobre la víctima. 04/ abril 2021
2 En 2022, al menos 4.050 mujeres fueron víctimas de femicidio o feminicidio en América Latina y El Caribe: Cepal. https://www.cepal.org/es/comunicados/2022-al-menos-4050-mujeres-fueron-victimas-femicidio-o-feminicidio-america-latina-caribe