“En el binomio Iglesia-fraternidad está en juego el impacto misionero del mensaje cristiano y una cuestión eclesiológica fundamental: el que la Iglesia sea una comunidad de hermanos y de hermanas como está llamada a ser.
La fidelidad al Espíritu de Pentecostés exige que no nos contentemos con arreglarnos con las divisiones y con aprender a convivir con ellas. Reclama que, aunque sepamos que en su condición terrena la fraternidad habrá de ser siempre imperfecta y y frágil, los cristianos hagamos lo imposible por realizar la unidad visible del cuerpo de Cristo. Solamente así conseguiremos que la obra de Dios tenga toda la calidad evangélica que ha de tener, glorificaremos al Padre manifestando la naturaleza auténtica de su voluntad salvífica y otorgaremos a la salvación divina toda la dimensión histórica y humana que le corresponde” ( Frco. Javier Vitoria Cormenzana en “Por una Iglesia servicial y participativa. IX Semana de Estudios de Teología Pastoral. Editorial Verbo Divino, 1999. Pág. 24-25″ –negritas nuestras-)
- Un llamado a la fidelidad bíblica en medio del nuevo fascismo - 13/02/2017
- Los refugiados en tiempos de la posverdad - 01/02/2017
- Por un acto de Estado a la altura del momento actual - 26/04/2015